El verano es largo y nuestro país inmenso en patrimonio cultural y arquitectónico. A veces nos complicamos demasiado buscando lugares exóticos a miles de kilómetros de casa cuando a muy poca distancia cientos de opciones nos aguardan igual de enriquecedoras. Son esos pueblitos cuya ubicación, entorno y rincones los hace únicos, donde es embriagador respirar y uno se relaja de verdad. En Uppers hemos seleccionado los cinco pueblos más pequeños de España para ver en unas horas, después sentarse a comer, alargar la sobremesa y terminar la tarde metiendo los pies en el río.
Cada región de cuenta con sus pueblos favoritos pero estos que hemos escogido son distintos y especiales, están enclavados en la alta montaña o en lugares privilegiados desde los que se divisa un infinito horizonte. Como mucho son diez calles donde durante el año viven pocos habitantes. Al llegar las vacaciones suelen llenarse de vecinos que huyen del calor de la ciudad y de nietos que pasan veranos inolvidables.
Forma parte de la parroquia de Portor y pertenece al ayuntamiento de Negreira en A Coruña. Ponte Maceira, donde viven 73 personas, 41 hombres y 32 mujeres, acoge a los peregrinos que pasan por aquí en la ruta marítima del Camino de Santiago. El pueblín lo cruza el río Tambre, uno de los más importantes de Galicia, y para sortearlo presume de un puente Románico, que se construyó en el siglo XIII. Para entonces ya aprovecharon los pilares de otro puente que los romanos levantaron mucho antes. La aldea también cuenta con su capilla, la de San Blas, con el Pazo de Baladrón y con un Cruceiro.
En lo más alto del Valle de Arán está Bagergue, a 1.419 metros sobre el nivel del mar. Sus casas también se construyeron con muros de piedra y ventanas con balcones de madera, pero los tejados son negros ya que se utiliza la pizarra negra de la zona. En inverno queda cubierto por la nieve que, en cuanto se deshace, deja espacio al verdor de la alta montaña con prados llenos de flores. La altura del lugar hace que tanto en verano como en invierno haya las mismas horas de sol lo que lo hace más atractivo todavía. Son imprescindibles Casa Menginat, Casa es de Pansart, la iglesia de Sant Fèlix, que es del siglo del XII, la Quesería más alta del Pirineo y el Museo Eth Corrau.
Robledillo de Gata está en plena Sierra de Gata encajonada y semioculta entre bancales, en el Valle del río Árrago. Su población en 2018 era de 91 habitantes y sus casas se construyeron con tejados de pizarra negra y muro de barro con vigas de madera. Su arquitectura tan bonita le ha valido para que el lugar sea nombrado Conjunto Histórico. Cuenta con la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI, el Museo del Aceite Molino del Medio, la Piscina Natural de Descargamaria y a un paseo la Cascada El Chorritero.
En las montañas de Cantabria hay muchos pueblos y aldeas preciosas, pero Bárcena Mayor destaca por su localización, ya que es el único núcleo de población que se encuentra dentro del Parque Natural Saja Besaya. Forma parte del municipio de Los Tojos, está a 495 metros de altura sobre el nivel del mar y sus primeros habitantes eligieron este enclave por tratarse de una pequeña vega a orillas del río Argoza, al pie de las montañas cantábricas. Actualmente viven 84 habitantes en las casas de la arquitectura rural típica de la zona, con tejados de teja roja, miradores de madera y grandes muros de piedra. Se puede visitar la iglesia de Santa Maria del siglo XVII y las antiguas casas rectorales.
Este pueblito a 1.456 metros sobre el nivel del mar está dentro del Parque Cultural del Maestrazgo, al noreste de la comarca de Gúdar-Javalambre, en la provincia de Teruel. La montaña de la zona es más árida y desprovista de vegetación arbolada. Es una población típica medieval con más de 100 habitantes en la que todavía se conserva su Castillo que es del siglo XI. También cuenta con un precio edificio del siglo XIV que es el Ayuntamiento y una iglesia barroca y del siglo XVIII.