'La piedra viva': así es el pueblo español excavado en roca

A media distancia entre Valencia y Alicante se extiende el Parque Natural de la Sierra de Mariola, un paisaje de pequeños valles y altas montañas de roca caliza que el agua y los avatares del tiempo han ido esculpiendo a su antojo. Entre las poblaciones que lo llenan de vida destaca una localidad cuyas viviendas se fueron excavando en un promontorio rocoso dando la impresión de que se van a precipitar al vacío. Se trata de Bocairent, un pueblo español excavado en roca y conocido como 'La piedra viva', que en Uppers nos ha enamorado.        

Bocairent pertenece a la comarca del Valle de Albaida que se encuentra en el extremo sur de la provincia de Valencia. La visita merece reservar tiempo suficiente pues no solo es interesante y curioso el pueblo y su casco antiguo, sino que cuenta con varios museos como el Museo Arqueológico Municipal Vicent Casanova (con restos de las primeras civilizaciones que vivieron en la zona), el Museo Antonio Ferri, el Museo Parroquial, el Museo festero, el Museo Paleontológico y el Museo de Oficios y Costumbres, que conserva un antiguo telar que todavía funciona perfectamente.

Hasta mediados del siglo XIII esta localidad fue musulmana, en 1245 la población pasó a formar parte de la Corona de Aragón, en 1418 fue declarada Villa Real y en 1587 Felipe II le otorgó el título de Real Fábrica de Paños. De este modo, Bocairent tenía permiso para desarrollar la actividad textil, una herencia artesana que a día de hoy se mantiene.

En la localidad también destaca la Plaza de Toros, la más antigua de la Comunidad Valenciana, construida en 1843 y de gran singularidad, ya que los propios burladeros están tallados en la roca. El detalle es uno más de todos los que llama la atención debido a la maleabilidad y a las propiedades de la piedra caliza que han brindado grandes posibilidades e incluso prósperos negocios a los habitantes del lugar desde tiempos atrás.

Bocairent, un almacén de nieve

El pueblo de Bocairent y sus alrededores se convirtieron en lo que se conoce como un almacén de nieve, unas cavas o neveros donde se guardaba la nieve que caía en la zona rentabilizando el frío clima del invierno. Estos enormes agujeros empezaron a construirse excavándose en la roca en el siglo XVI para abastecer de hielo a las poblaciones vecinas y a las del litoral como Denia. Además, la actividad se mantuvo en auge hasta el siglo XIX y fue apagándose una vez se desarrolló el frío industrial. Uno de estos neveros que se puede visitar es la Cava de Sant Blai, un depósito de planta circular de casi ocho metros de diámetro y once metros de profundidad.

Un monasterio excavado en piedra

Por otro lado, en el interior de este promontorio de roca caliza donde se acumulan las casas de Bocairent, se construyó lo que hoy se conoce como el Monasterio Rupestre. En 1556 se excavó en la roca un pequeño monasterio para acoger unas monjas que llegaron de un Convento de Valencia y que vivieron aquí hasta que se selló en 1700. Se trata de una cámara de unos 48 metros tallada en la roca, con molduras esculpidas en el techo y diversas estancias. Además cuenta con una especie de gran respiradero o chimenea que se comunica con el exterior de unos 10 metros de altura.

Volviendo al pueblo y a su casco antiguo, lo recomendable es situarse en la plaza del Ayuntamiento, pasar por debajo del arco y empezar a perderse por su entramado de callejuelas empinadas, plazas y remansos que crearon a su antojo los árabes que ya habitaron aquí. El agua, que tiene un papel importante en el lugar, está presente en muchos rincones gracias al gran número de fuentes que se fueron instalando a disposición de los habitantes cuando se decidió realizar la canalización de agua potable entre los siglos XVII y XVIII.   

En lo alto del promontorio y del casco antiguo está la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Para su edificación se aprovecharon los restos que quedaban del antiguo castillo árabe. De estilo gótico, después se llenó de detalles barrocos como era costumbre en la época hasta que en 1516 se consagró. Además de esta iglesia, el casco antiguo cuenta con tres ermitas: Sant Joan, Mare de Déu dels Desemparats y Mare de Déu d’Agost.

Las Covetes dels Moros

La tradición de aprovechar la piedra caliza, mucho más blanda que otras, viene de muchos siglos atrás. A las afueras del pueblo de Bocairent, en la pared vertical de un gran barranco, el Barranc de la Fos, aparecen un grupo de más de cincuenta ventanas cuadradas excavadas que dan acceso a unas cuevas repartidas en cuatro o cinco niveles irregulares.

Son las Covetes dels Moros y se supone que al principio, hacia el siglo X, fueron utilizados para almacenar grano por parte de las comunidades campesinas de ascendencia bereber. Después, esos cubículos se fueron uniendo unos con otros a través de túneles y chimeneas dando lugar a una especie de laberinto. Cada cámara conserva las muescas en las ventanas donde debía haber puertas para aislar el interior del exterior y unas argollas de donde probablemente se colgaban las sogas para subir el grano.

Actualmente se puede acceder por una escalera que da acceso a la única cámara de entrada, pero recorrer estos espacios no es fácil, por un lado, los pasillos y las chimeneas son estrechos y pueden dar claustrofobia y, por otro, la altura de las ventanas da bastante vértigo. Además, la mayor parte del recorrido se ha de hacer agachado y gateando. Sin embargo, el lugar es muy interesante y sorprendente.  

Muy parecido este grupo de ventanas y cámaras comunicadas, aunque no tan impresionantes, son las Covetes del Colomer ya en el mismo pueblo. Están rehabilitadas y se han convertido en un centro de interpretación.

Las pozas del Clariano

Por último, desde el pueblo es muy recomendable acercarse al nacimiento del río Vinalopó y sobre todo al cauce del río Clariano que está a unos 11 minutos en coche. Aquí, muy cerca de la población de Ontinyent, se encuentra Pou Clar, una poza natural y otras que le siguen a continuación, que han ido formado el cauce del Río Clariano en la roca caliza, y en las que está permitido el baño. Antes de acercarse a Pou Clar, merece la pena contemplar la vista de todo el pueblo de Bocairent desde el Pont de Darrere la Vila, que ofrece el mejor mirador del lugar.