Uno de los destinos de playa más famosos de España está en Canarias. Las islas cuentan con paisajes marinos increíbles, largas playas de arenas dorada, negra o rojiza, de rocas o espectaculares piscinas naturales. Pero sin duda una de las islas donde las playas son el principal atractivo es Fuerteventura, una de las más grandes del archipiélago y que cuenta con kilómetros y kilómetros de arena dorada bañada por el océano atlántico donde es un auténtico privilegio tenderse al sol (siempre con protección).
Su buen clima durante prácticamente todo el año lo hace un destino ideal para disfrutar del sol y el mar, aunque en ocasiones los vientos alisios soplen más de lo que gustaría, lo que también hace de sus playas un paraíso para los amantes de los deportes acuáticos, como puede ser el surf o el kitesurf.
Y entre todas sus playas hay una en especial que llama la atención en todo el mundo porque puede parecer una larga y espectacular playa de arena dorada, pero con la subida y la bajada de la marea en ella se produce un fenómeno natural y único que le permite tener dos orillas: es la playa de Sotavento.
La playa de Sotavento se encuentra en el sur de la isla, en la península de Jandía, extendiéndose casi diez kilómetros y dividiéndose en cinco playas distintas: La Barca, Risco del Paso, Mirador, Malnombre y Los Canarios.
Más allá de su gran longitud, esta playa también es bastante ancha, con masas de arena de entre 100 y hasta 300 metros de la orilla que en algunas zonas crea una espectacular laguna natural que puede llegar a tener unos tres kilómetros de longitud de poca profundidad que es ideal para toda la familia e incluso para iniciarse en windsurf o kitesurf antes de salir al mar.
Junto con Lanzarote, Fuerteventura es la isla más antigua del archipiélago canario y Sotavento pertenecía hace miles de años a un islote que se unió a Fuerteventura tras una erupción volcánica que creó el istmo arenoso conocido como La Pared. Es más, los aborígenes de la isla utilizaban esa extensa franja de arena como defensa durante las incursiones de otros pueblos que hoy, miles de años después y tras la erosión del viento y del mar, sigue siendo una seña de identidad de la isla creando un fenómeno natural que ha dado la vuelta al mundo.