Es desde hace años una tendencia al alza: regalar experiencias en vez de objetos o las clásicas tarjeta-regalo. Es lo que los padres piden a los padres de los amigos de sus hijos, lo que permite hacer un regalo inclusivo (“para la familia, “para la pareja”) y lo que deja al que lo compra la impagable sensación de hacer un obsequio de mayor valor.
En este contexto, todo está a favor de regalar cajas de experiencias, relacionadas fundamentalmente con viajes (reservas en hoteles) o con el bienestar (tratamientos o estancias en spas). Sin embargo, la Organización de Consumidores (OCU) recibe regularmente quejas por parte de los usuarios sobre este tipo de productos. Y ha decidido comprobar el alcance de estas quejas. Para ello, ha realizado un estudio que demuestra que en muchos casos, principalmente en las cajas con alojamiento, los establecimientos imponen limitaciones en las reservas e incluso plantean problemas para poder canjear el regalo.
El estudio ha analizado dos cajas de cada una de las siete compañías principales del mercado: una incluía una noche de hotel con desayuno y, la otra, un tratamiento de bienestar. Veamos qué ha ocurrido en cada caso.
Con las cajas hoteleras, OCU trató de reservar una noche para dos en las cercanías de Barcelona, Granada, Madrid, Sevilla, Toledo y Valencia, en fin de semana o en festivo, con una antelación mínima de 10 días. Además, regaló catorce cajas a diversos usuarios para que culminarán una experiencia por libre donde quisieran y la valoraran.
Según OCU, todo lo relativo a las fases previas a la reserva de las cajas regalos funciona correctamente. En términos generales, la compra es sencilla, la información que acompaña a la caja suele ser suficiente y la mecánica de la reserva no es especialmente problemática. Sin embargo, las dificultades llegan en el momento de hacer la reserva, especialmente en las cajas de estancia hotelera.
De los 95 intentos de reserva que se realizaron en el estudio, OCU solo consiguió que se aceptaran en tres de cada diez hoteles. Además, en los casos en los que la falta de plazas disponibles se unió la escasez de hoteles concertados a la caja, la reserva fue imposible.
Las negativas obedecieron en cuatro de cada diez ocasiones, según los propios hoteles, al hecho de que se estuviera reservando con una caja regalo pues, o bien tenían un cupo limitado y ya cubierto para los clientes de esta clase, o bien no los admitían los fines de semana, temporada alta y fechas de alta ocupación. En otras ocasiones, la alternativa para aceptar la reserva era pagar un suplemento y, en algún caso, el hotel incluso ya había dejado de trabajar con la empresa que gestionaba la caja.
Las personas a las que se les reglaron las cajas para que hicieran la misma prueba identificaron los mismos problemas. Tras la experiencia, la mayoría de ellos declara que, aunque no se vieron defraudados con el producto final (en el caso de las estancias) no regalaría una caja de alojamiento. En general, reservar les pareció pesado y largo, la oferta de hoteles corta y con escasa información y poca flexibilidad.
Los datos del estudio cambian en el caso de las cajas de bienestar. Casi siempre fue posible reservar en la fecha deseada. Además, se percibió un trato correcto y la experiencia se juzgó acorde a las expectativas y al precio. No hubo problemas al pagar con el bono y en general, los usuarios declaran que recomendarían la caja como regalo. La mayor decepción para este tipo de cajas es que muchas de las experiencias se ofrecen a las afueras de la ciudad, para una sola persona o bien constan de dos opciones excluyentes: spa o masaje.
A tenor del estudio, la OCU ha elaborado una serie de recomendaciones a la hora de elegir regalos:
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