El tanatoturismo, turismo negro o necroturismo está en auge. En Instagram, las visitas de ocio a los cementerios o a lugares encantados acaparan cada vez más espacio en los álbumes de fotos y es habitual ver a más personas, mochila al hombro, dentro de los campos santos en visitas organizadas. Pero, ¿qué atrae a la gente a estos lugares? ¿Por qué se prefiere visitar una casa supuestamente encantada que estar en la playa con una cerveza fresquita?
"Al ser humano, de toda la vida, le ha gustado el tema del misterio y, posiblemente, gran parte de nuestro ADN tiene mucho que ver con temas del más allá, de las creencias, lo religioso y la necesidad de trascender", nos explica la psicóloga Rosana Pereira. Ahora, con la casi obligación de realizar turismo de interior, estos destinos oscuros pueden vivir su época más brillante. Sin embargo, no todo vale.
Para Luis Miguel Merino, delegado de la Sociedad Nacional de Parapsicología y miembro del grupo Omega4, este tipo de turismo, muchas veces masificado, la mayoría de las ocasiones no consigue su cometido: escuchar o ver algún fenómeno paranormal. Y avisa: cada vez se está poniendo más complicado hacerlo. Por dos motivos.
El primero de ellos es por la propia cultura "gamberra" de este país. "Lo que nosotros llamamos 'la lacra del misterio', el gamberrismo, está haciendo que los ayuntamientos cierren muchos lugares y no se puedan visitar. Por ejemplo, en El Alamín (Madrid), donde llevábamos investigando desde 2008, ahora es imposible visitarlo porque el ayuntamiento lo ha cerrado". En otros muchos lugares, hay que pedir permiso o comprar entradas incluso para visitarlo.
El ejemplo más claro es Belchite, el municipio aragonés que fue arrasado durante la Guerra Civil y que ha sido siempre una parada obligatoria para los amantes del turismo negro y la parapsicología. El ayuntamiento, desde hace varios años, impone a los visitantes comprar entrada previa (la diurna a 8 euros y la nocturna a 12). "A nosotros nos han llegado a pedir 500 euros por pasar una noche en Belchite buscando señales de vida paranormal. Es inasumible", reflexiona Merino, cuyo grupo de investigación es completamente altruista.
El segundo de los motivos por los que cada vez es más complicado que los turistas "encuentren" algún tipo de vida fantasmagórica en esos lugares es por la propia idiosincrasia de esa vida. "Hemos ido a lugares donde hemos entendido el motivo de por qué está esa presencia en ese lugar, pero cuando indagas un poco, con los aparatos, y obtienes una información intentas convencerlo de que tiene que estar en otro plano y al final se marchan", explica Merino.
A pesar de ello, Merino cree que este tipo de turismo le interesa cada vez a más gente porque "el misterio es inquietante, sorprendente, y a la gente le gusta el morbo. Los que creen no tener miedo les gusta como vivencia", dice. En este sentido, coincide la psicóloga Rosana Pereira: "Hemos visto influencers haciéndose fotos en Chernóbil, delante de la devastación y ahí puede ir un poco por la moda, no sé si tanto por el duelo, o la pérdida si no que buscamos lo más fuera del límite para seguir generando atención. Lo prohibido nos resulta atractivo. Es una manera infantil de acercarte a lo banal a la vez que es muy provocador, llamativo, porque cuando todos nos parecemos en todo no destacamos".
Ochate (Álava)
Se encuentra a tan solo 20 kilómetros de Vitoria-Gasteiz y ha sido famoso por ser un pueblo abandonado en el que, supuestamente, se llegó a avistar un OVNI en 1981. Allí se han llevado a cabo todo tipo de rituales en la búsqueda de lo paranormal. Sin embargo, para Medina, "Ochate es famosísimo, pero no hemos localizado nada. Es para irte de picnic más que otra cosa. Las más famosas no tienen tanto como nos lo pintaban en la televisión en los años 90".
Belchite (Zaragoza)
Un clásico entre los clásicos. El viejo pueblo de Belchite fue testigo de una cruenta batalla durante la Guerra Civil española y, desde entonces, el misterio rodea lo que queda en pie. Ahora, para entrar, hay que pagar.
El Alamín (Madrid)
Al lado de Villa del Prado se erige el pueblo de El Alamín, creado en los años 50 para dar cobijo a los trabajadores de la finca homónima. Sin embargo, ahora el ayuntamiento de Villa del Prado lo ha cerrado, así que entrar es aún más arriesgado si cabe.
El Castillo de Manuela (Guadalajara)
Esta enclave situado en Sigüenza también ha sido lugar de peregrinaje obligado para los amantes del misterio debido al gran número de leyendas y apariciones o fenómenos que, supuestamente, se dan en su interior.
Sanatorio de La Barranca (Madrid)
Este antiguo sanatorio de tuberculosos ubicado en Navacerrada (Madrid) tiene una larga historia negra detrás de sí. Construido en 1941 pasó después a ser un centro psiquiátrico y, finalmente, cerró en 1994. Desde entonces, estos 3000 metros cuadrados de edificio están completamente abandonados a su suerte.
El mismo destino tuvo el Sanatorio de Viana de Cega, en la inmediaciones de Valladolid y abandonado en 1992.
El cortijo jurado (Málaga)
Cerca del barrio malagueño de Campanilla se encuentra este palacete construido en el S.XIX y abandonado desde hace lustros. Su leyenda cuenta que, a principios del S.XX, varias mujeres asesinadas aparecieron en sus instalaciones, y sus cuerpos estaban torturados y vejados víctimas de rituales satánicos.
Hospital del Tórax (Barcelona)
De nuevo un centro sanitario que tenía como protagonistas a tuberculosos de mitad del S.XX. Sin embargo, en este caso lo que destacaba era el alto número de suicidios que había, víctimas de la desesperación. Ahora se ha convertido en un centro de producción audiovisual, aunque históricamente es uno de los sitios de España con más actividad paranormal.
Cementerio San Miguel (Málaga)
Está considerado como uno de los cementerios monumentales más importantes de Andalucía y fue creado después de la prohibición de que los entierros se hicieran en las propias iglesias, a comienzos del S.XIX. En él están enterrados, por ejemplo, el marqués de Larios, o la escritora neoyorkina Jane Bowles. Según cuenta la leyenda, su espíritu se aparece en el aniversario de su fallecimiento cuando amigos o admiradores la visitan.
Cementerio de nazis en Cuacos de Yuste (Cáceres)
Uno de los cementerios más curiosos de España es el que está ubicado en esta pequeña localidad cacereña. De los 180 habitantes del campo santo, 154 corresponden a soldados alemanes que murieron durante la Guerra Civil española.