"A lo largo de la vida existen diferentes momentos en los que de pronto descubrimos que una o varias personas de nuestro entorno más cercano son personas tóxicas. Nos minan la autoestima y desestabilizan nuestro sentido de seguridad; son los enemigos de nuestra paz y bienestar", escribe la psicóloga Laura Rojas-Marcos en su libro 'Convivir y compartir' (Grijalbo).
Pues bien, uno de esos momentos tiene lugar durante las vacaciones de verano, ese tiempo en los meses de verano en los que nos vemos abocados a la convivencia forzada con una familia, a veces muy amplia, con la que no tenemos muy trabajado el músculo de la convivencia. Y las tensiones afloran. Las toxicidades asoman. Afortunadamente, hay actitudes antídoto que nos pueden ayudar a salvar el verano. Estas son las diez más importantes, según Rojas-Marcos.
Saber quién es realmente el enemigo externo de nuestra paz interior es una tarea tediosa, pero necesaria. Hay que hacer acopio de paciencia, espíritu crítico, humildad y mucha capacidad de introspección. Lo fundamental es "aceptar con humildad nuestra invulnerabilidad, sin dejarnos arrastrar por la ansiedad de preguntas como '¿cómo he llegado hasta aquí?", explica la psicóloga. El objetivo es analizar y desmontar la realidad que nos incomoda con la mayor objetividad posible.
Cuando identificamos a la persona tóxica, el primer instinto es confrontarla con la misma agresividad con la que nos sentimos atacados; por ejemplo, respondiendo un reproche con otro reproche. Sin embargo, esta respuesta solo eleva el clima de violencia, pero no soluciona nada.
No enfrentarse no implica cobardía, sino que es la respuesta más inteligente para no quedar atrapados en las redes de la persona tóxica. Elegir nuestras batallas y decidir con cabeza cómo vamos a gestionar la provocación es fundamental. "De hecho, es clave para no caer en el desgaste y el deterioro anímico", asegura la experta.
En muchos casos, la mejor opción es establecer límites desde la calma y evitar reaccionar. En cambio, en otras ocasiones es mejor apartarse, poner distancia física y emocional y dejar que el conflicto o la campaña de hostigamiento pase. "La victoria completa se produce cuando el ejército no lucha", expresó el sabio Sun Tzu en su libro 'El arte de la guerra'.
Una de las consecuencias de estar cerca de una persona tóxica es que te sientes invadido por sentimientos de rabia. El trabajo aquí es identificar qué es lo que produce esa rabia. "Para protegerse sin entrar en la batalla ayuda tomarse un tiempo para pensar, analizar la situación desde un lugar de calma para tomar una perspectiva distinta y más serena", afirma Laura Rojas-Marcos.
La empatía, ponerse en los zapatos del otro, nos ayudará a entender por qué la persona tóxica actúa de manera tan dañina. "Intentar comprender sus motivos nos ayudará a reducir la sensación de poder que tiene sobre nuestras emociones", señala la psicóloga. Solo así podremos relacionarnos con la persona tóxica de una manera más sana.
Para recuperarnos del daño provocado por una persona tóxica es esencial tratar con amabilidad nuestro propio dolor. "Aplicar la empatía con nosotros mismos es fundamental; así podremos apaciguar los recuerdos dolorosos grabados en nuestra memoria emocional", señala la experta.
La autocrítica nos permite saber si de alguna manera hemos contribuido a esa toxicidad. No somos perfectos y es posible que de alguna forma hayamos alimentado la hostilidad entre ambas partes. La empatía será de gran utilidad para conocer en qué punto no hemos actuado bien. En algunos casos, puede ser adecuado admitir nuestros fallos, sin dejarnos avasallar ni mostrándonos pasivos.
"Las relaciones tóxicas son siempre una fuente de desasosiego y despreocupación. Sin embargo, no olvidemos que a veces el malestar es más o menos intenso a partir del grado de importancia que le demos", asegura Rojas-Marcos. Es decir, cuanta más importancia le demos, más nos afectará. A la hora de evaluar cualquier situación tóxica será útil relativizar y no creer todo lo que nos dicen y todo lo que, aparentemente, sentimos.
Hay fake news y fake feelings. "Las emociones intensas desdibujan la realidad, creando recuerdos y emociones falsos. Es lo que denomino 'fake feelings", afirma la psicóloga, quien va aún más lejos: "necesitamos protegernos tanto de los fake feelings como de la fake news, que, por desgracia, forman parte de la vida cotidiana".