Frecuentemente se añade a los progenitores miedo e incerteza frente a la llegada de la adolescente de sus hijos. Luis Gutiérrez Rojas, licenciado en Medicina y Cirugía, especializado en Psiquiatría, aclara que la adolescencia ha de verse como una etapa buena y no hay que exagerar. El, también, docente y conferenciante, autor de ‘La belleza de vivir’ (Editorial Ciudadela) subraya que no es acertado atosigar a los hijos en esa etapa o no conseguirán que el hijo se anime a compartir algunas de las situaciones que le acontezcan. Ya Proust, novelista francés, hacía un guiño positivo a esa etapa: "La adolescencia es la única época en la que he aprendido algo".
¿Qué cree usted que es eso que tanto temen los padres cuando se acerca la época de la adolescencia de sus hijos? ¿Teniendo esas ideas y prejuicios trasmiten inseguridad o miedo a sus hijos? ¿Eso puede perjudicarles?
Recuerdo el lema de una campaña que dice: “Nuestra adolescencia os pondrá a prueba”. Está claro que hay muchos mensajes que como padres nos asustan y nos generan ese miedo. Existe la profecía que es la autocumplida, esto es, cuando pienso que una cosa va a pasar, sea buena o mala, es más probable que suceda. Si yo pienso que mi hijo adolescente va a suspender, va a ser un ladrón o le va a ir muy mal o, todo lo contrario, es más probable que ocurra.
Creo que tener una visión negativa, temerosa e intranquila acerca de la adolescencia, desde luego que transmite miedo e inseguridad a los hijos y les perjudica. Hemos de estar precavidos durante esa época y ayudarles a mejorar sus circunstancias.
Nuestro país encabeza en cifras la lista europea respecto al bullying, según el primer informe mundial sobre el tema realizado por la ONG 'Bullying sin fronteras'. Es algo que aterroriza a los padres. ¿Qué diría usted que se nos está pasando por alto no solo en la escuela, también en los hogares?
Ciertamente da miedo porque nadie quiere que su hijo lo pase mal, que se angustie o sea maltratado o machacado por quienes le rodean. Nuestro hijo puede estar sufriendo y nosotros no ser conscientes de ello.
Es crucial educar a nuestros hijos en valores, es decir, que meterse con otro, vilipendiarlo, tratarlo con agresividad o con desprecio es algo que está mal. Cuando identifiquemos estas conductas que ya pueden observarse entre hermanos. hay que explicarles que no deben hacerlo.
Hay que hacer pedagogía desde la cuna, desde los medios de comunicación, cuando vemos una película, con una canción y explicarles. También es recomendable tener un buen contacto con el colegio, hablar con los profesores y que nos informen de cómo ven a nuestro hijo y cómo se relaciona con los demás. Y estar atentos a si el adolescente se encuentra más triste, aislado, apático o ha bajado su rendimiento escolar.
Respecto a los embarazos no deseados: ¿cree usted que habría que garantizar una educación sexual integrada en las aulas?
Este es un tema muy espinoso porque vivimos en una sociedad que a veces está muy hipersexualizada donde existe un hiperestímulo a los adolescentes sobre el tema sexual en el momento en que ellos están descubriendo esa faceta de su vida. Da la impresión de que la educación se basa en la mera genitalidad, en explicar en qué consiste el acto sexual y los métodos anticonceptivos que hay. Esto es una mala educación porque ya lanza un mensaje en el que tener relaciones siempre y cuando no haya enfermedad o embarazo no pasa nada, pero sí pasa.
Hay personas que llegan a tener una relación patológica con la sexualidad porque se han sentido utilizadas, porque se han sentido acosadas o porque han tenido que ceder a ideas de un grupo para que no las considerasen reprimidas o estrechas.
Claramente habría que difundir más educación sexual desde casa unido con la escuela y vincular el sentido y significado de la sexualidad con la afectividad, es decir, el compromiso y amor entre dos personas que consienten.
En la adolescencia, el joven parece recibir instrucciones por todos lados: padres, familiares, los profesores, los amigos. ¿Puede sentirse agobiado para ser quién es? ¿Qué necesitaría para sentirse más libre?
La adolescencia es la época del descubrimiento del propio yo. El joven se da cuenta que ya no es un niño y ya no es alguien al que le dicen lo que debe hacer.
Esta etapa de cierta rebeldía, de negarse... resulta bastante creativa y hace que el adolescente elija su propio camino. Los padres han ayudarlos y acompañarlos. Las libertades hay que ponerlas poco a poco en función de sus capacidades, de su inteligencia, su coraje, sus valores... Si queremos que el adolescente confíe en sí mismo, hemos de generar nosotros confianza en él y no interrogarle ni cuestionarle cada segundo y por todo.
¿Cómo se le pueden poner límites a los hijos sin que sientan que se les censura o se coartan sus derechos y necesidades? ¿Cómo no resultar un enemigo para ellos?
Se les puede preguntar qué les apetece hacer el fin de semana, en vacaciones... y compartir con ellos y aprovechar para sacar un tema de conversación y un límite. Cuando el adolescente está encerrado en sí no es bueno entrar e invadirle. Por ejemplo: 'No sería bueno que llegases tan tarde porque podemos hacer deporte o algo que te apetezca'. Lo idóneo es no estar pendiente de cómo coartar su conducta.
¿Qué es imprescindible en la infancia de los hijos para que llegada la adolescencia se expresen desde su libertad y consulten cualquier tema a los padres?
No conozco a ningún adolescente del planeta que haya hecho eso, así que digo que ningún padre aspire a ello. Si tu hijo te cuenta todo, tiene un problema grave y es que confía poco en sí mismo. El hijo normalmente consulta algunas cosas y, a veces, porque le pillamos. Lo normal es que nuestro hijo vuelva a contárnoslo todo pasada la fase adolescente. El truco para pasar por ahí es haber querido al hijo mucho desde pequeño, diciéndole lo bien que baila, lo bien que lee o dibuja y diciéndoles que de los fallos también pueden rescatar aciertos. Eso servirá para que se ame a sí mismo y sepa quién.
¿Cuál diría usted que es un error generalizado por parte de los padres llegada esta etapa y que suele tratar en consulta?
El error es dramatizar o exagerar la adolescencia y decir que a nosotros no nos pasó y que respetábamos más a nuestros padres, es falso. También fuimos adolescentes e hicimos cosas que no estaban bien. Resulta un desacierto no ser conscientes de la existencia de esa fase tan necesaria para que el hijo madure.
¿Puede afirmarse que es posible un camino por la adolescencia de los hijos sin angustia?
Lo más importante es darse cuenta de que la angustia no sirve para nada. Habría que hablar con otros padres que han pasado por ello y nos dirán que lo pasaron mal pero que todo pasa y que no hay que darle mayor importancia. Seguramente nos dirán que los hijos se ven más fortalecidos y tienen mayor autoestima.
No añadamos tragedia a lo que el hijo hace porque eso lo que va a conseguir es que se comporte de una forma todavía más agresiva. Parte de la adolescencia se convierte en una provocación y las provocaciones cumplen sus objetivos cuando consiguen que el otro 'entre al trapo'.
Apoyémonos en nuestra pareja o persona que nos acompañe, en los abuelos y hablemos mucho. Nos daremos cuenta de que las cosas pasan de una forma más sencilla de lo que podíamos prever.