Roger Federer ha dado un discurso que es el sueño de cualquier editor de libros de autoayuda: un título directo y sencillo, 'Lecciones de tenis', la información bien ordenada y presentada de manera orgánica y clara, anécdotas muy bien colocadas en el momento preciso y notas de carga emocional y sentido del humor salpicadas aquí y allá con gracia y efectividad. El discurso perfecto. La mayor lección para los recién graduados que lo escuchaban, y también para tus hijos, llegó sin embargo segundos antes de empezar a enumerar sus 'lecciones': "Sé que lo se siente que la gente te pregunte todo el tiempo y ahora que vás a hacer con el resto de tu vida? No lo sé. Y está bien no saber".
Fue una buena entrada para un grupo de egresados -en este caso los de la Universidad de Dartmouth-, pero también para cualquier joven que se enfrenta a cambios vitales de los que depende 'su futuro'. Se trata en buena medida de aliviar un poco la presión para concentrarse en el juego. Los tenistas y en realidad cualquier deportista de élite saben de eso. Aquello de 'hay que divertirse' tiene que ver con alejar de tí la idea de que 'todo' depende de esto.
Fue un discurso elocuente, vibrante y lleno de sentido del humor. Como cuando rememoró la final que jugó contra Nadal en Wimbledon, en 2008: "Todo el mundo dice que es el mejor partido de tenis de todos los tiempos, pero créanme, para mí hubiera sido muchísimo mejor si hubiera ganado".
Son varias las enseñanzas que se pueden sintetizar del discurso de Federer, pero la mayoría nos quedamos con cinco:
"Conseguir algo sin esfuerzo es un mito"
Al mal tiempo darle prisa, dicen los mayores. Y es así. Por eso, lejos de pretender edulcorar los sueños de nadie, Federer ha querido empezar por la más simple: si no trabajas no va a ocurrir nada. Así que más te vale que vayas aceptando esa realidad. "La constancia es incluso más importante que el propio talento" decía en una variante de la misma idea.
"Puedes dar lo mejor de tí y aún así perder"
Importantísimo también: la idea de que todo ese esfuerzo no siempre va a significar un triunfo. Y aún así hay que perseverar. Aceptar que a veces vas a perder, como en la final de Wimbledon de 2008, y que aún así tu esfuerzo puede ser reconocido y ser parte de algo grande.
"La perfección es imposible"
Federer propuso aquí un ejemplo inapelable: "De los 1,526 partidos profesionales que he jugado, he ganado aproximadamente el 80%, pero ¿sabéis cuál es el porcentaje de puntos que he ganado en total? Solo el 54%.". La idea es que sí, ha ganado aún la mayoría de puntos, pero de ninguna manera esa ha sido una diferencia apabullante sobre sus rivales. Al final, la grandeza se consigue punto a punto, los ganados y los perdidos. Lo que nos lleva diectamente a la siguiente lección.
"Cada punto debe ser lo más importante, pero una vez que pasa es solo un punto"
También importantísimo. Enfrentar cada problema como lo más importante, pero una vez que pasa (una vez que ganes o pierdas) es solo eso: un punto más o menos. Y toca pasar a siguiente con la misma concentración.
"La disciplina también es un talento"
"A ver, no voy a venir yo a pararme antes ustedes y decirles que el talento no importa -decía el que es considerado por muchos el mejor tenista de todos los tiempos-, claro que importa, pero al final, la templanza y la constancia importan todavía más.La disciplina también puede ser un talento, la confianza en tí mismo y el amor por lo que haces también puede ser un talento". No más preguntas, señoría.