Ocho horas. Fue el tiempo que duró la caída generalizada de Whatsapp, Facebook e Instagram. Un hecho que, aunque había ocurrido en anteriores ocasiones, nunca había sido tan extendido en el tiempo. Pese a que al principio se especuló que podía tratarse de un ciberataque, terminó siendo un problema de las DNS, aquí te explicamos de qué se tratan. Eran las tres de la tarde, hora española, cuando empezaron a dar problemas y se extendió hasta media noche, un periodo de tiempo que padres e hijos no vivieron por igual y que, en algunos casos, provocó incluso sensación de ansiedad entre los más jóvenes. Hablamos con dos padres y dos hijos para que nos cuenten su experiencia de desconexión digital.
"Los millennials, que tienen entre 25 a 40 años, y la generación Z, de 16 a 24 años, son los usuarios más intensivos del móvil y mantienen interacción constante con otras personas a través de las redes sociales y las aplicaciones, pero, paradójicamente, han perdido el hábito de interactuar en directo", nos explica Ferran Lalueza, profesor e investigador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. Para ellos lo ocurrido ayer se puede tachar de drama. De acuerdo con un estudio realizado por OpenMarket, el 75% de los millennials prefieren enviar mensajes de texto a través de aplicaciones de mensajería que realizar llamadas de voz y al 80% tener que hacerlo les genera ansiedad.
Yolanda tiene 28 años y ayer estaba celebrando el cumpleaños de una amiga suya en Villa Capri, uno de los locales de moda en el centro de Madrid. Llevaban meses esperando para poder disfrutar del menú, pero también para poder compartir su experiencia en redes. "Me sentía vacía, en la mesa todas comentábamos que necesitábamos que volviese ya. Es más, mirábamos el teléfono angustiadas cada diez minutos, incluso llegamos a grabar vídeos y hacer fotos para subirlas más tarde", nos cuenta entre risas.
Lo que para ellas era una necesidad social, para otras generaciones, como la del baby boom, la experiencia fue diferente. Pese a que la caída se notó a nivel global, los uppers siguen prefiriendo la llamada telefónica como principal forma de comunicación. Es más rápida, más directa y efectiva, aseguran, frente a la vulnerabilidad que sienten los jóvenes al hacerlo. Un claro ejemplo de esta brecha generacional con los nativos digitales.
Javier tiene 64 años y está jubilado. Vive en Toledo y reconoce que no se dio cuenta de lo que ocurría hasta que una notificación de un medio de comunicación iluminó la pantalla de su teléfono. Reconoce que no es una de esas personas que viven pegadas al móvil y que lo utiliza lo justo y necesario: revisa los periódicos por la mañana y se comunica con sus familiares de forma escueta por mensajes. "Si necesito algo llamo por teléfono, es más rápido y sencillo, pero mis hijos les encanta eso de mandar mensajitos, así que si no contestan pues no me queda otra que escribir. Ayer mi hija me llamó agobiada y me hizo el comentario de que estaba como huérfana sin WhatsApp, honestamente, me dio la risa", reconoce en una entrevista telefónica.
Según el III Estudio de Comparación Online hacia el Ahorro Inteligente publicado por Rastreator, las personas nacidas después de 1990, consideradas nativas digitales, afirman utilizar el móvil una media diaria de 6 horas y 48 minutos. Esta generación, supera en casi cuatro horas a los nacidos entre 1951 y 1961, los que menos uso dan al móvil y cuyo consumo se sitúa en 3. Además, los boomers lo ven también como una herramienta, en muchas ocasiones, de trabajo, y no solo como una fórmula de sociabilización. Esther tiene 65 años y es periodista. Edita un periódico digital y nos cuenta que el Whatsapp es su forma de vida.
Tiene varios grupos con sus equipos de trabajo y deciden absolutamente todo a través de él. "Estaba intentando gestionar varias entrevistas con políticos y, de repente, se fue a negro, no hacía más que poner 'conectando, conectando'. Al principio pensé que era cosa mía, pero nada más lejos de la realidad. Pregunté a varios amigos por teléfono y todos estaban igual. Intenté recurrir a Telegram y no teníamos el grupo de trabajo creado, ni todas las personas con las que necesitaba hablar lo tenían. Fue bastante estresante porque no podía hacer nada y así hasta las doce de la noche". Pero cuando le preguntamos si sabía que las redes sociales también se habían caído nos confesó que sí, pero que para ella no fue un drama. "Yo solo las uso para compartir cosas de trabajo y al no tener trabajo, no las quería para nada. No entiendo esto de que mi hija publique todo el rato cosas, esa necesidad no la tiene mi generación", afirma con rotundidad.
Ese es precisamente uno de los problemas de los nativos digitales, los centennials. Aunque son conscientes de que no deben compartir toda su vida en redes sociales, sí que las tienen integradas en su día a día. Son los verdaderos nativos digitales. La generación Z no recuerdan lo que era conectarse a internet a través de un módem ligado a la línea telefónica y no conciben un mundo sin Wi-Fi, YouTube o Instagram. Según el estudio anteriormente mencionado, pueden usar hasta cinco dispositivos a la vez (la media millennial está en tres) y son muy dependientes de la tecnología.
Es el caso de Javier. Tiene 22 años y reconoce que ayer lo pasó muy mal. Después de comprobar que las tres principales redes sociales que utiliza se habían caído, escribió por iMessage a una amiga para comprobarlo. "Se me hizo eterna la tarde, no sabía qué hacer, estaba muy aburrido y empecé a mirar TikTok pero también empezó a fallar. Entonces me puse a crear grupos de mensajería por otras aplicaciones para poder hablar con mis amigos y le terminamos cogiendo hasta el punto. Tengo que reconocer que no fui capaz de dormirme hasta que vi que volvía a tener servicio y eché un vistazo al feed y los stories. Tenía mono".