Sería ideal que todos los días tuvieras tiempo para sentarte con tus hijos en la cocina y pudieras ayudarles a resolver los deberes del colegio: allá un logaritmo, una conjunción subordinada, un esquema gramatical que incluso a ti te parece una guillotina para el cerebro. El problema es se te ha olvidado cómo resolver muchas de esas tareas, y repasar ese temario para poder ayudar a tu hijo te va a costar toda la tarde. Es momento de plantearse escoger un profesor particular.
Muchos padres tienen la misma duda: ¿Cómo acertar? ¿Se puede uno fiar del primero que trata de convencernos con ojos golosos de que es el adecuado para nuestros vástagos?
Te damos algunos tips para hacer tu elección con cabeza, pero también con el corazón y la intuición.
Con la llegada de Internet y las apps es mucho más fácil seleccionar un perfil adecuado a las necesidades educativas de tu hijo. Webs como EducAs, Teach-App o Tusclasesparticulares.com te permiten escoger por tipo de asignatura, horario, precio, y lo mejor es que funcionan por un sistema de rating. Podrás consultar los profesores mejor puntuados y leer opiniones de antiguos alumnos y padres que te pongan sobre la pista de cuál es el que necesitas.
El boca a boca siempre ha sido una buena manera de acertar con las decisiones, especialmente en un asunto como las clases particulares, donde el éxito la propuesta de cada profesor y su método se mide con resultados: si el alumno mejora, progresa y recibe apoyo, entonces es que las clases son adecuadas. No hay más.
Un buen profesor particular en tu casa no hace milagros, pero puede ayudar mucho a que un chaval no caiga en el fracaso escolar o vaya retrasado respecto a sus compañeros, y a menudo esto se comenta entre los padres que contratan estos servicios: el que es bueno en su trabajo, conoce las materias a la perfección y se prepara bien las clases, estará muy solicitado. Esa es la fuente más fiable de información. La satisfacción de otros clientes.
Por simple sentido común, y sobre todo, para frenar el intrusismo laboral y tener garantías de que te has fijado en una persona con conocimientos suficientes, deberías escoger profesores titulados, que cuenten al menos con el título bachillerato. Mejor todavía si poseen un título universitario relacionado con las asignaturas que se le han atascado en los huesos a la sangre de tu sangre.
Tendrás más garantías si escoges a una persona titulada en Filología para enseñarle los misterios de la lengua a tu hijo que a un fulano o fulana desconocidos curtidos en no se sabe qué. Depende también, por supuesto, del curso que se trabaje. Las matemáticas de primaria no tienen nada que ver con las de Bachillerato.
Muchos profesores particulares opinan que el tiempo estándar por sesión, la hora de rigor, puede ser demasiado. Hay tiempos muertos, sí o sí. Busca los que maximicen el tiempo y el conocimiento que pueden ofrecer, y luego ten una charla con tu hijo para saber si la sesión ha sido satisfactoria. Pagarás menos y te garantizarás que el tiempo empleado es de calidad.
Un profesor particular puede hacer bien su trabajo con dos sesiones semanales. No hay que fiarse de los que quieren vender muchas clases y muchas sesiones, a menos que la situación escolar y el retraso del estudiante sean enormes, en cuyo caso puedes plantearte ampliar el número de clases por semana.
Como en toda área competitiva, existe una guerra de precios en el terreno de las clases particulares, y esto genera muchas dudas entre los padres. Investiga el precio medio comúnmente aceptado y muévete en ese rango. Las clases particulares muy baratas suelen dar gato por liebre: profesores particulares con un volumen de trabajo tal que son incapaces de dedicarles una atención individualizada de calidad a cada uno de sus estudiantes. Si pagas un poco más, podrás exigir más. Cualquier trabajo bien hecho debe pagarse acorde a la calidad, y una buena clase particular, aunque te parezca algo cara, te ahorrará muchísimo tiempo y peleas con tus hijos.
Si estás al día de las materias que se le atascan a tu hijo y del contenido del curso, te será fácil comprobar una vez se haya ido el profesor particular si lo que tu hijo y él trabajan en clase está en consonancia con lo que se está trabajando en el aula.
Es importante que el profesor llegue a la sesión con un plan de trabajo para, una vez más, no tirar tu dinero (ni su tiempo). Es decir: tu hijo debería comunicarle por correo electrónico o Whatsapp qué parte de la asignatura desea trabajar en la sesión. Es fundamental escoger a alguien que tenga una dinámica de comunicación constante y se adapte con tiempo a las materias en las que tu hijo necesita refuerzo.
Este tipo de detalles marcan la diferencia, y son otra señal para saber que esa persona es la adecuada para tu hijo y hace bien su trabajo.
Un profesor particular debería enseñar, ilustrar y ampliar los conocimientos de tu hijo o hija, enseñarle cómo estudiar y repasar mejor, y resolver sus dudas. Su tiempo no sirve para fiscalizar que tu hijo termine esa interminable cantidad de deberes.
Tu hijo debe tener su tiempo para resolverlos por sí mismo, y consultar con el profesor lo que no haya sabido solucionar. Las dinámicas de profesor-particular-corrector-de-todo acaban siendo perniciosas, porque tu hijo se apoya en un conocimiento externo y acaba dependiendo del docente en exceso para resolver problemas o tareas a las que más adelante va a tener que enfrentarse solo en un salto al vacío. Spoiler: sale mal.