La última subida de la luz nos está llevando a situaciones inéditas, desde escrutar la factura y estudiar el contrato con el que estamos funcionando hasta replantearnos el uso de ciertos electrodomésticos. Por ejemplo, la plancha. ¿Es necesario hacer más gasto y perder tiempo? Depende. Lo que está claro es que debemos optimizar ese tiempo de trabajo. Podemos dedicar un tiempo mínimo a la plancha con un resultado máximo. Para saber cómo realizar esta alquimia perfecta hemos hablado con Pía Nieto, diplomada en Ciencias Domésticas, autora del libro 'Manual para organizar tu casa', un best seller que ya va por la cuarta edición, organizadora profesional y una influencer seguida por legiones de mujeres y ¡sorpresa! también hombres.
"Tengo muchos seguidores hombres. Entre mis clientes están los hombres divorciados que tienen que atender a sus hijos algunos fines de semana y padres jóvenes, que viven en pareja, pero necesitan saber cómo tienen que organizarse”, señala Pía Nieto. En el tema del planchado, esta simple distinción por edad ya crea dos perfiles distintos: "el hombre divorciado o separado con hijos más mayores está acostumbrado a vestir de una determinada manera y procura mantener ese nivel como sea. Llevar la ropa planchada es el vestigio de un tipo de vida y para mantenerlo plancha lo que necesite, aunque no sepa y tenga que aprender, por ejemplo, viendo los vídeos de mi web".
En el otro lado, los hombres más jóvenes, con una ropa que requiere menos plancha, pero con un interés creciente por los temas domésticos. "La gente joven empieza a disfrutar de cuidar de las cosas. A veces porque no han tenido un hogar; otras, porque no habían participado, pero lo han vivenciado. Poner algunas cosas en práctica les hace sentirse dueños de ese hogar".
"La plancha comienza antes de empezar a planchar. Comienza en la lavadora y creo que incluso antes. Mucho antes de poner la lavadora hay que leer la etiqueta de la ropa que vayamos a lavar y clasificarla según el color, el tipo de textil y el nivel de suciedad: los tres factores que nos llevará a elegir el programa más adecuado”, afirma esta experta.
Las lavadoras actuales son, en realidad, ordenadores con muchas prestaciones en los que podemos elegir no solo el tiempo de lavado, la temperatura del agua o las revoluciones del centrifugado, sino también el número de aclarados o el tiempo que la ropa va a quedarse en el tambor una vez acabado el ciclo.
Para Nieto las características de los tejidos es fundamental para realizar un buen lavado. La información de la etiqueta nos va a hacer seleccionar uno u otro programa. "Los tejidos sintéticos o con mezcla admiten lavados fríos a 30 grados para que ni el color ni la fibra del tejido sufran. En la ropa oscura, algunos vaqueros o algunas sudaderas, las manchas van a ser de roce o sudor. El lavado a 30 grados es suficiente, pero también hay que utilizar un buen detergente", explica Pía Nieto.
En caso de manchas, siempre hay que pretratarlas o, sobre todo si son manchas proteicas (por ejemplo, sangre o vómitos). Lo ideal en estos casos, dependiendo de la suciedad, es desmanchar con productos específicos: mezcla de amoniaco y agua, vinagre de limpieza o incluso lavavajillas.
Además de la temperatura, el programa y el tiempo de lavado, la carga del tambor es otro parámetro fundamental. La fuerza mecánica de la lavadora es la que logra limpiar y eliminar manchas. Si el electrodoméstico está muy cargado "la ropa no tendrá espacio, saldrá muy arrugada y tampoco estará limpia. ¿Cómo sabemos que está en la carga correcta? Cuando metemos el brazo hasta el fondo y sale sin dificultad", señala Nieto, que aconseja revisar lo que se vaya a la lavar antes de introducirlo en el tambor de la lavadora: "hay que meter la ropa abierta y desdoblada, asegurarse de que entra una sola prenda y mirar en los bolsillos".
Algunas lavadoras tienen programas para evitar las arrugas, aunque no se tienda inmediatamente después de acabar el ciclo de lavado. ¿Funcionan? "En mi caso no han funcionado. Si no se tiende en cuanto acabe el lavado, habrá arrugas. Cuando hay reparto de tareas estos procesos se complican: ellos suelen lavar y ellas planchar, a veces también se incorporan al reparto los hijos... Lo importante es planificar los turnos e intentar respetarlos", insiste Nieto. La razón es que si no hay agenda de colada, cuándo se lava y cuándo se plancha de manera consecutiva, es probable que se nos acumulen lavadora, mucha plancha y muchas arrugas difíciles de quitar.
Para Pía Nieto, si el lavado es importante el secado tiene igual o aún más importancia. "Si utilizamos secadora, ganamos tiempo", asegura. "No hay que tenerle miedo para nada. Las de ahora tienen sensores de humedad y peso. Y además podemos añadirle o quitarle revoluciones", añade.
Si secamos al aire libre, hay que tener en cuenta otras cuestiones. Depende, por ejemplo, de la época del año, del espacio que tengamos, de lo delicado del tejido, del tipo de prenda… Pero también hay consideraciones generales: "a la ropa hay que darle un buen estirón a la hora de sacarla de la lavadora y un segundo estirón conforme vayamos tendiéndola. Colgaremos en perchas de plástico, entre 43 y 45 centímetros, las camisas y la ropa que pueda ir en percha, siempre nivelando el peso. Las camisas y polos con el primer botón abrochado y los pantalones tipo chino, con la cinturilla extendida, porque siempre cogen mucha humedad, o incluso boca abajo", explica esta experta.
¿Qué ocurre con piezas grandes, como manteles, sábanas y toallas? "Hay que doblarlas por la mitad y poner pinzas, si es necesario, en los laterales para que no se marquen".
Ya sea con secadora o al aire libre, el paso para evitar la plancha es aprovechar la humedad residual. Los tejidos cien por cien naturales acumularán arrugas, pero si tienen un porcentaje de nylon o poliéster bastará con plancharlos a mano. "Usaremos esa humedad que queda para estirar o planchar las prendas a mano. Si no podemos hacerlo inmediatamente, tendremos que aplicar humedad", explica Nieto. Esta humedad se consigue a través del vapor de la plancha o humedeciendo nosotros mismos las prendas.
La experta también recomienda el suavizante, un detergente tensioactivo, para facilitar incluso el planchado manual. "El suavizante elimina la electricidad estática, pero hay que ser cuidadosos con la dosis. Si nos excedemos y no está bien aclarado, se va introduciendo en los tejidos, cambiando sus propiedades y dándoles un tono parduzco".
Si no hay tiempo para este planchado manual o una sesión de plancha rápida, hay que ser cuidadosos con el almacenaje de la ropa: "Si se dobla o se guarda de cualquier manera y pasan los días, van a formarse muchas arrugas", señala Pía Nieto para quien es fundamental "vincular el momento de plancha y colada. En realidad, la plancha, por mínima que sea, marca todo el proceso hacia atrás".
Si no queremos dedicarle mucho tiempo a la plancha, tendremos que ser selectivos con los tejidos que entran en casa. Por ejemplo, las camisas que compremos serán preferiblemente anti-arrugas, la ropa de cama con poliéster y los manteles, mejor sellados con parafina para evitar manchas y arrugas… Pero no nos libraremos del electrodoméstico. "En una familia pequeña, cualquier plancha puede valer. Con muchos miembros es aconsejable un buen centro de planchado. Hay que tener espacio, gastan porque tienen mucha potencia, pero son muy rápidos y nos hacen ahorrar tiempo". Para que cumplan bien su función, hay que mantener los filtros limpios, una tarea que también se extiende a la lavadora: "esta limpieza debe ser semanal y mensual. Si en el desagüe quedan restos de suciedad, detergente o suavizante, la ropa saldrá manchada", señala Nieto. Y cuanto más haya que tratar un tejido, se deteriorará y arrugará más.