Cómo hablar de la pubertad con tus hijos adolescentes: los mejores momentos, las preguntas adecuadas y lo que debemos evitar
Si aún no lo has hecho, no te culpes: hablar de sexo con tus hijos no es una medida de amor.
El método del cuaderno o el del periódico abierto pueden ser efectivos para comenzar a hablar de temas importantes.
Las conversaciones importantes entre padres e hijos adolescentes nunca deben tener lugar en situaciones de crispación.
La pubertad siempre es una cosa rara. Cuando la experimentas porque parece que tu cuerpo va para un lado y tu cabeza por otro. Y cuando somos padres porque no resulta fácil abordarla con nuestros hijos. "Cuando crees que tienes que hablar con ellos, probablemente es tarde y ya tendrías que haberlo hecho. Así que mi consejo es que lo hagas cuanto ante", afirma la pediatra americana Cara Natterson, autora de varios best-sellers sobre paternidad y adolescencia. Si has caído en la cuenta de que ya vas tarde y de que es hora de tener LA conversación con tus hijos estos son los aspectos básicos que, según Natterson, hay que tratar.
¿Cuál es el mejor momento?
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Es algo complicado de identificar. A veces hablamos con ellos cuando no están preparados; otras, hemos esperado demasiado; les damos muy poca información o mucha… Es fundamental conocer cuál es nuestro estilo de crianza. Algunas dinámicas entre padres e hijos son proactivas, pero otras no lo son en este aspecto. Y no hay que culparse por ello. Puede ser que no haya una buena comunicación entre padres e hijos o que se sientan avergonzados ante ciertos temas. Eso no significa que no haya un vínculo de cariño. No hablar de ciertos temas no es una medida de amor.
¿Cuándo hacerlo? Cuando se ha creado un clima de confianza relajada. Por ejemplo, después de un día de actividades placenteras, las que sepamos que más les gustan. El objetivo es crear un ambiente agradable donde la comunicación fluya. En ningún caso debe hacerse en un momento de conflicto para no asociar la gestión de las emociones y el cuidado del cuerpo a algo desagradable.
¿Hay alguna manera creativa de empezar la conversación?
Cada familia puede inventar su sistema. Uno especialmente útil es el del cuaderno. Los hijos escriben las preguntas en él y se lo pasan a los padres para que anoten las respuestas. Los padres también pueden preguntar. Es un buen método en caso de timideces extremas.
Otras veces los hijos sí se atreven a hacer preguntas y son los padres los que lo pasan mal, ya sea porque no les criaron así o porque no conocen las respuestas. En estos casos, podemos fiarnos de lo que dicen los expertos buscando juntos, por ejemplo, contenidos de calidad en internet. La mayoría de médicos, psicólogos y terapeutas tienen su espacio online, así que es fácil dar con los argumentos adecuados.
Si, por el contrario, los adolescentes son demasiado tímidos, podemos animarles viendo con ellos alguna película sobre el tema o comentando alguna noticia relacionada con lo que queremos hablar. A veces, basta con dejar abierto un periódico o una revista con la información de lo que nos gustaría tratar para iniciar la conversación o, simplemente, que conozcan buenos argumentos de primera mano.
¿Hablar de sexo, porno o masturbación… sí o no?
La cuestión es saber si es mejor anticiparnos o esperar a que el adolescente haga sus propios descubrimientos. La mayoría de los padres creen que siempre es demasiado pronto, pero las estadísticas no engañan. Las cifras de consumo de porno online indican que la edad en la que se empiezan a ver estos contenidos es cada vez más temprana. Sí, nuestros hijos forman parte de la estadística. Según la experta, el objetivo es darles herramientas para que sean críticos y entiendan que el porno online no refleja la realidad y que algunos contenidos son en sí mismos perjudiciales. Hay que estar disponibles para que nos pregunten y sientan que estamos ahí para ayudarles, no tanto para amonestarles.
En cuanto al sexo, el mensaje que hay que transmitir, según esta experta, es que siempre hay que practicarlo de manera sana (no como se muestra en el porno) y que siempre debe primar el respeto hacia uno mismo. Ellos serán los que construyan sus relaciones, por eso es básico que tengan una perspectiva saludable y respetuosa.
¿Es necesario hacer distinciones entre chicas y chicos?
No parece necesario, a pesar de que ha sido una dinámica habitual. La gran transformación que se da en la pubertad no tiene solo que ver con los órganos reproductivos, sino con otros cambios físicos, emocionales e incluso sociales. De repente, nuestros hijos cambian de gustos, de intereses y hasta de amistades. La entrada en acción de estas nuevas hormonas y la poda sináptica, esas conexiones neuronales que desaparecen si no se han usado lo suficiente, son lo realmente importante.
La diferencia fundamental entre los adolescentes chicos o chicas no tienen nada que ver con el sexo o la anatomía, sino con las actitudes culturales que aún tenemos respecto a los géneros. Por esta razón, la pubertad en las chicas ha sido siempre algo que había que tratar (la consabida conversación sobre menstruación), mientras que la de los chicos merecía muchos menos comentarios. El más habitual, ante ciertos momentos, tiene que ver con los preservativos y suele darse entre padres e hijos.
Ahora se llega a la pubertad antes, ¿cómo afecta a la relación con sus padres?
Es importante saber esto. Las hormonas implicadas en el proceso (estrógenos y testosterona) entran antes en acción y tienen profundos efectos en su cuerpo. Es frecuente que empiecen a dares entonces cambios importantes de carácter: la famosa 'edad del pavo' en todo su esplendor. A la pubertad se llega a hora incluso a los nueve años, y las propias niñas no saben manejarse con este torrente hormonal. A los chicos les pasa algo parecido, aunque su reacción tenga más que ver con la introspección, la rabia o los comportamientos agresivos. En ese momento, hay que explicarles que es normal que tengan cambios de humor, que están creciendo y que poco a poco irán acostumbrándose a estos nuevos compañeros de viaje.
A los padres hay que recordarles que sus hijos siguen teniendo la edad que tienen. Siguen siendo pequeños, aunque el baile de hormonas haya empezado. Esto es importante porque si se les empieza a transferir responsabilidades demasiado pronto pensarán que pueden saltarse otros límites y habrá problemas.
¿Internet y las redes sociales influyen en cómo se vive la pubertad?
Durante años los pediatras han aconsejado mantener alejados a los niños y jóvenes de internet y de las redes sociales. Pero la pandemia lo ha cambiado todo porque ha hecho de lo online algo necesario para aprender, relacionarse y disfrutar del ocio. Las pantallas ya no son el enemigo en sí mismo, sino el uso que se haga de ellas.
Esta realidad tampoco hace de las pantallas algo intrínsecamente bueno. Aún hay mucho acoso escolar online y las adicciones a los vídeo-juegos o a las ciber-apuestas online. Como padres, hay que ejercer cierto control parental tanto en los tiempos de uso como en el consumo de contenidos. Todos aquellos que muestren una adolescencia ‘adulta’ e inapropiada no deberán estar en la playlist de nuestros hijos. Y también hay que explicarles por qué no es el momento de ver según qué cosas: puede que su cuerpo sea el de un mayor, pero su mente es todavía el de alguien que necesita los límites y los cuidados que solo saben dar los padres.