Mirando fijamente al periodista que ese momento la entrevistaba en televisión, Diana de Gales dijo ante 20 millones de británicos lo que todos pensamos: "En un matrimonio, tres son multitud". Era noviembre de 1995 y se refería así a la serpenteante historia de Carlos de Inglaterra y su entonces amante, Camilla Parker-Bowles. Antes, las declaraciones del heredero al trono sobre sus aspiraciones a ser el támpax de Camilla ya habían dado la vuelta al mundo.
No es la primera vez que un personaje relevante admite haber pillado a su pareja en lances amorosos. Otros no lo han hecho, pero no han tenido más remedio que enterarse por los medios de comunicación. La revista 'Diez Minutos' publicó en febrero de 1989 las fotos del fin de semana que Marta Chávarri y Alberto Cortina habían disfrutado en Austria mientras ambos seguían casados: Chávarri con Fernando Falcó, marqués de Cubas, y Cortina, con la empresaria Alicia Koplowitz.
La última 'pillada' ha sido la de Iñaki Urdangarin, esposo de Cristina de Borbón, y Ainhoa Armentia, analista-contable de 42 años, recién separada y madre de dos hijos. Según parece, la historia nació mientras trabajaban en la empresa vitoriana donde el duque de Palma ha empezado a trabajar después de salir de la cárcel por el caso Noos.
¿Cómo evolucionará la historia? Nadie lo sabe, pero lo que sí sabemos es que los hijos de la familia Urdangarin-Borbón ya han sido informados de la nueva situación familiar.
El primero en hacer comentarios al respecto ha sido un tranquilo Pablo Urdangarin. El joven ha dado una auténtica lección de cómo ser famoso y tratar con los medios. "Nos vamos a querer igual", ha asegurado el hijo mayor de Iñaki y la infanta Cristina desde Barcelona, donde entrena con el equipo de balonmano del Barça. "Todos estamos tranquilos", ha dicho también midiendo sus palabras. "Es un tema familiar, son cosas que pasan", afirmaba con aplomo antes de cerrar la frase: "Tenemos que hablarlo". ¿Cómo se habla? ¿Cómo se comunica un cambio vital de esta importancia?
"Lo primero que tendría que hacer Urdangarin es analizar si la persona con la que parece haber iniciado una relación es realmente importante en su vida o es algo pasajero. Si no lo tienes claro y al final la historia no merece la pena, puedes crear inestabilidad emocional en tus hijos", afirma la psicóloga y terapeuta de pareja Lara Ferreiro.
El tiempo también indica si se trata o no de una relación afianzada. "Lo ideal es que los hijos sepan con tiempo que los padres se van a divorciar, y que ahora hay una nueva pareja. No es aconsejable que sea algo tan seguido porque los hijos no tienen tiempo de asimilarlo", explica la terapeuta.
Es importante ser sensible a los sentimientos de la persona agraviada. "Hay que ser exquisito con la persona que ha sido abandonada, ya sea el padre o la madre, porque si está muy afectada, lo habitual es que los hijos se pongan de parte de ella", señala Ferreiro. En ese caso, sería una situación más complicada de comunicar y, sobre todo, de superar. La unidad familiar estaría más cerca de romperse.
"En terapia oigo que la nueva pareja organiza alguna actividad para 'casualmente' encontrarse con los hijos. Nunca hay que hacerlo así. Necesitamos tiempo para explicar la situación y expresar que es una persona importante para ti, que a tus hijos los quieres muchísimo y que necesitas su apoyo", explica la psicóloga.
En el momento de comunicar que existe una nueva pareja es importante utilizar un lenguaje delicado y no cometer 'sincericidios': dar demasiados datos o expresarse de manera muy cruda. "A los hijos no hay que mentirles ni decirles cosas dolorosas, pero hay que ser honestos con ellos", asegura Lara Ferreiro.
Es importante insistir en esta idea: la pareja del padre o de la madre puede cambiar, pero las relaciones de amor, respeto y cuidado del núcleo familiar no cambian. "Las nuevas parejas no sustituyen al padre o a la madre, no desplazan a nadie. Los hijos siguen siendo la prioridad de los padres y sus rutinas básicas no van a cambiar. Si no se deja claro, parece que flota una idea de abandono o que las relaciones familiares van a ser diferentes", según Ferreiro.
Con todo, "lo normal es que los hijos se pongan a la defensiva, que entren en escena los celos y que piensen que van a dejar de ser el centro de atención", advierte la terapeuta.
Cuando se comunica que la familia que conocías ha cambiado, hay que contar con que cada hijo necesita una manera de comprender la situación. La escucha activa es más importante que nunca. Lo ideal sería ceder a cada hijo un espacio y un tiempo para permitirles que se expresen. Cada uno tiene sus propias emociones y dificultades para asimilar la situación. Es bueno saber qué sienten y qué quieren decir, aunque lo hagan con ira y frustración. Como adultos, debemos escucharlos sin sentirnos agredidos y haciéndonos responsables de su dolor. Si la empatía y la escucha activa no eran nuestros fuertes, ha llegado el momento de emplearse a fondo.
Depende de la situación. "Si hay divorcio, tienen que contárselo a los hijos los dos padres. Pero si, de momento, se trata de decir que hay otra persona en la vida del padre, tendría que hacerlo solo Urdangarin", asegura la psicóloga. Es frecuente que los sentimientos no sean simétricos; es decir, que un miembro de la pareja siga enamorado y el otro, no. Enfrentarse ante los hijos sería muy doloroso para el que es abandonado.
¿Y si la reunión se produce con toda la familia reunida? Solo es aconsejable si somos capaces de mantener una conversación sosegada y constructiva. En cualquier caso, juntos o por separado, el compromiso de los adultos es la no-agresión. No debe haber insultos, juicios de valor o desprecios hacia la otra figura. El objetivo es disipar cualquier temor para poder construir una nueva vida en familia.