Lucía Galán es la prescriptora número uno de la pediatría en España. Su compromiso con la divulgación y la información veraz la han hecho merecedora de distintos premios y reconocimientos, entre ellos Mejor Divulgadora de España por la Organización Médica Colegial y el Premio e-Health Awards #SaludSinBulos. En 2019 y 2021 la revista Forbes la ha reconocido como uno de los mejores médicos de España.
Acaba de escribir 'La vida va de esto' (Planeta), un libro sincero e inspirador, cargado de experiencias personales, que enseña a abordar los temas que nos preocupan a todos los padres: cómo gestionar el no dormir cuando nace un bebé, cómo tratar a los adolescentes ("los conflictos con nuestros hijos se resuelven con palabras y comprensión, y no con portazos e insultos"), la primera regla de tu hija, cómo tratar el tema de la muerte con los niños, cómo cuidar la relación de pareja ("Lo que no tiene solución es la violencia. Ante ninguna circunstancia debemos tolerarla"), sin olvidar la importancia de la asertividad y la salud mental. Con ella hemos hablado de estos temas y de algunos muy importantes en la estructura familiar: la implicación de los abuelos y de cómo es la maternidad en edades tardías.
La adolescencia es una edad complicada para padres e hijos, ¿pueden hacer los abuelos una labor de intermediación?
Depende, como diría un buen gallego. Lo ideal es que los padres lleguen a la adolescencia con los deberes hechos. Es decir, que al igual que nos preparamos para la llegada de un bebé y sabemos que vamos a tener un hijo y nos compramos libros y vamos a talleres de cuidados para el recién nacido, antes de nuestro hijo llegue a la adolescencia también nos deberíamos de formar y de informar sobre los cambios que van a sufrir nuestros hijos, tanto a nivel físico como emocional. Con lo cual, creo que ese papel lo deberían hacer los padres. Pero, evidentemente, si los abuelos tienen una intervención desde el amor, acompañando, sumando y construyendo, fantástico.
¿Cuándo sería menos oportuno?
No sería positivo si los hijos adolescentes creen que la relación la han construido los abuelos, en lugar de los padres, que es lo natural. Intentemos nosotros formarnos e informarnos, y, por supuesto, toda ayuda es bienvenida, pero el timón del barco lo deben llevar los padres.
¿Cómo pueden ayudar los abuelos a sus hijos cuando son padres de recién nacidos o cuando son bebés?
Desde un acompañamiento respetuoso en el sentido de que hay padres que prefieren que los abuelos no tengan tanta presencia en casa. Y esto se ha de respetar.
Cuando hay un recién nacido en casa, todo gira en torno al bebé. ¿Crees que debe ser así?
Muchas veces se pone en el centro al bebé y se desatienden las necesidades y los deseos de la recién mamá, que, al final, es la que necesita mayores cuidados. La ayuda de los abuelos siempre es bienvenida siempre y cuando haya unas reglas de juego bien establecidas entre la pareja. La pareja es la que debe hablar y llegar al acuerdo sobre la manera en la que quieren gestionar las visitas de los abuelos y la relación que van a tener con los abuelos, sobre todo en las primeras semanas, que son las más complicadas.
En estos años, la maternidad y paternidad se ha ido retrasando. Ya es habitual tener el primer hijo pasados los 40. ¿Cómo pueden prepararse esos padres para algo tan demandante como la crianza?
De la misma manera que se prepara una mujer de 30 años. Al ser una primera experiencia, aunque sea diferente (no es lo mismo vivirla a los 30 que a los 40), sigue siendo una experiencia nueva para esa persona. La edad no debería ser un hándicap ni esa madre debería sentirse con la presión añadida de que no va a ser una buena madre por el mero hecho de haber tardado en tener su primer hijo. Somos madres maravillosas, maravillosamente imperfectas, y la edad no condiciona que seas una mejor o peor madre.
La familia es el primer entorno de un bebé y donde empieza a moldearse su salud mental. ¿Cómo podemos crear dentro de la familia entornos 'mentalmente sanos'?
Encontrándonos nosotros emocionalmente y mentalmente sanos. No podemos pretender criar o educar emocionalmente estables si nosotros no lo estamos. Esto es algo que yo vivo mucho en la consulta, cómo a veces vienen los padres en busca de ayuda y en busca de terapia con psicólogos para sus hijos, y tras una breve entrevista te das cuenta de que quienes necesitan terapia son los padres y que, desde un estado de ansiedad, de depresión o de miedo, es difícil educar a unos hijos para que sean emocionalmente estables.
Tu reflexión apunta a que nos observemos primero.
Cuidémonos nosotros primero. Cuidémonos para cuidar, y en el momento en el que nos veamos desbordados, tanto nosotros como nuestros hijos, entonces pidamos ayuda profesional. Pero pongamos el foco en nuestro propio bienestar emocional. Creo que es muy descriptivo el ejemplo del avión cuando se produce una caída de presión y se lanzan las mascarillas. Siempre nos insisten que primero nos tenemos que poner nosotros la mascarilla y luego la mascarilla al niño porque si el padre se queda sin oxígeno no va a poder salvar a su hijo. Aquí ocurre igual: cuando nosotros no somos dueños de nuestros pensamientos o nuestras emociones nos desbordan, es momento de pedir ayuda para ser capaces de cuidar de una manera más estable y más equilibrada a nuestros hijos.