Un mes de clases en casa: profesores de apoyo salen al rescate de padres desesperados
Dos expertos nos cuentan cómo han adaptado sus clases al estado de alarma
El aprendizaje es importante, pero también se ocupan de mantener alto el estado anímico de los estudiantes
Cuando se decretó el estado de alarma, Azucena organizó su casa como una trinchera en la que todo estaría milimétricamente calculado: horarios, ritmos, comidas, ejercicio físico, cocina y talleres de manualidades.
"Unas semanas más tarde, cualquier previsión ha saltado por los aires", cuenta riéndose de sí misma. "Por no quedar, no queda ni paciencia". Daniel, el menor de esta familia extremeña residente en Boadilla del Monte, reclama la atención continua de los mayores, Beatriz y Álex. Una estudia cuarto de la ESO y el otro se enfrenta al complicado reto de superar la Selectividad más tardía y excepcional de las últimas décadas.
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Azucena y Alejandro, padres y alma máter de la casa hasta ayer, declaran estar al punto de la deserción. Pero aún les queda una balsa de salvamento que está resultando infalible en muchos hogares para salvar el curso sin que les sobrepase: los profesores particulares.
En este giro rocambolesco que el coronavirus ha dado a la vida estudiantil de todo el mundo, estos profesionales no bajan la guardia. Con la manga siempre remangada van adaptando sus clases a cada nueva medida que, como todo lo que ocurre ahora, tendrá el carácter de lo excepcional. "La recta final del curso escolar ha pillado a todos desencajados: docentes, padres y alumnos. Es difícil pedirles que mantengan la calma si el mes de abril avanza y aún no saben bien si deben avanzar temario, reducir contenidos o si se les evaluará solo sobre lo que ya hicieron", explica Carlos Borrego (Tel. 627 75 66 39), economista, opositor y profesor de apoyo para casi todas esas materias esenciales: matemáticas, economía, inglés… Desde Primaria hasta la Selectividad.
Mercedes de Castro, física y directora de la Academia Atlántida, ha trasladado todas sus clases de apoyo al mundo virtual con una red de profesores que cubre todas las asignaturas. "Afortunadamente, la tecnología nos permite continuar con la misma dinámica que las aulas presenciales, impartiendo la teoría y resolviendo dudas y ejercicios". Lo dice fácil, pero detrás hubo una proeza: preparar todas estas herramientas y posibilidades tecnológicas en un tiempo récord, un fin de semana. "Tanto los alumnos como los profesores nos hemos adaptado a velocidad de vértigo", asegura.
La oferta de profesores particulares se ha disparado en las últimas semanas, como puede observarse en la plataforma on line de segunda mano Milanuncios. Matemáticas, física, química, biología, inglés y francés son las más demandas, sobre todo en Bachillerato. Sus honorarios suelen estar entre 10 y 30 euros la hora, aunque depende del nivel, el número de clases previstas o de si son individuales o grupales.
A medida que avanza el curso, se van sumando nuevos alumnos que, igual que Álex, se juegan mucho en los próximos meses. En esta transición de emergencia, los expertos han tratado de seleccionar las herramientas de trabajo virtual más adecuadas según la edad y los dispositivos disponibles; estos profesores han rediseñado el curso con rutinas y espacios de trabajo diferentes y también con actividades que capten la atención de los estudiantes.
Además de las clases en directo, Mercedes no deja de subir a Instagram ideas que pueden ayudar, desde libros y cine, hasta consejos para aumentar su rendimiento y "seguir con fuerza". En las circunstancias actuales, se esfuerza especialmente por crear un ambiente optimista y lleno de energía y motivación. "El aprendizaje -dice- es importante, pero también lo es el apoyo emocional. Hay alumnos que ya están sufriendo los problemas económicos que derivan de esta crisis o la pérdida de familiares a los que no han podido decir adiós. Cada uno necesita un trato individual y nuestra tarea como profesores de apoyo es detectar qué necesidades tiene, dónde flaquea o qué dificultades está encontrando".
"El alumno siente que hay un acompañamiento y le ayudamos a mantener unos hábitos de trabajo", corrobora Carlos. Habla como profesor y saca doblemente pecho como padre de una niña de 10 años. "La pandemia nos ha expuesto a un desafío muy complicado y muchas preguntas van quedando en el aire". Todo transcurre caótico y entiende que muchos padres se encuentran a estas alturas más que superados por las circunstancias: un aislamiento que se va prolongando sine die, parón económico, convivencia full time, teletrabajo y espacios para trabajar que parece que se van achicando por momentos. Por si fuera poco, los estudiantes trabajan sin fechas ni plazos definidos.
En este batiburrillo de dificultades que deslucen el calendario escolar, tanto Mercedes como Carlos tienen claro que su papel es decisivo para resolver dudas, organizar el estudio, practicar ejercicios y preparar exámenes, pero también para mantener el optimismo. A pesar de la buena voluntad, el malestar se advierte en las redes sociales. Todo hace presagiar que el curso se cerrará con una manga muy ancha, pero ambos son conscientes de que transmitir ese mensaje aumentaría la desgana y la pérdida de motivación para seguir trabajando. Creen que, antes incluso de empezar el próximo curso, la figura del profesor particular va a ser importante para reforzar algunas materias y competencias básicas. Es el panorama que viven unos 9,5 millones de estudiantes solo en España. Son circunstancias muy difíciles, pero lo último que podemos hacer es desertar.