El tiempo dedicado al Servicio Social, tarea obligatoria para las mujeres durante el franquismo, ya computa para obtener el mínimo de cotización exigido para acceder a la jubilación anticipada. Así lo estipula la Sala de lo Social del Tribunal Supremo, que equipara esta circunstancia de las mujeres con el Servicio Militar de los hombres, que desde hace poco también cuenta para su jubilación.
Pero, ¿qué fue exactamente el Servicio Social y qué supuso para las mujeres de la época?
La Sección Femenina fue la rama femenina del partido Falange Española, y posteriormente de FET de las JONS. La Sección Femenina fue constituida en Madrid en 1934 y estuvo en vigor hasta 1977, dos años después de la muerte de Franco. La liquidación de la dictadura supuso también la liquidación de la entidad, impregnada de catolicismo, con dos referentes claros: Isabel La Católica y Teresa de Jesús.
Fue dirigida desde su nacimiento hasta su cese por Pilar Primo de Rivera, hermana del fundador de Falange. Entre sus objetivos, moldear física y espiritualmente a la mujer española, de la postguerra a los años más prósperos del Desarrollismo.
La principal tarea de la Sección Femenina fue la creación del Servicio Social, implantado a través de las Escuelas de Hogar, que podían ser propias, ubicarse en centros educativos, como ocurrió, por ejemplo, en el Instituto Beatriz Galindo de Madrid, o realizarse en campamentos creados específicamente para eso.
A partir de los 15 años, las jóvenes españolas estudiaban, según estas modalidades y hasta que formaran una familia, las siguientes asignaturas: economía doméstica, corte y confección, lavado, plancha, puericultura e higiene, religión, nacional sindicalismo e historia de España. Todo, según sus fundadoras, en un espíritu de “brillante alegría”, en ambiente de “luz y cuidados detalles”, según explica en una revista de la época la condesa de Mayalde, una de sus más acérrimas partidarias.
Educar a las mujeres, formarlas, adoctrinarlas y hasta tutelarlas eran los principios de la Sección Femenina. Las integrantes de este cuerpo recibían todos los días un mensaje con los siguientes contenidos: quién era la mujer española, cómo debía comportarse y cuáles tenían que ser sus expectativas. Los 'mantras' pasaban a todos los sistemas de difusión posibles: radio, libros, revistas, también, poco a poco, en los centros escolares, además de madres, abuelas y el resto de la familia. Nada ni nadie quedaba fuera de su influencia.
La Sección Femenina impuso un único modelo posible: el falangista. Y utilizó todos los recursos para moldear y ‘clonar’ un mismo tipo de mujer ideal que, por supuesto, tampoco podía acceder a todos los ámbitos.
El adoctrinamiento era completo, desde su papel en la sociedad hasta el rol que jugaban en la familia. El hogar era el destino ideal, y en caso de querer trabajar fuera de casa (concepto bastante improbable en el franquismo), lo mejor: ser enfermera.
La Sección Femenina también produjo un modelo emocional: entrega, renuncia, sacrificio, abnegación y alegría como sentimientos que debían predominar en las mujeres. Sin embargo, la alegría de la Sección Femenina no es ‘alegre’. Se trata de sonreír, mostrar conformidad y jamás quejarse.
La organización también adoctrinaba sobre qué emociones había que evitar. Entre ellas, destaca el malhumor, las actitudes severas y los celos. Bajo el estereotipo de que las mujeres eran más sentimentales y proclives a lo emotivo, predominaba un discurso de control sobre los sentimientos. Mejor no compartir y guardar silencio. En los años 40 y 50, como vemos, aún no hay rastro de Inteligencia Emocional.
Las mujeres de la Sección Femenina también mostraban una forma determinada de andar y de comportarse: la fémina ideal camina pausada, no habla alto, no hace aspavientos, es recatada e, insistimos: siempre sonríe. También tenía modelos que evitar: la mujer republicana, la mujer comunista y la mujer feminista; las mismas que se contraponían en el contexto histórico. Y no es extraño porque uno de los principales objetivos de la organización, completamente alineada con la dictadura, es precisamente acabar con los derechos que la mujer había adquirido durante la República
Las mujeres, en definitiva, mejor en el hogar al frente de la vida doméstica. Paradójicamente, mientras imponían un modelo de feminidad vinculado al hogar, Pilar Primo de Rivera, Cecilia Jiménez, una de las jefas de la Sección Femenina, y otras mujeres relevantes de la organización ocupaban lugares de poder en espacios públicos. Se consideraban a si mismas la élite, las responsables de transmitir un mensaje absolutamente necesario para la maquinaria de la dictadura.
Lo más importante de la Sección Femenina lo ha dicho la propia Sección Femenina. Recogemos los principios más definitorios de la organización expresados por la propia Pilar Primo de Rivera:
Pilar Primo de Rivera y sus discípulas también se encargaron de regular la vida íntima de las mujeres españolas. El control de las propias pasiones y la abnegación siguen siendo los principales valores. Y el hombre domina por completo el ámbito sexual.