Judith tiene 53 años y dos hijos en edad escolar. Vive en Madrid, y todavía no sabe lo que va a pasar con el comienzo del curso educativo. Como ella se encuentran miles de familias que se debaten entre llevar a sus hijos al colegio - cuando estos abran - o dejarlos en casa. El problema adicional viene con el eventual fin del teletrabajo. ¿Con quién dejar a los niños entonces? ¿Es seguro dejarlos con los abuelos?
El carácter preferente del teletrabajo finaliza el próximo 21 de septiembre, dos meses después de que el Estado de Alarma dejara de tener vigencia legal (30 días después de su decaimiento, el 21 de junio). Sin embargo, numerosas empresas están volviendo a llamar a filas a sus empleados, a pesar de los numerosos rebrotes que se están sucediendo por todo el país.
Con los padres en el trabajo y las escuelas cerradas por el momento, sin un horizonte claro al respecto, sin planes específicos por parte del Ministerio de Educación ni de las Comunidades Autónomas, Judith no sabe qué van a hacer a partir de septiembre. "Mi marido y yo tenemos que volver al trabajo a partir del día 1, y unos días nos podemos apañar, pero si se alarga estaríamos muy limitados", nos cuenta.
Además, se suma una situación en la que también se ven muchas familias: los abuelos, con quien en circunstancias normales se podrían quedar los nietos, son personas de riesgo, muy vulnerables a la COVID-19. "En nuestro caso mis dos suegros tienen enfermedades de base y, además, mi padre tiene mal un pulmón y es diabético, así que ni nos lo planteamos", dice.
"Ahora están diciendo que, posiblemente, con la situación actual de la pandemia, en Madrid las clases no serán 100% presenciales. Pues no sé qué vamos a hacer. ¿Van a venir los políticos a cuidarnos a nuestros hijos?", se queja amargamente Judith.
Para el epidemiólogo Pedro Gullón "deberíamos pensar en cómo queremos cuidar de los pequeños, y qué actividades queremos priorizar. Todas las actividades que abrimos aumentan el riesgo, la decisión política es cuáles abrir y qué priorizar. En España se ha priorizado la apertura económica (por ejemplo con la hostelería por su importancia en España) sobre otras actividades como las escuelas. Ambas aumentan el riesgo de COVID, pero unas hacen una función social esencial (no solo la educación, sino el cuidado y la socialización de los niños), mientras que otras tienen su efecto en el sistema productivo".
Actualmente, y con la previsión de aumento de casos generalizado, el experto cree que ahora se debería priorizar la apertura de las escuelas. "Si para eso hay que disminuir la transmisión, merece la pena cerrar otros lugares (como los bares), creo que sería necesario. Igual con los centros de trabajo, con la transmisión actual deberían fomentar el teletrabajo salvo que sea estrictamente necesaria la presencialidad. No es especialmente conveniente que las personas mayores se queden al cuidado de los más pequeños. Son más vulnerables a las consecuencias del COVID y hay que protegerles. Eso no significa que no se vean (también es necesario por salud mental), pero no es lo mismo verse en situaciones controladas que hacer un cuidado continuo", explica.
Hasta finales de este mes no se llevarán a cabo reuniones entre las Comunidades Autónomas, el Ministerio de Educación y el de Sanidad para intentar plantear un escenario realista de la situación. Aunque las competencias de educación estén transferidas a las CC.AA., estas siguen esperando instrucciones generales sobre cómo actuar en cada situación.
"Estamos en la fecha en la que estamos y no sabemos si podremos llevar a nuestra hija al colegio", se queja David, de 57 años. "Otros años podíamos tener la salvaguarda de los abuelos, pero este año es imposible. Uno de ellos falleció por COVID y el otro tiene mucho miedo incluso de salir a la calle, por lo que dejar allí al crío es impensable y una temeridad", nos cuenta.
A estas alturas de la pandemia ya conocemos que las personas más vulnerables son aquellas con mayor edad y que tienen otro tipo de patologías de base, como diabetes, hipertensión sin controlar o problemas respiratorios. Las estadísticas no dejan lugar a dudas: más de un 80% de los fallecidos por COVID-19 en España tenían más de 70 años.
No obstante, cuando si no queda más remedio "poco se les puede decir a los padres, porque también necesitan dejar a alguien el cuidado de los niños. La situación ideal es que no los dejen con personas con más vulnerabilidad (personas mayores o con condiciones que puedan empeorar la COVID), y es importante que intenten buscar alternativas, pero en muchas ocasiones, es que no la tienen", explica el epidemiólogo.
Si no queda otra, las recomendaciones son las ya conocidas: lavado de manos, intentar, si son pequeños, que lleven algún tipo de mascarilla, que los abuelos la lleven siempre puesta también en el interior, distancia personal, etc.