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Palabra de experta: la dieta del bocadillo o cómo es posible bajar tripa cenando cada día uno diferente

  • Deshacernos de los temidos michelines es más complicado a partir de los 50 debido a la ralentización del metabolismo

  • La dieta del bocadillo se basa en la reducción de la grasa pero no de los hidratos de carbono

  • Terica Uriol explica que, siguiendo su plan, se adelgaza un kilo a la semana y sin efecto rebote

Bocadillo, adelgazar y dieta son tres palabras aparentemente incompatibles. Al menos hasta que conoces a Terica Uriol, Licenciada en Farmacia y Ciencia y Tecnología de los alimentos y autora del plan que está revolucionando el mundo del adelgazamiento. Pese a que cenar un sándwich no es siempre la mejor opción para bajar tripa, si lo haces de la mano de un experto y cubriendo las necesidades nutricionales de la jornada es una opción válida. La experta asegura que no hay nada más español que los bocadillos, tan importantes para nosotros como para los italianos la pasta o para los asiáticos el arroz y que con su pauta "se adelgaza un kilo a la semana y sin efecto rebote". Hablamos con ella para que nos explique en qué consiste 'La dieta del bocadillo' y por qué es especialmente interesante para los mayores de 50.

Hasta 100 bocadillos aptos diferentes

La base de esta dieta es la pirámide nutricional. Sin trampa ni cartón. Todos la tenemos en mente y simplemente la experta nos enseña a interpretarla. "Lo más importante son los hidratos de carbono: arroz, pasta, patata y pan, siendo este último el principal. Después, tenemos las frutas y las verduras, en menor medida las proteínas y arriba del todo las grasas, que durante el adelgazamiento vamos a intentar eliminarlas casi por completo", explica Uriol.

Entonces, ¿en qué consisten las comidas de un día normal? Hay que partir de la premisa de que, para estar sanos, debemos comer de todo. "A medio día, una vez a la semana tomaremos arroz, otro pasta, otro legumbres y los cuatro restantes, un primero de verduras, ensaladas, sopas, purés, gazpachos… con carne roja que aporte hierro un día, otro pescado blanco, el siguiente azul y por último, pollo o pavo".

Por las noches, nuestro bocadillo. No tiene por qué ser repetitivo, tampoco vegetal o de jamón york. "Simplemente debe ser una combinación baja en grasa para que el organismo empiece a tirar de las reservas que tenemos y eso nos ayude a adelgazar". Hay más de cien opciones: jamón serrano (sin la grasa) con tomate, atún y pimientos, pollo a la plancha con lechuga, tomate y queso light, pepito de ternera muy limpio de grasa… "La idea es tener cada jornada el hidrato con el aporte de calcio, de hierro, de omega 3… así con las comidas principales cubrimos el espectro nutricional", apunta la tecnóloga de los alimentos.

La clave: eliminar la grasa de la dieta

Después de ver que las comidas y las cenas son dignas de cualquier alimentación al uso, nada tiene que ver con cenar un yogurt natural a secas, nos preguntamos dónde está el secreto del adelgazamiento si seguimos esta pauta. La respuesta es sencilla: en la grasa. En reducir su consumo al mínimo posible, ya sea vegetal como animal y, también, incidiendo en la forma en la que se consume. "Debemos tener claro que todos los tipos de grasas engordan igual y si tomamos más cantidad de la que quemamos, se va directamente al tejido adiposo, es decir, al michelín. Nuestro cuerpo no diferencia si es la de un aguacate, fruto seco o corteza de cerdo. Cada una tiene sus propiedades, pero en el tema de la pérdida de peso, todas son exactamente iguales", comenta Uriol.

En un día, de todo lo que ingerimos, solo el 10% debe corresponderse con grasas, a ser posible crudas. "El aceite de oliva, que es la grasa vegetal por excelencia de España, con este plan se reduce y se toma siempre en crudo, porque el cuerpo no lo acumula igual. Es decir, si hacemos unas verduras cocidas o al vapor, en lugar de rehogarlas después con AOVE, es mejor echarles por encima un chorrito. Al hacer un filete, si es en la plancha o barbacoa evitémoslo siempre que sea posible", explica.

Aunque esto, a priori y por la forma que tenemos de cocinar puede resultar algo complicado, es cuestión de coger práctica. Pero si después de estas últimas líneas te has echado atrás, Terica nos cuenta que, durante la fase de adelgazamiento, sí que están permitidas salsas libres de grasas como puede ser el kétchup o la mostaza, que se pueden añadir tanto a la hora de comer como en los bocadillos de por la noche.

Eficacia óptima a partir de 50 años

Como ya sabemos, adelgazar a medida que envejecemos se vuelve una labor, en muchas veces complicada, esto es debido a la ralentización del metabolismo y a los cambios que nuestro cuerpo experimenta a medida que cumplimos años. "Quemamos menos calorías, nuestros músculos se atrofian poco a poco y la naturaleza nos avisa de que necesitamos menos comida, pero tendemos a desoírlo. Queremos comer lo mismo y no engordar, pero eso es imposible. Por eso, esta pauta nos enseña a volver a aprender a comer lo necesario para la nueva etapa que vamos a afrontar".

Cada persona que acude a la consulta de Uriol presenta unas necesidades diferentes, de ahí que se trate de una dieta totalmente personalizada y que la experta recomienda nunca hacer sin supervisión médica. "No es lo mismo una mujer que un hombre, tampoco una persona con colesterol, insuficiencia renal o un diabético. Ajustar el menú a las necesidades es especialmente importante en estos casos y eso siempre debe hacerlo un profesional con carrera universitaria", aclara la farmacéutica.

Antes de despedirnos, preguntamos a Terica qué es lo que diferencia su dieta del esto de planes que existen y su respuesta es clara: no existe el efecto rebote. "Con este plan se pierde un kilo a la semana en la primera fase y, además, no se recupera. Al tener la pirámide nutricional como base, lo único que tenemos que hacer para mantenernos es, con lo que hemos aprendido, incorporar de nuevo la grasa poco a poco. Yo enseño a comer bien el resto de la vida", concluye.