Salir a pedalear implica mantener la bicicleta en buen estado, lista para sacarle el máximo rendimiento. Este mantenimiento requiere lavarla después de cada uso no solo para que parezca recién estrenada sino porque retirar la suciedad alarga su vida útil y la de todos sus componentes. Al término de cada entrenamiento, paseo o carrera se acumula hasta en el último de sus tornillos barro, arena, sudor, incluso sal en las zonas de costa.
En Uppers hemos consultado con un taller especializado y nos han explicado cómo se limpia la bicicleta en profundidad para dejarla impecable y, lo más elemental, cómo limpiar la transmisión de la bicicleta. Es la parte de mayor relevancia porque es el sistema de piezas que transmiten la fuerza de las piernas hacia las ruedas, es decir, convierten esa fuerza en avance. Por tanto, su limpieza está directamente relacionada con su rendimiento que podría verse afectado hasta en un 3%, según los entendidos.
El consejo estrella es que te olvides de las mangueras de agua a presión fuerte porque podrías dañar los componentes sensibles.
Esto es lo que necesitas:
Antes de empezar la limpieza, comienza por retirar las dos ruedas y después los demás accesorios. Es el momento de rociar el cuadro con el limpiador diluido. No utilices un chorro de agua a presión porque en el cuadro se fijan todos los componentes de la bici como los rodamientos, el cambio o la suspensión y se podrían dañar. Una vez pulverizadas todas las partes, límpialas en profundidad con un trapo llegando a las zonas más ocultas como el pedalier, la horquilla o los frenos.
Después haz la misma operación con las ruedas. Pulveriza las llantas, los radios y los bujes con el jabón diluido y con otro trapo retira totalmente la suciedad.
En la transmisión también es necesario eliminar los restos de la caja de cambios: del cassette, del desviador, del plato y de los piñones. Aplica igualmente el líquido jabonoso en todo el conjunto y a continuación frota cada elemento con el cepillo. Presta atención a las roldanas porque acumulan mucha porquería.
Para la cadena, tener un limpiacadenas facilita la tarea. Tras rociarla con el desengrasante, provoca varios pedaleos lentos con el trapo sobre ella para que se fije la suciedad en él. El último paso es sumergir el cepillo en el desengrasante para lavar los engranajes y las crestas.
Una vez todo el conjunto esté libre de suciedad es imprescindible volver a engrasar la cadena y los componentes de la transmisión. Esta lubricación es tan relevante como la limpieza.
Otro de los consejos importantes es no montar los componentes y las ruedas hasta que todo esté completamente seco. Además, nunca se debe dejar que se sequen al aire libre, sino que es imprescindible hacerlo en profundidad con trapos limpios. En este caso son muy útiles los compresores de aire, pero a una potencia baja.
Aprovecha la limpieza porque es un buen momento para comprobar el estado general de todas las partes de la bicicleta. Se trata de una labor preventiva con la que podrás detectar averías, roces, holguras… y solventar a tiempo.