Este fin de semana, más allá de votar, es uno de los periodos en los que más desplazamientos se producen en España con la salida de vacaciones de muchos trabajadores que abandonan su hogar rumbo a su destino de descanso. Muchos de esos desplazamientos se producen en coche, por eso tenemos que estar atentos para tenerlo en perfecto estado antes de arrancar y emprender un viaje de bastantes kilómetros. ¿En qué te tienes que fijar para que tus vacaciones no empiecen con un disgusto?
Una de las claves son los testigos que nos aparecen en el panel y que, muchas veces, no sabemos ni qué significan, y eso que algunos llevamos viéndolos años. Los colores pueden ser una señal para nosotros, en especial cuando vemos un símbolo rojo, que debería alertarnos de que algo malo le ocurre a nuestro coche, aunque también nos avisa que no nos hemos puesto el cinturón de seguridad. En el caso del color ámbar suele informar de un fallo en algún sistema, desde la presión de los neumáticos hasta que una bombilla está fundida.
Ya que estamos con la vista, hay que prestar atención a los espejos retrovisores, ya que el color del humo que sale de nuestro tubo de escape. En caso de que sea blanco puede ser por el mal estado del sistema de inyección o del precalentador, sobre todo si es espeso. Pero si es negro ojo, porque se trata de una mala combustión y, si se mantiene, hay que ir al taller.
El que está acostumbrado a conducir sabe perfectamente cuando un sonido es extraño, uno que su coche no hacía antes y que le deja preocupado porque puede significar que hay alguna avería. En caso de que esto te ocurra, no dudes en acudir al taller antes de emprender tu viaje de vacaciones, que más vale prevenir que curar.
El olfato es otro de los sentidos que nos puede ayudar a detectar algún problema en nuestro coche, desde la goma quemada hasta a combustible, lo que significaría que hay algún tipo de fuga en el depósito que hay que solventar cuanto antes.
Quien lleva kilómetros a sus espaldas sabe cuando su coche tiene comportamientos extraños, como cuando empieza a dar tirones, pierde potencia o tiene dificultad para introducir una marcha. En cualquier caso lo ideal es ir directamente al taller, ya que puede ser una avería simple hasta una más grave que ponga nuestra conducción en peligro.