La ITV, siglas con las que se conoce popularmente a la Inspección Técnica de Vehículos, es un examen técnico que deben realizar todos los vehículos de manera periódica para poder seguir circulando por las vías públicas.
Este trámite, que se rige por el “Manual de Procedimiento de Inspección de las Estaciones I.T.V.” del Ministerio de Industria, Energía y Turismo, tiene el objetivo de reducir tanto el riesgo de accidentes en carretera como el impacto medioambiental de los vehículos.
Para ello, se revisan a fondo los distintos componentes del coche o motocicleta, es decir, la carrocería, las luces, los neumáticos, los frenos y las suspensiones, y se realizan pruebas de ruido y emisiones para comprobar que se cumplen con todos los requisitos exigidos para poder circular por las carreteras españolas.
La periodicidad de las revisiones de la ITV toma como punto de referencia la fecha de la primera circulación y varía en base de la antigüedad y el tipo del vehículo inspeccionado, siendo mayor para los vehículos antiguos y para aquellos destinados al transporte de mercancías y menor para aquellos vehículos que sean nuevos y estén destinados al transporte de personas.
Pasar la ITV es un trámite obligatorio para todos los conductores, que deberán cumplir el examen dentro de las fechas que le correspondan. Además, también están obligados a colocar la pegatina V-19, un adhesivo de color rojo, verde o amarillo que demuestra que se ha superado el examen, en una parte visible de su vehículo, ya sea en el ángulo superior derecho del parabrisas, en el caso de los coches, u otra zona, en el caso de las motocicletas.
De no cumplir la normativa, los conductores se enfrentan a multas que pueden ascender hasta los 500 euros, dependiendo del estado en el que se encuentre su ITV. Es decir: dependiendo de si se circula con una ITV caducada, una ITV desfavorable o una ITV negativa.
Actualmente, se calcula que en nuestro país cuatro de cada diez vehículos circulan con la ITV caducada, ya sea por despiste o negligencia. Este estado aparece cuando no se han realizado los exámenes dentro del periodo correspondiente y está penado con una multa de 200 euros. Además, el conductor que perciba esta sanción estará obligado a pasar el trámite de forma inmediata.
La ITV desfavorable o ITV negativa, en cambio, aparecen cuando no se superan los exámenes técnicos de la inspección. Estos resultados impiden que el conductor pueda seguir circulando con su vehículo, ya que este presenta defectos que comprometen su seguridad. No obstante, entre ambos casos existen varias diferencias.
Una ITV se considera desfavorable cuando el vehículo presenta varios fallos que impiden su correcta circulación, como un retrovisor roto o unos frenos en mal estado.
En estos casos, los conductores pueden abandonar la estación de la ITV con su moto o automóvil, pero estarán obligados a reparar los desperfectos en un plazo máximo de dos meses y solo podrán circular con su vehículo para acudir al taller y volver a la ITV. De no cumplir con la normativa y circular con una ITV desfavorable, la sanción que se impondría ascendería a los 200 euros.
Una ITV negativa, en cambio, se obtiene cuando se detecta uno o varios fallos muy graves en el vehículo que suponen un riesgo tanto para el conductor y sus acompañantes como para otros conductores. En este caso, el conductor no podrá llevarse el vehículo de la ITV por sus propios medios, sino que tendrá que recurrir a una grúa para transportarlo desde la estación al taller de reparación.
Los conductores que obtengan este resultado deberán subsanar los errores en un plazo máximo de dos meses y presentarse de nuevo a examen. En este tiempo, no podrán circular. La multa a la que se enfrentan por no cumplir esta norma es de 500 euros, sin posibilidad de reducción por pago pronto.