Siempre es bueno mirar atrás, conocer un poco la historia, sin duda, nos ayudará a mejorar y a no repetir errores del pasado. De manera simbólica, recordamos cinco coches de mandatarios mundiales que han pasado a la historia por una u otra causa, unos para bien, otros, por desgracia, para mal. Echamos un ojo a los coches de Churchill, De Gaulle, Roosevelt, Kennedy y Gorbachov. Te contamos qué les hace especiales y por qué han pasado a la historia. ¡Arrancamos!
Sir Winston Churchill fue el primer ministro de Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial. De todos es sabido que le encantaban los coches y hace unos años (a finales de 2010) se armó gran revuelo al salir a subasta su famoso descapotable, un Daimler DB18 Drophead Coupé, de 70 CV, con motor de 6 cilindros en línea y 2.5 litros de cubicaje.
Apenas alcanzaba los 120 km/h de velocidad punta, pero para un coche que ahora mismo cumple 80 años, es una cifra respetable. Era el coche personal de Churchill y con él acometió dos campañas electorales, en 1944 y 1949, con él mismo a los mandos. De una tirada inicial en 1939 de 23 ejemplares solo ocho salieron de fábrica inicialmente. Cinco se convirtieron en chatarra tras los intensos bombardeos alemanes y los otros dos están desaparecidos.
Un par de años más tarde también salió a subasta otro coche mítico del máximo mandatario británico. El Land Rover Series 1, famoso por posar junto a Churchill fumando un puro en una mítica instantánea. Este Land Rover también fue subastado dos años después. El prototipo del Defender que ha llegado a nuestros días, nació en 1954 y le fue regalado por la propia marca cuando el ex presidente, ya retirado, cumplió 80 años. Cuentan que sus paseos con él en su finca de Chartwell ya fuera de la política eran de lo más placenteros… pero no conducía él mismo, sino un chofer, pues él había cogido bastante peso e incluso contaba con un asiento especialmente ancho para su comodidad.
A menudo escuchamos la expresión "este coche me ha salvado la vida", pero en el caso de Charles de Gaulle, es literalmente cierto. Citroën siempre ha hecho gala de una suspensión hidroneumática que es incluso deseada y codiciada por las marcas Premium, y el mítico Charles de Gaulle siguió con vida, en parte, gracias a esta cualidad de su Citroën DS 19, un coche que, de alguna manera, le salvó la vida. Corría el año 1962, concretamente el 22 de agosto.
En plena lucha por la independencia en Argelia, un comando del OAS abrió fuego contra el coche del mandatario galo en París. Según las fuentes, recibió entre 140 y 187 disparos de bala. También las crónicas difieren entre que lograron inutilizar dos o incluso las cuatro ruedas reforzadas del coche. El caso es que la suspensión hidroneumática del coche hizo posible su conducción, incluso en ese estado, y el chófer pudo sacar de allí al mandatario y a su mujer con vida.
De Gaulle quedó tan en deuda con la marca, que incluso en 1969, cuando la empresa atravesaba dificultades económicas y estuvo a punto de caer en la manos de Fiat, De Gaulle usó su derecho de limitar este hecho, dejando solamente en un 15% la participación de la firma italiana en la marca francesa, quedando la mayoría de las acciones en la factoría gala. Por si hay alguna duda de este reconocimiento generalizado, el coche actual de Emmanuel Macron es un DS 7 Crossback E-Tense de 300 CV, el buque insignia de la renovada PSA. Nobleza obliga…
El presidente Franklin Delano Roosevelt desarrolló su tarea profesional en la marina, antes de llegar a presidente. Llegó a ser incluso Secretario de Marina. Tras un periodo prolongado de baja tras sufrir la polio, pasó a gobernar el estado de Nueva York y, unos años más tarde, presidente de los Estados Unidos. El del presidente Roosevelt fue el primer coche presidencial en contar con un cristal a prueba de balas, a pesar de los consejos de todos los que le rodeaban, que le pedían sí o sí que cambiase el descapotable por un coche con techo cerrado… El terrible suceso posterior de JF Kennedy cambiaría está política años después.
Era vox populi que a Roosevelt le gustaban los coches. Prueba de ella es su segundo coche presidencial, un Lincoln K-series Sunshine Special. Por supuesto blindado, con cristales antibalas, placas añadidas de protección e incluso asientos extra para el servicio secreto, amén de un buen puñado de luces y sirenas. Una auténtica joya sobre ruedas.
Truman, Eisenhower y Kennedy utilizaron como coche presidencial un Lincoln Cosmopolitan. Corrían los años 50 y el primero de los tres se quitó de encima por fin la cascarria de Roosevelt, anticuada y poco acorde con el esplendor de Estados Unidos en esos años. Desde el primer momento el Lincoln presidencial utilizó una mampara de cristal de protección en la parte de atrás.
Sin embargo el día de su muerte en noviembre de 1963, John Fitzgerald Kennedy recorría Dallas con un Lincoln Continental SS-100-X Convertible de 1961. A pesar de las recomendaciones de su servicio secreto y de seguridad, el bueno de JFK decidió darse un baño de multitudes en su limusina descapotable habitual. Como todos sabemos, el coche del presidente número 35 de los Estados Unidos no contaba con dispositivos de seguridad, ni mamparas o cristales anti bala. Tras la muerte de Kennedy, Johnson y Nixon mantuvieron el mismo coche en servicio… tras añadir las protecciones pertinentes.
La Guerra Fría fue un periodo de tiempo donde el imaginario internacional pensaba que había una docena de espías tras cada esquina, en pleno pulso internacional entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) por el dominio del mundo. En aquel entonces, Mijaíl Gorbachov era el máximo mandatario comunista, desde 1989, justo un pelo antes de la caída del muro de Berlín, hasta que en 2007 terminó su mandato.
Gorbachov fue el último líder soviético que utilizó un Zil como coche oficial. Los Zavod Imeni Likhachova pertenecían a un fabricante ruso de vehículos que se encargaba del blindaje de diferentes coches para los máximos mandatarios soviéticos. Estos ZIL eran la versión rusa de los Maybach o Rolls-Royce de la época. Se habla de que el precio de los mismos superaba el millón y medio de euros de la época.
En concreto, el de Gorbachov medía 6,33 metros, una barbaridad, pesaba más de 5 toneladas por culpa del blindaje, una barbaridad más bárbara que la anterior y contaba con un motor de 7,7 litros de cubicaje y 315 CV de potencia. Su parecido con las limusinas estadounidenses (Lincoln, Buick, Cadillac) es extraordinario, y durante más de 30 años ZIL fue la encargada de proveer de coches blindados a los líderes soviéticos.
De golpe y porrazo, Boris Yeltsin, rompió esta tradición para hacerse con un Maybach alemán, procedente de la factoría de Mercedes-Benz, aduciendo que los ZIL eran incómodos para él. Hasta ese momento, es fácil sacar parecidos del ZIL 111 de Nikita Jruschov con el Packard de Roosevelt, incluso Fidel Castro utilizó uno como el de Jruschov. Leonidas Brezniev utilizó un ZIL 114, aunque encargó una versión más corta para su uso personal. El ZIL 4105 que antecedió al de Gorbachov se diseñó a conciencia, ganándose a pulso el título de coche más seguro del mundo, con una armadura que aguantaba disparos y hasta explosiones.