A pesar de las dudas generalizadas, muchos de los actores principales en el sector de la automoción y en las distintas administraciones occidentales piensan que el coche eléctrico es el futuro más inmediato para el desarrollo de las cuatro ruedas. Pero parece que no se ha pensado en todo a la hora de lanzar esta afirmación, ya que a los deficientes planes de desarrollo de puntos públicos de recarga y al alto precio tanto de los coches eléctricos, como de sus baterías, como de la electricidad que necesita, se suma algo realmente importante. la materia prima principal y básica con la que se fabrican las baterías, al parecer, no es tan extensa como se creía y podría poner freno al coche eléctrico por su escasez y su limitada cantidad para satisfacer las necesidades de los fabricantes a lo largo y ancho del mundo.
El último en dar la voz de alarma ha sido un gigante de la automoción, un conglomerado de marcas europeas y americanas llamado Stellantis (Fiat, Peugeot, Citroen, Lancia, DS, Opel, Jeep, Dodge, Chrysler, Abarth, Alfa Romeo…) que en boca de su consejero delegado, Carlos Tavares, ha dejado claro que no hay suficiente litio en el mundo para satisfacer la demanda de los distintos fabricantes, no ya sólo de automoción, pues recordemos que las baterías de los teléfonos móviles también se nutre de este preciado elemento.
Y, una vez más, parece que los problemas y la amenaza viene de China. El gigante asiático es uno de los mayores productores de litio del mundo, y claro, esta materia prima se queda en el país para beneficio de las distintas marcas que ya están expandiéndose por todos los mercados del planeta, con lo que europeos y americanos están viendo las orejas al lobo y empiezan a levantar la voz.
Pero es que esto no es todo. Los principales yacimientos situados en África y América del Sur también han caído en manos chinas, controlando la mayor parte de la materia prima y el refinado del litio. Para hacernos una idea, sólo el 13% del litio que demandan las factorías europeas sale del suelo del viejo continente, siendo Portugal el principal productor. A partir de ahí, la dependencia del material básico para la fabricación de la baterías de ion litio, estando además en manos de los rivales de mercado, pues la cosa no pinta demasiado bien.
Carlos Tavares es el mandamás de Stellantis y a este grupo no le salen las cuentas. Hace escasas fechas, en el “Freedom of Mobility Forum”, llegó a la conclusión de que “No estamos produciendo tanto litio como necesitamos. Ahora mismo hay 1.300 millones de coches en el mundo con motores de combustión y hay que sustituirlos por una movilidad limpia, y eso implica una gran cantidad de litio para sus baterías”.
Y Tavares va más allá, avanzando un futuro problema entre países a más alto nivel. “No es sólo cuestión de que haya poco litio, sino que la concentración en determinadas zonas de la tierra puede generar problemas geopolíticos graves”. Y tiene mucha, pero que mucha razón. Para que os hagáis una idea lo más clara y directa posible, en poco más de un año el precio del litio se ha quintuplicado.
Siendo verdad todo lo que dice Tavares, y comparten muchos otros mandamases, no es menos cierto que la investigación en alternativas al litio es potente, así como la optimización y aligeramiento del mismo en las baterías. De hecho, ya se empieza a hablar de baterías de estado sólido, menos pesadas, con más potencia condensada, y en pocos años podemos ver cómo todo da un vuelco, gracias a una mayor autonomía y una menor degradación, uno de los principales caballos de batalla de las actuales baterías.
Los combustibles sintéticos, el hidrógeno, la pila de combustible, distintos metales y tierras raras… la investigación está echando humo más que nunca y se está probando de todo para solventar el problema del litio. Grafito, cobalto, níquel… los diferentes frentes experimentales son optimistas con nuevos materiales y en los próximos años todo puede pasar.
Veremos… porque según el estudio de Benchmark, en los próximos diez años se necesitarían 384 nuevas minas para satisfacer la demanda de litio de la industria. Casi nada. Y más teniendo en cuenta de que antes de empezar a extraer el mineral de la mina se necesitan cinco años de acondicionamiento. Y esta actividad no es nada ecológica.