En los tiempos que corren el ahorro de combustible se ha convertido en un factor clave a la hora de evaluar qué coche comprar. Es ahí donde los vehículos turbodiésel destacan. Este factor unido también a la reducción de emisiones convierten a este tipo de coches en una seria alternativa. Sin embargo, necesitan de un cuidado relativamente distinto al de los coches de gasolina ‘normales’ para ahorrarnos disgustos mecánicos inesperados.
Antes de apagar un motor diésel, es esencial reducir la carga y la velocidad del motor y dejarlo en ralentí durante 1 a 2 minutos. Esto permite que el aceite lubricante y el agua refrigerante disipen el calor del motor, especialmente en motores turboalimentados donde el sobrecalentamiento puede causar daños significativos en los cojinetes y sellos del turbo. A corto plazo apagar el motor de inmediato puede no resultar dañino, pero a largo plazo podríamos llegar a dañar el turbo del motor si no lo hacemos.
El mantenimiento adecuado y el cuidado regular del motor, incluyendo cambios de aceite y reemplazo de filtros, son fundamentales para asegurar su funcionamiento óptimo y prolongar su vida útil.
Un aspecto crucial de dejar el motor diésel en ralentí antes de apagarlo es asegurar una lubricación adecuada. Mientras el motor está en funcionamiento, el aceite circula y lubrica sus componentes, reduciendo la fricción. Si se apaga el motor de repente, la presión del aceite disminuye y se aleja de las partes calientes, lo que puede causar un desgaste prematuro y llevar a reparaciones costosas. Dejar el motor en ralentí permite que el aceite siga circulando y manteniendo los componentes bien lubricados.
La expansión y contracción de los componentes del motor debido a los cambios de temperatura pueden causar estrés y daño a largo plazo. Al dejar el motor en ralentí, las partes metálicas se enfrían gradualmente, reduciendo el estrés y previniendo grietas o deformaciones, lo que aumenta la vida útil del motor.
El enfriamiento del motor antes de apagarlo puede mejorar la eficiencia del combustible. El calor residual en el motor puede hacer que el combustible se vaporice y escape a través del escape. Al dejar el motor en ralentí, se permite que este combustible se queme por completo, reduciendo la cantidad de combustible desperdiciado y mejorando la eficiencia del motor.
Por otro lado, la norma general que debemos aplicar es la de no dejar el motor diésel en ralentí durante más de cinco minutos, ya que un ralentí prolongado puede aumentar el consumo de combustible, las emisiones y el desgaste de los componentes del motor. Sin embargo, hay excepciones a esta regla, como en situaciones donde se requiere mantener en funcionamiento el aire acondicionado o la calefacción por períodos más largos. En estos casos, es crucial monitorizar el rendimiento y la temperatura del motor para prevenir el sobrecalentamiento u otros problemas.
Mantener un motor diésel en ralentí más tiempo de la cuenta puede ser más perjudicial que el extremo opuesto -es decir, el apagarlo al estacionar-, causando hasta el doble de desgaste en los componentes internos y aumentando significativamente los posibles costes de mantenimiento. El ralentí prolongado conlleva a la acumulación de carbono y puede generar un efecto de espejo en las paredes del cilindro, lo cual afectaría negativamente a la lubricación de las partes móviles del motor.
El manejo adecuado del tiempo de ralentí y enfriamiento en motores diésel es esencial para su mantenimiento y eficiencia. Seguir las prácticas recomendadas de no exceder los cinco minutos de ralentí, permitir un período de enfriamiento antes del apagado y realizar un mantenimiento regular, contribuye significativamente a la longevidad y rendimiento óptimo del motor. Estas prácticas no solo mejoran la durabilidad del motor, sino que también ayudan a reducir el consumo de combustible y las emisiones nocivas, reafirmando la importancia de una gestión adecuada del tiempo de ralentí y enfriamiento en motores diésel.