La increíble carrera española de 24 horas en Vespa: “Han corrido los mecánicos de Marc Márquez”

En febrero de 1953 salió la primera Vespa española a la calle. No corrían buenos tiempos en el país, pero en Moto Vespa SA, filial de Piaggio, se liaron la manta a la cabeza y apostaron por un producto que enamoró desde el primer kilómetro. En aquella fábrica de Julián Camarillo, en Madrid, no tardaron en recibir cientos e incluso miles de pedidos. La Vespa había llegado a España para quedarse.

Ahora, 70 años y 16 modelos ‘made in Spain’ después, continúa siendo un vehículo icónico que circula por las ciudades y carreteras de la piel de toro, pero no sólo ahí. También lo hace en los circuitos. Sí, carreras de Vespas. Parecen extremos que jamás llegarían a tocarse, pero lo hacen. Y de qué manera.

La carrera de las carreras de Vespas en España es la Pinasco VTR24H, que hace sólo unas horas abrió el plazo para la inscripción de los equipos que quieran disputar la decimoquinta edición. Se trata de una competición de resistencia, se participa por equipos y consiste en aguantar 24 horas dando vueltas al Circuito Internacional de Zuera. Toda una aventura sólo apta para locos de la Vespa ávidos de competición.

Enric Mollón es el organizador de este curioso campeonato, que en 2025 contará con cuatro categorías y que con el paso de los años ha ido profesionalizando cada detalle aunque los participantes sean completamente amateurs.

“Todo comenzó en 2006, juntándonos a través de un foro para salir con las Vespas. Empezó a crecer e hicimos una piña de una docena de amantes de las Vespa y empezamos a salir por Barcelona. Cada dos o tres meses hacíamos una salida, pero eso se nos quedaba muy corto. Era sólo una excusa para salir de casa y encontrarte con gente. La Vespa era el hilo conductor”, rememora el propio Enric.

Dar gas

Entonces surgió la idea: “Nos juntamos un grupito que nos gustaba más dar gas con las motos completamente trucadas y decidimos que en vez de hacer una salida normal íbamos a hacer una carrera de resistencia. En mayo de 2008 la organizamos en un circuito de Tarragona y la gente se calentó mucho. Vinieron de Málaga, del País Vasco, de Portugal… La gente tenía muchas ganas porque llevaban sin hacerse carreras de Vespa más de 20 años”.

Desde entonces hasta ahora todo ha cambiado mucho. Tanto, que las originarias seis horas de resistencia se convirtieron en 24. Carlos Bel, uno de los habituales año tras año en la parrilla de salida sonríe al pensar en la comparación con los inicios. “La primera edición fue un cachondeo. Había muchas ganas pero poco más. Ahora es una carrera muy seria, con sus protocolos, con su seguridad… Hemos estado en carreras en circuitos como Magni Cours que son un desastre y esta es increíble. Sólo falta que salga Valentino Rossi de la puerta de al lado”, comenta.

Ahora es una carrera muy seria, con sus protocolos, con su seguridad... Sólo falta que salga Valentino Rossi de la puerta de al lado

El propio Carlos, que ha sufrido más de un revolcón e incluso una vez se rompió la clavícula, reconoce que es un evento que le tiene enganchado pese a todo. “Es cierto que cada año, cuando me toca levantarme a las cinco de la mañana para subirme en la moto, pienso qué hago yo allí, pero luego siempre repito. Siempre. Te sientes como un piloto profesional con tu Vespa. Desde el viernes, que haces las verificaciones, hasta que terminas la carrera tienes un gusanillo muy especial”.

El secreto del éxito es hacer sentir a gente de la calle como pilotos por un día sin tener que gastar todos sus ahorros (la inscripción cuesta 700 euros por equipo y cada piloto debe pagar, además, su propio seguro). “Han conseguido que con una moto que se puede encontrar por 1000 euros de segunda mano y otros 1000 más puedas correr perfectamente la carrera. Si te juntas con otros cuatro o cinco colegas, te sale barato y te sientes como un profesional”, explica Carlos, que calcula el gasto de acudir a la competición en unos 400 euros por barba en su equipo y su categoría.

Y por ese precio llegas a un circuito en el que no falta un solo detalle para competir durante 24 horas. La organización está formada por dos directores, mientras que en pista hay 40 personas trabajando y haciendo dos turnos cada uno. Además, hay otras seis personas del circuito para el mantenimiento, los remolques y la asistencia. Tres trabajadores más se encargan de los cronometrajes y dos comisarios coordinan todo.

Por supuesto, una de las prioridades es la seguridad, con lo que el reglamento y los controles se han ido convirtiendo con el paso de las ediciones en más estrictos para que todo vaya, nunca mejor dicho, sobre ruedas. Cada moto y cada piloto deben pasar sus verificaciones. No puede haber elementos cortantes en las motos, los cascos deben ser de doble hebilla…

Un circuito técnico

Los participantes están encantados con el evento y las instalaciones. “El circuito está muy bien, es precioso. No es demasiado grande, pero sí es técnico. No cansa demasiado, hay curvas de todo tipo y se disfruta muchísimo. Además, puedes montar boxes para 60 equipos de siete u ocho personas sin ningún problema, algo que no es nada fácil”, explican Carlos y Enric.

Más allá de los propios pilotos, la carrera ya se ha convertido en un clásico para el público. “La vez que más espectadores ha habido han sido unos 2300, que para un evento así es tremendo. Se corre la voz y todo el mundo en Zaragoza y alrededores sabe que ese fin de semana son ‘las Vespas’. Vienen a hoteles o con caravanas y está el circuito precioso”.

Tanto ha crecido esta Pinasco VTR24H que atrae a equipos de toda Europa y con unos presupuestos desorbitados. Hay motos en las que se ha invertido más de 20.000 euros y que compiten de tú a tú con el resto. “Nuestro presupuesto para todo el fin de semana de la carrera es menor que lo que valen sus ruedas”, comenta Carlos, que no se arruga ante ellos: “Algunos se quejan, pero a mí me encanta competir contra ellos, me encanta pelear en la pista con este tipo de equipos”.

El Circuito de Zuera mide 1700 metros y hay pilotos que hacen un tiempo de 1:12 por vuelta, lo cual indica que no se han andan con chiquitas. Hay quienes alcanzan los 140 kilómetros por hora a los mandos de Vespas con más de 40 caballos.

“Es complicado entender cómo una Vespa puede hacer ese ruido, ir a esa velocidad, moverse de esa manera. Es algo que no parece real, pero que lo es. Esta moto no está pensada para correr y, para ser sinceros, la Vespa es un error muy bonito prolongado en el tiempo. Llegar a ir rápido con ella tiene mucho mérito”, apunta Bel, que nos explica cómo afrontan ellos las carreras y cómo vive el tramo nocturno. 

Es complicado entender cómo una Vespa puede hacer ese ruido, ir a esa velocidad, moverse de esa manera. Es algo que no parece real, pero que lo es

“Lo máximo que puedes correr sin parar en boxes son 65 minutos pero nosotros paramos cada 45 por temas de depósitos. Cuando llevas 10 vueltas de noche no sabes ni dónde estás ni cuánto llevas pilotando. Además, no sabes si tus colegas se han dormido, si te toca parar ya… y empiezas a dar vueltas a la cabeza”.

“Hay una parte psicológica muy bonita de la carrera, en la que te encuentras tú solo en medio del circuito, de noche y con tu moto. La sensación es espectacular. Te pones a pensar en la vida. Incluso a veces, de tanto dar vueltas a la cabeza, te pasas cinco vueltas del momento en que tienes que parar y te quedas sin gasolina. Durante el día es una fiesta, pero cuando llega la noche y estás pilotando, te sientes solo y tienes que lidiar con tus manías y tus miedos”, confiesa.

Uno puede pensar que después de 20 horas pilotando las diferencias entre unos pilotos y otros puede convertir la carrera en aburrida, pero nada más lejos de la realidad. La igualdad suele mantenerse hasta el final. En cierto modo, por el compañerismo que reina en los boxes.

“Hemos llegado a estar a una hora del final con sólo 30 segundos de diferencia con otro equipo. Es como ir de Barcelona a Cádiz a fondo, parando a toda pastilla para poner gasolina y llegar una moto a 30 segundos de la otra. Y esto es gracias a que entre los equipos nos ayudamos, nos dejamos piezas, nos echamos una mano si es necesario. Hay un gran ambiente de comunidad”, explica Bel. 

Aprendiendo mecánica

“Cada año aprendes un poco más de mecánica, conoces piezas que ni habías visto el año anterior. El año pasado rompimos el motor por una pieza que no habíamos cambiado jamás y ya hemos aprendido para el próximo”, añade.

“Si llegas a 900 vueltas sabes que estás en el top 10. A partir de ahí tienes que ir viendo los errores que cometen los demás, los accidentes, los pinchazos… Tienes que mantener ese punto psicológico, de concentración, para intentar quedar lo mejor posible, pero sólo la motivación de acabar las 24 horas es brutal. No hay necesidad de hacer podio. Hay quien acaba decimosegundo y termina saltando y celebrando como si hubiera ganado la carrera”, concluye.

En su equipo son seis pilotos porque apuestan por correr ‘sólo’ cuatro horas cada uno. Aún así, reconocen que acaban “destrozados” porque no tienen apenas tiempo para dormir, descansar, desconectar, comer… “Es una carrera muy dura aunque parezca que no puede serlo por ser en Vespa”, dicen.

Por ello deben prepararse durante el año y llegar en las mejores condiciones posible: “Durante el año hacemos mucho deporte, pero cuando se acerca la carrera hacemos cosas más específicas. Entrenar durante el año con la moto te ayuda a bajar segundos por vuelta. Es mejor invertir el dinero en ir a un circuito a entrenar que en un tubo de escape mejor. Vamos a circuitos cercanos, pequeños y peleones que cansan mucho más que el de Zuera”.

Entrenar durante el año con la moto te ayuda a bajar segundos por vuelta. Es mejor invertir el dinero en ir a un circuito a entrenar que en un tubo de escape mejor

Lo que más sufre durante tantas horas sobre la Vespa es la espalda: “Pilotar ahí te deja reventado tanto las piernas como la espalda porque las Vespas no están pensadas para correr y no son posturas cómodas”, comenta Enric, que además puntualiza que la carrera no está exenta de peligro.

“Hay riesgo, decir que no sería mentir. Más de uno que se ha llevado un buen susto. Hace años un piloto no se ató bien el casco, se fue al suelo y terminó pasando 18 meses en el hospital. Se abrasó la cara”.

La hora crítica para los accidentes es el amanecer. “Estamos hablando de pilotos amateur y que a veces se quedan empanados. Justo antes de que salga el sol es un drama pilotar, pero cuando sale te da un subidón espectacular. No sabes ni de dónde te viene la energía. De hecho, a veces te vienes demasiado arriba y te pegas algún arrastrón”, apunta Carlos.

Obviamente, cuanto más entrenas, menos veces te pasan ese tipo de cosas. Por eso hay equipos que se lo han tomado tan en serio que llegan desde Alemania, Austria, Francia o Italia al circuito el miércoles para entrenar hasta el sábado.

Incluso algún que otro piloto profesional se ha dejado caer por esta Pinasco VTR24H en ediciones pasadas. "Han venido algunos ya retirados y han demostrado que pilotan a otro nivel, de otra forma. Vino Ferrán Cardús hace bastantes años y gracias a él aprendí a correr y trazar curvas bien. Estuve 10 vueltas detrás de él y yo pensaba que corría en otro circuito. Todo lo hacía distinto y mejor. Los mecánicos de Marc Márquez en su etapa de Honda también han participado, igual que Herri Torrontegui, que vino hace un par de años”. 

¿Aparecerá alguno más en la próxima edición? El 31 de mayo y 1 de junio, en el Circuito Internacional de Zuera, es la cita. Allí les esperan.