Muchos dicen que tener un coche es como tener un hijo. Hay que darle de comer, tenerlo limpio, cuidarlo, mantenerlo, y de vez en cuando llevarlo al taller para hacerle una revisión para corroborar que está en perfectas condiciones. A lo tonto, los coches tienen sus gastos, no solo es comprarlo y ya. Unos más y otros menos, pero cuando un vehículo ya tiene sus años debe pasar más revisiones o es más probable que haya que cambiarle alguna pieza, por lo que al final cada año se van unos cuantos billetes por mantener el coche en perfectas condiciones, algo normal si queremos conducir con total seguridad.
Está claro que uno de uno de los gastos principales de todo coche es el pago del seguro, unos lo tienen a terceros y otros a todo riesgo, lo que hace que varíe el precio de cada uno. Aquí también entra el historial de conducción de cada persona, el modelo de coche, la edad del conductor y el tiempo con lleva con carnet, etc. Muchos factores que pueden hacer que el seguro sea algo más barato o más caro. Otro de los gastos es el impuesto de circulación o rodaje, que depende de cada modelo de coche pero también de la ciudad, por lo que no en todos los lugares es el mismo.
Por supuesto, el alimento. Un vehículo para circular necesita combustible. A pesar de la llegada de los eléctricos, los coches de gasolina o diésel siguen en la carretera. El gasto aquí depende del consumo de cada modelo, del uso que se le dé e incluso de cada lugar. Pues sabemos que en los últimos años el precio de la gasolina ha ido subiendo y llenar el tanque es un lujo que no todos se pueden dar. Por eso son muchos los conductores que analizan los distintos surtidores para ver dónde está mas barata y así ahorrar un poco.
Por lo general, se recomienda hacer una revisión completa de los vehículos al año, pero el coste de cada una de ellas depende del kilometraje y de los cambios que sean necesarios hacer. Por ejemplo, un coche nuevo suele tener su primera revisión en el taller entre los 10.000 y los 50.000 kilómetros, siendo lo más normal el cambio de filtros o de algún líquido, lo que podría suponer el desembolso de unos 200€, una cifra que también puede ser mucho menor.
Pero cuando se llega a los 100.000 kilómetros las revisiones deben ser más constantes. A partir de aquí los análisis en el taller son más estrictos porque se puede necesitar de sustituciones mucho más precisas por el desgaste que han ido sufriendo ciertos puntos del vehículo, como pueden ser la bujías, un cambio de correas, ajustar la suspensión o algo que siempre se debe tener muy en cuenta, las pastillas de los frenos, que siempre deben estar en perfectas condiciones para la seguridad de los ocupantes.
Estos son cambios normales que se deben realizar con asiduidad en las visitas al taller, pero luego hay contratiempos que pueden darte algún que otro gasto inesperado. Por ejemplo ese momento en el que te dispones a salir para trabajar y… el coche no arranca. La batería ha decidido que ha llegado su final y debes cambiarla por otra. O cuando las ruedas están tan desgastadas que han terminado alisándose, por lo que llega el momento de sustituirlas para poder seguir conduciendo con seguridad.
La complejidad de los coches híbridos, al usar electricidad y combustible para funcionar, puede hacernos pensar que tiene un mantenimiento más costoso. Los cierto es que en principio no debería ser así. Tiene muchas similitudes, ya que también se debe cambiar el aceite del motor o los diferentes filtros cada cierto tiempo, pero nos estamos librando de algunas piezas que un vehículo tradicional sí tiene, como el alternador o el embrague.
Además, su batería debería tener una vida mucho mayor al tener un sistema eléctrico que la apoya. Algo parecido ocurre con los frenos, ya que utilizan el motor eléctrico para frenar. De esta forma lo que se consigue es que el desgaste de discos y pastillas de frenado sea menor, por lo que su sustitución no será tan temprana como sí lo es en los coches normales.
Al final cada coche es único y dependiendo de sus características tiene unos gastos mayores o no, ya ves que en principio un híbrido te puede ayudar a rebajar algo el coste de su mantenimiento. Luego hay algunos que no se pueden evitar, como el seguro o algunos impuestos, pero recuerda que ese desembolso que haces, por mucho que cueste es en tu propio beneficio para tener una conducción segura.