¿De verdad se puede hacer el amor en un Simca 1000? Preguntamos a tres Uppers
En España aún quedan más de un millar de Simca 1000
En Francia también hay una canción dedicada a este coche. Su letra es más subida de tono aún
La dificultad para hacerlo sólo es superada por la comodidad de muchos de sus dueños
A estas alturas de la vida todos hemos oído en la radio la canción “Qué difícil es hacer el amor en un Simca 1000”. Este single, del grupo valenciano “Los Inhumanos”, perteneciente al álbum “30 hombres solos”, que amenizó el verano de 1988 con una letra pegadiza y un guiño a todos aquellos que se buscaron la vida para poder satisfacer sus deseos primarios con un mínimo de intimidad, ha abierto un debate en nuestra sociedad que, a día de hoy, no se ha cerrado, pero que aquí queremos dar carpetazo de una vez con los testimonios de varios dueños de este mítico coche.
“En España hay poco más de mil Simca 1000 censados”. No lo decimos nosotros, lo dice Manel Rey Ruiz, moderador del Club Simca 1000 que congrega a más de 1.300 entusiastas de la marca en nuestro país. “Cada uno tiene un motivo para tenerlo, pero muchos son los que los arreglan para competir en Rallies de clásicos”, confiesa. El Simca 1000 es un coche de origen francés que se vendió entre 1961 y 1978 y del que se fabricaron casi dos millones de unidades.
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Volviendo a la célebre canción, Los Inhumanos fueron doble disco de platino vendiendo ni más ni menos que 200.000 copias de un tema que es poco menos que un himno entre los Uppers… y que tire la primera piedra el que no la haya cantado a voz en grito en una fiesta de pueblo. Sin embargo, pocos conocen la versión francesa. Mucho más bruta en su lenguaje que la nacida en España, vendió el doble, 400.000 copias de la canción “Je te prendrai nue dans la Simca 1000”. Si no la conocíais, ya estáis tardando en buscarla en internet. Es imperdible. Fue un éxito brutal del grupo “Les Chevaliers du Fiel” en 1996.
Está claro que el éxito de este coche no tiene fronteras y, llegados a este punto, nos hemos puesto en contacto con unos cuantos dueños Uppers de un Simca 1000 y les hemos hecho la eterna pregunta. ¿El resultado? Pues parece que hace honor a la canción de Los Inhumanos…
Ramón Nogués, administración (58)
Este tarraconense se topó con su primer Simca 1000 de casualidad. “Me lo ofreció un amigo en 1994 que lo iba a achatarrar. Tengo una nave agrícola con mucho espacio y le dije que me lo diera, que igual algún día hacía algo con él. El caso es que pasaron un montón de años, la nave se llenó de cacharros y un día que hice limpieza gorda se libró porque estaba al fondo del todo tapado por un tractor pinchado. Ahí estuvo 23 años hasta que en 2017 decido arreglarlo”, cuenta Ramón. En un ribazo de una finca colindante un vecino tenía un Simca 1000 del año 66 abandonado. Le pagó 1 euro y entre uno y otro ahora tiene una unidad con la ITV pasada y perfecta para rodar, aunque “apenas lo uso”.
Ni lo he intentado. Tendría que hablar con la parienta... nunca se sabe... pero la cosa está complicada
Cuando vamos al lío, al tema principal de este reportaje, y le preguntamos por la célebre canción, se ríe. “No te puedo contar mucho porque ni lo he intentado. Tendría que hablar con la parienta… nunca se sabe, nunca es tarde, pero entre el espacio en el coche, que no es muy grande y la edad que ya tenemos, la cosa está complicada”, reconoce Ramón, al que sin embargo, parece que le hemos sembrado la duda con nuestra conversación.
Matías Centelles, mecánico (52)
La historia de Matías, oriundo de Alcañiz, con los Simca 1000 es increíble. “El día que nací mi padre estrenó un Simca 1000”, comienza. “El pobre dijo basta cuando yo tenía 14 años. A lo largo de mi vida he restaurado muchos coches, cientos, no sé los Renault 8 que han pasado por mis manos, pero te puedo decir que restaurar un Simca 1000 no es fácil, pasas muchas penalidades para encontrar piezas y montarlas. El caso es que me casé y no quería morirme sin tener un Simca 1000 propio. Y el destino es maravilloso: mi mujer sabía de mi deseo y fue ella la que, hace tres años, encontró una unidad de 1967. Curiosamente, esta unidad se matriculó el día que nació mi mujer”. Flipante.
Pinta complicadísimo... pero mi mujer seguro que estará por la labor
Los últimos tres años han sido duros: “He echado muchas horas de trabajo en el coche, pero por fin está listo para rodar y todo en regla”, confiesa. Aprovechando el dato le hacemos la pregunta de rigor y lo primero que se le escapa es un “pinta complicadísimo”. Sin embargo notas que se le ilumina la cara: “Mi mujer seguro que estará por la labor, ya que es un coche, un regalo muy especial, y seguro que si se lo propongo accede”, ríe. Pero la realidad, de nuevo, nos dice que otro dueño de un Simca 1000 no lo ha hecho en su coche.
Manuel Jiménez, ingeniero aeronáutico (45)
A pesar de su juventud, Manuel ha vivido mucho. Ahora mismo vive en Londres por trabajo, pero en Tarragona tiene bajo llave un Simca 1000 que le regaló un vecino cuando tenía sólo 12 años porque estaba abandonado. “De pequeño me gustaba ser mecánico, mis juguetes eran herramientas, filtros, tornillos… y siempre veía un Simca 1000 tirado, prácticamente destruido, y le pedí al dueño que me lo regalara. Con 12 años. Lo quería tanto que vencí mi timidez. Y me lo dio. Me pasé años recorriendo en bici los desguaces de la zona buscando piezas”, confiesa.
No lo he hecho aún, no se ha dado la ocasión. Pero, ¿por qué no? No lo veo tan complicado
Tras dejarlo impecable, “ahora tengo tres Simca 1000. Una vez que empiezas, es imposible tener sólo uno. Volver a la vida un coche abandonado es algo mágico, una sensación indescriptible”. La juventud de Manuel nos hace concebir esperanzas sobre si por fin habrá logrado hacer el amor en el coche: “No lo he hecho aún”; confiesa. “La verdad es que no se ha dado la ocasión, pero… ¿Por qué no?”. Y nos arroja más luz al asunto. “No lo veo tan complicado: Los Simca 1000 del principio, los acabados GL (Gran Lujo), en 1965, venían con los asientos delanteros reclinables, hasta ponerse completamente horizontal. No te digo que fuera fácil, pero con estos respaldos la cosa se vuelve mucho más fácil”.
El documento gráfico, por supuesto, rompe el mito de la canción, y habría que preguntarse si la dificultad la ponía el coche, o realmente somos más “comodones” de lo que solemos alardear en las conversaciones de bar.