La "desescalada" está aquí. Por fin vamos a poder utilizar el coche de manera recreativa, sin causa de fuerza mayor, aunque aún faltan semanas para poder salir de nuestra provincia. En función de donde te encuentres, significa que podrás disfrutar de parajes espectaculares, sea de mar o de montaña. Pero antes de ponernos en marcha… ¿¡Has visto tu coche!?
La capa de polvo y excrementos de pájaros es tan grande que representa un auténtico peligro para el resto de usuarios de la vía. ¡Apenas se ve a través del parabrisas! Incluso te han puesto con el dedo lo de “Lávalo guarro”. No tenemos más remedio que ponernos manos a la obra.
Pero… ¡sorpresa! El agua y el jabón no terminan de funcionar y sigue estando el coche sucio y con una imagen lamentable. Toca documentarse para dejar el coche mejor que nuevo pero sin cargarnos la pintura. Te facilitamos el proceso. Echa un ojo a lo que viene a continuación y evitarás dañar tu coche y la pintura del mismo.
Antes de rayar la carrocería utilizando productos agresivos con la pintura o bayetas y estropajos demasiado duros, conviene saber a qué nos enfrentamos. Es difícil distinguir qué ave o aves han sido las causantes del estropicio, pero fijo que la mala suerte nos ronda y las palomas han tenido algo que ver.
Citando a restauradores y a expertos en eliminación de residuos orgánicos animales en distintas superficies: “Los excrementos de paloma son quizá los más corrosivos para la pintura y es conveniente sacarlos lo antes posible. El calor del sol, más fuerte en fechas próximas al verano, provoca que se extiendan de manera microscópica reteniendo parte de esta temperatura, lo que perjudica de manera proporcional la conservación de la pintura. El contacto del excremento con la superficie caliente contribuye a la evaporación del líquido, que a su vez produce que la pintura se vaya adaptando a la textura del excremento conforme se va secando.
El excremento de las palomas contiene compuestos químicos como nitratos, sulfatos y sulfitos, que sirven de medio de cultivo para el desarrollo de hongos y bacterias capaces de crear condiciones favorables para que microorganismos que pueden vivir sin oxígeno (anaeróbicos), hagan su trabajo corrosivo”.
Además, mucho ojo con posibles consecuencias posteriores, ya que en casos extremos a la hora de manipular estos desechos se pueden contraer enfermedades como la histoplasmosis, una enfermedad respiratoria que se manifiesta con un severo daño pulmonar acompañado de escalofríos, fiebre, tos y dolor en el pecho o coger la clamidiosis, una bacteria causante de una enfermedad llamada ornitosis, que se transmite al hombre por respirar el polvo fecal contaminado por aves que portan dicha bacteria.
El primer punto debe ser rociar con agua o algún detergente líquido que no sea agresivo con la pintura para reblandecer al máximo la solidez de las heces y reducir su acidez. El líquido del limpiaparabrisas nos puede servir perfectamente. Una vez humedecido, utilizaremos un trapo suave sin apretar mucho para retirar el máximo de mancha posible. También podemos sustituir el paño por una esponja de las blanditas, nada de las duras y picantes.
En segundo lugar, como fijo que no ha sido suficiente para quitar la mancha, pasamos al plan B que es utilizar un producto que bien puede ser un detergente/champú para coches. Hay muchas marcas en el mercado que tienen este tipo de productos. Con ayuda de una esponja, poco a poco repasaremos la mancha, cada vez con un poco más de intensidad en la frotada. En cualquier caso, siempre conviene tener a mano para terminar un pulidor para aplicar con un paño suave y acabar aplicando un poco de cera, para finalizar nuestro trabajo. Tras todo esto, si se realiza la operación con tiento y con un poco de cabeza, el resultado debería ser muy cercano al estado original de la pintura, sino mejor.
Tercero y último, como previsión para próximas veces, y evitar que el ácido de las heces de ave penetre en la carrocería, lo ideal es encerar el coche un par de veces al año para mantener una capa protectora sobre la pintura. Si a esto utilizamos un poco de sentido común para evitar estacionar en la medida de lo posible debajo de faroles o árboles, pues habremos hecho lo máximo para proteger nuestro vehículo de este irritante problema.