Por un momento parecía una gran idea, pero el tiempo dijo que no, que no lo era. Los fabricantes de coches no siempre aciertan, y no hablamos solo en relación a la fabricación de coches, también en otros negocios que quizá no tienen tanto que ver con las cuatro ruedas. Dicen que quien no arriesga no gana, pero se nos olvida esa parte de que arriesgar también significa que se puede perder. Atreverse a abrir el campo de negocio no es malo, pero hoy repasamos algunos de esos traspiés que ciertas firmas han tenido a lo largo de su historia.
En la historia de Ford no cabe duda de que ha tenido más de un tropezón con algún coche, pero lo cierto es que quizá es algo desconocida su faceta fuera de las cuatro ruedas, donde para que nos vamos a engañar, no ha tenido demasiado éxito. Rondando los años 30 Henry Ford se adentró en la selva amazónica de Brasil para fundar Fordlandia, la ciudad de Ford que aún sigue en pie.
Durante los años 20 Ford era un negocio de gran crecimiento y necesitaba grandes cantidades de caucho para sus neumáticos. ¿Y dónde estaba la mayor fuente de caucho? En el Amazonas, y después de que los británicos se llevasen semillas para plantarlas en Gran Bretaña y así tener su propia producción preocupó a Henry Ford, que decidió crear su propia plantación en Brasil, donde se despejó un bosque para plantar el caucho y fundar una especie de población para que las familias viviesen y trabajasen allí, en la que no solo trabajaron estadounidenses, pues también lo hicieron nativos brasileños.
Esa pequeña ciudad contaba con todo, desde hospital y escuela hasta zonas de entretenimiento y deporte, pero las restricciones eran muy grandes y muchos se revelaron ante esa situación, en parte porque los brasileños estaban siendo obligados a tomar la cultura norteamericana tan diferente de la de ellos. Entre el malestar de los habitantes y que la producción no fue la esperada se abandonó el proyecto vendiendo las tierras al gobierno brasileño, con grandes pérdidas para la compañía, aunque a día de hoy Fordlandia sigue en pie.
Pero Ford no solo fracasó en ese ámbito, los altos vuelos no le fueron del todo bien, por eso mismo muy pocas personas conocen el Ford Trimotor, que no es ningún coche, es un avión. En 1925 la marca presentaba este avión comercial y tuvo relativamente éxito, aunque con el tiempo y las crisis esta división terminó desapareciendo y, por tanto, también la incursión de Ford en el aire.
Los aires tampoco le fueron bien a Subaru, que se lanzó al cielo de la mano de Fuji y que se desarrolló entre los años 60 y los 80. El proyecto parecía llamativo y el avión era muy ambicioso, pero a lo largo de los años vendieron muy pocas unidades, por lo que finalmente tuvieron que acabar con la producción y terminaron con este proyecto antes de que hundiese del todo a la compañía.
Las pocas ventas fueron sonadas en Volkswagen con su Phaeton, la gran apuesta de los alemanes en cuanto a la que esperaban que fuese su berlina estrella para competir con otras firmas como Audi. El problema vino en que el coche estaba bien pero no ofrecía nada nuevo frente a sus competidores. Un precio algo alto y una producción excesiva terminó siendo uno de los fracasos más sonados de Volkswagen al vender muy pocas unidades durante los años en los que se comercializó el coche.
Y acabamos como empezamos, con Ford, porque en los años 60 se hizo con Philco, un fabricante especializado en radios y televisiones, un negocio que parecía que podía ir bien, pues los coches de Ford llevaban radios de esta marca. Pero aún abriendo una fabrica en Taiwán el negocio no terminó de ir todo lo bien que se esperaba y terminaron vendiendo Philco para evitar mayores pérdidas.
Estos son solo algunos de los fracasos de las compañías de coches a lo largo de su historia tanto dentro como fuera del mundo del motor. Negocios que por suerte no han terminado de hundirles, pero que recuerdan que hasta los gigantes pueden caer y que cada posible negocio hay que estudiarlo minuciosamente ante los peligros que pueden acechar en un fracaso.