Mantener el coche en buen estado es fundamental tanto para ahorrar en gastos como para mejorar nuestra seguridad en la carretera y reducir el riesgo de sufrir un accidente. Sin embargo, muchas veces acabamos incurriendo en hábitos aparentemente inofensivos que pueden repercutir gravemente tanto en nuestro coche como en nuestra cartera.
Uno de los más habituales, y que seguro que todos hemos hecho alguna vez, es el de conducir con el coche en reserva. O lo que es lo mismo: apurar el combustible hasta el último momento, ya sea porque nos encontramos cerca de nuestro destino final y no queremos perder el tiempo o porque no queremos modificar nuestra ruta. Ahora que se acercan las vacaciones de verano y que es probable que cojamos el coche para hacer algún que otro viajecito, os contamos cuáles son los riesgos de este tipo de conducción.
Podemos definir la reserva del coche como el porcentaje de litros de combustible del depósito principal que se guarda para evitar que nos quedemos tirados en medio de la carretera. Este porcentaje suele equivaler al 15% de la capacidad total del vehículo y, por norma general, nos permite avanzar entre 45 y 120 kilómetros antes de que nuestro automóvil se apague. No obstante, estas cifras varían en función del tamaño, modelo y marca de nuestro coche y, dependiendo de nuestro estilo de conducción, pueden disminuir, por lo que no deberíamos confiarnos.
Si bien es cierto que los riesgos de circular en reserva eran mayores en los vehículos más antiguos, apurar el combustible también puede ocasionar graves daños en los modelos más novedosos. Según señalan desde la DGT, conducir con poco combustible puede provocar que las impurezas que se encuentran en la parte baja del depósito lleguen al motor y causen daños importantes en la bomba o los inyectores.
En concreto, cuando un depósito tiene poco carburante, la bomba del motor se ve obligada a hacer mayores esfuerzos para poder succionar el líquido y enviarlo a los inyectores, lo que empeora su rendimiento y aumenta el riesgo de avería. Además, al circular bajo mínimos se cuela más aire en el depósito, facilitando la evaporación de la gasolina y reduciendo su eficiencia. Como resultado, no solo corremos el riesgo de sufrir una avería importante en nuestro coche, sino que también nos vemos obligados a gastar mucho más en combustible.
Más allá de las averías que puede sufrir nuestro coche y del dinero que tendríamos que embolsar para solucionarlas, circular con la reserva puede acarrearnos más de una sanción importante.
Aunque conducir con el depósito bajo mínimos no se considera una infracción, al circular bajo estas condiciones podemos perder los nervios y acabar incumpliendo varias normas de circulación que sí están penadas con multas que van desde los 80 hasta los 200 euros, como conducir temerariamente, circular a una velocidad prohibida, adelantar indebidamente o detener el coche en un lugar inadecuado. Además, si nos quedamos sin gasolina, deberemos pagar una multa de 200 euros por negligencia.
Por ello, a pesar de que la reserva puede salvarnos de más de un apuro, es recomendable que evitemos llegar a estos extremos. Si vemos que el cuadro de instrumentos del coche se ilumina para marcar la entrada en reserva del coche, debemos mantener la calma, reducir la velocidad y conducir hasta la gasolinera más cercana para repostar, independientemente de lo cerca que estemos de nuestro destino. Así nos ahorraremos más de un disgusto.