El verano ya está aquí. El coronavirus ha provocado cambios profundos en nuestra sociedad y, por supuesto, va a cambiar radicalmente nuestra forma de veranear. Más de dos tercios de los españoles encuestados no planean pasar sus vacaciones en el extranjero. Si hablamos de turismo nacional, está claro que el coche va a ser el principal medio de desplazamientos a los lugares elegidos de veraneo, a la vieja usanza.
Nuestras maltrechas economías nos invitan a pensar en un descanso casi low cost a la vez que toca invertir en el ocio y el turismo nacional para ayudar a levantar el país. Sin embargo, el peligro acecha en la carretera. La DGT acaba de ampliar su ya ingente cantidad de radares, para controlar el tráfico, “velar por tu seguridad” y, de paso, recaudar una bonita cantidad de dinero. Fijos, multicarril, de tramo, móviles, camuflados, Veloláser, en semáforos, helicópteros… me río yo del “Gran Hermano” de George Orwell…
Con los coches modernos, rápidos y fiables que se fabrican hoy en día cuesta entender cómo los límites de velocidad siguen siendo los mismos que hace 40 años, cuando los coches no corrían ni la mitad de ahora y las carreteras eran aún peores, con firme irregular y apenas un carril para cada sentido. Pero de nada vale quejarse. Es el mundo que nos ha tocado vivir y hay que adaptarse a él, así que…
…lo primero es ser consciente de la velocidad máxima de la vía y no pasarnos. Es cierto que siempre hay un pequeño margen de error, tanto en el cuentakilómetros de nuestro coche como en los propios radares. Si el límite es 120, no se te ocurra pasar jamás de 126 km/hora, pues la notificación de la infracción y consiguiente multa no te la va a quitar nadie.
Si nos conocemos y sabemos que nos vamos a despistar o al final el pie derecho nos va a “pesar” demasiado, lo mejor que podemos hacer es recurrir a la tecnología. Si nuestro coche es relativamente moderno, dispondremos de un dispositivo de velocidad de crucero que podemos fijar, lo mismo que un limitador de velocidad. Algunos te avisan acústicamente o con una luz si sobrepasas la velocidad que has marcado. De hecho, conducir por una autopista o una autovía con un coche que monta el sistema de velocidad de crucero adaptativo y además cuenta con tecnología para mantener el vehículo en el carril, es una de las cosas más placenteras y relajadas que puedes hacer al volante.
Con esto ya es mucho más fácil esquivar las multas, pero aún así queremos asegurarnos del todo. Bien, para ello hay un buen puñado de aplicaciones para smartphone que cuentan con una extensa base de datos con la ubicación exacta de los radares fijos, los radares de tramo y los semáforos que te sacan un “bonito retrato” si osas pasarlos cuando el ámbar ya ha mutado a rojo. Mediante GPS, cuando nos acercamos al punto fatídico, con cierta antelación, generalmente cuando queda menos de un kilómetro, emite unos sonidos que te alerta de que un radar está cerca.
Pero claro… ¿qué pasa con los radares camuflados en vehículos de la Guardia Civil? ¿Y los veloláser, que se pueden instalar fácilmente cada día en un sitio? ¿Y si encima de nosotros hay un helicóptero sospechoso pintado de azul y amarillo, que responde al nombre de “Pegasus”? También tenemos solución para esto. Son menos, pero también hay apps colaborativas que permiten a otros usuarios aportar información en tiempo real sobre la ubicación de los radares, también sobre atascos o incidencias en la carretera. SocialDrive, Coyote, Waze… son algunas de ellas. Estas aplicaciones conviven con cierta polémica, pues en ocasiones también pueden aportar información sobre puntos de de control de drogas o alcohol que pueden hacer un flaco servicio a los usuarios de la vía que cumplen la ley con pulcritud. En cualquier caso, son apps legales.
Por último, y desde Uppers.es se desaconseja el uso de esta opción para evitar multas por exceso de velocidad, la ley prohíbe expresamente el uso de detectores de radares e inhibidores de señal. Estos sofisticados dispositivos electrónicos pueden identificar con antelación la localización de radares mediante la captación de las ondas que éstos emiten. La sanción mínima es de 200 euros y 3 puntos del carnet… más que un “simple” exceso de velocidad.
El uso de inhibidores es aún más grave, pues desde estos aparatos instalados en nuestro coche lanzan una frecuencia que anula el funcionamiento del radar. El castigo por el uso de estos dispositivos es de 6.000 euros de multa y 6 puntos del carnet de conducir. Además, si se llega hasta el taller donde ha sido instalado, la multa para el propio taller puede llegar a 30.000 euros.