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“Dejaste que hablara lo que tú callabas”: carta de la protagonista de 'Esther y su mundo' a su creadora tras su muerte

  • Muere la dibujante Purita Campos, autora de ‘Esther y su mundo’, el cómic de los 70 que se adelantó al feminismo

  • Repasamos cinco décadas de cambios para las mujeres en forma de carta del personaje a su creadora

Querida Purita:

Déjame que echemos unas últimas risas juntas mientras recordamos toda una vida comprometidas con la mujer y ese pequeño mundo que creaste para mí. Cómo te chirriaba aquello de "¡qué bien lo haces para ser mujer!". Es verdad que me concebiste en medio de un universo masculino, hecho por y para el hombre. Y tú, única entre las mujeres ilustradoras y dibujantes. No fue fácil abrirse camino, pero lo conseguimos. Con emoción, ilusiones y mucha incertidumbre.

Fuiste tan rompedora, Purita, que incluso quisiste dibujar en mi rostro unas pecas sabiendo que esto evocaría el arquetipo de mujer fatal. Con ellas, mi larga melena y mis minifaldas imposibles, me plantaste en medio de una sociedad aún mojigata y dejaste que hablara lo que tú muchas veces callabas. Siempre desafiando discursos e ideas que para ti resultaban demasiado trasnochadas. ¡Vaya si lo hiciste bien! ¿Recuerdas cuando tuviste que retocarme algún escote?

No te debió de resultar complicado, acostumbrada como estabas desde muy chica a enredar entre telares en el taller de costura de tu madre, soñándome y ya imaginando mi mundo de pequeñas cosas que luego dibujaste. Cuántas veces te vi trabajar en la penumbra de la noche, con lumbago y cansada, para hilarme muy fino. Antes de mí hubo algunos esbozos simpáticos que pasaron por revistas para chicas de principios de los 60. Pienso en aquel taller, repleto de revistas de moda, poniendo una nota de color en aquella posguerra grisácea. Soñabas con vestir a Lauren Bacall y Audrey Hepburn.

Yo nací en 1971, pero tuviste el gran acierto de parirme en Inglaterra para que, cuando volvieses a España, tres años después, tu nueva criatura fuese recibida como un soplo de brisa fresca. Llegamos a vender 400.000 ejemplares semanales. ¿Imaginas cómo suena hoy esa cifra? ¿Sabes que los chicos se escondían en el baño para leerte? Ahora los niños lloran, Purita, y los hombres expresan sus emociones. Qué lejos quedan también aquellas mujeres que conociste criadas bajo los estrictos estándares de la Sección Feminista. Y tú, nacida en la postguerra, tan inconformista. Feminista, pero sensata, abriste una ventana al mundo.

Fui tu criatura predilecta. Lo sé. Tímida, pero rebelde. Tan igual a ti que ahora entiendo por qué te molestaba tanto el machismo. Cuánta vida por recordar, Purita. Vivimos expectantes el acalorado debate sobre el acceso al aborto, uno de los temas más controvertidos en todo el mundo que trae a la memoria todos aquellos casos que se practicaron sin las debidas condiciones de salubridad.

Asistimos también juntas a la aprobación del divorcio y hoy ni siquiera es necesario acogerse a un motivo para solicitar el fin de la convivencia. ¿Sabías que en 2018 se rompieron 95.254 matrimonios? Te reirás, pero hoy se habla del amor como cosa líquida. Lo que antes era duradero hoy se nos va de los dedos en un santiamén. Todo es tan cambiante, todo transcurre con tal celeridad, que a veces me agoto. Se acabaron por fin los cuentos de hadas con final feliz y príncipes que rescatan a sus princesas para acabar comiendo perdices. Los zapatitos de cristal no sirven para correr. ¡Y yo, qué tonta, suspirando eternamente por el futbolero Juanito!

No quisiera aguarte tu funeral, Purita, pero tengo marcada en negro una fecha en el calendario que me gustaría compartir contigo. 25 de noviembre, Día contra la violencia de género. Más de 50 mujeres han muerto en lo que va de año a manos de sus parejas o exparejas. La violencia machista golpea con fuerza y la cifra no deja de aumentar desde 2003, año en que comenzaron los registros. Sé que te duele.

Perdona, Purita, si me pongo nostálgica. Ya sé que no nos gusta lo ñoño, pero hemos pasado casi 50 años de complicidad. Son muchas las mujeres que quisieron ser Esther, pero con el despendole de su amiga Rita, y tener una enemiga como la malvada Doreen. En ese mundo mágico tan lleno de realismo nos abrimos camino en la cultura feminista. Sí, mucho éxito, pero no acabábamos de salir de la precariedad. En las ferias del cómic, las colas más largas eran para Ibáñez.

Te quejabas porque los galardones te habían llegado tarde y cuando ya nada esperabas. Quédate con los homenajes que te hacen con motivo de tu despedida y ese espíritu rebelde que ha inspirado a varias generaciones. No voy a vestir de luto, porque eres inmortal.

Te diré, antes de irte, que el 60% de las tituladas universitarias hoy son mujeres y sus resultados son sobresalientes. Pero aún no sonrías. Seguimos ocupando menos puestos de poder, tenemos peor inserción laboral, más tasas de paro, peores salarios y más precariedad. Dejas un país muy cambiado al que tú retrataste en la España del baby boom. La edad media para tener el primer hijo se ha retrasado a los 31 y la tasa de natalidad es de 1,25 hijos por mujer. El panorama es desolador, Purita. Ya tenemos un saldo negativo entre nacimientos y muertes.

Te vas octogenaria, pero antes de lo que marcaban las expectativas para ti: 85,9 años. Es la esperanza media de vida al nacer, que avanza galopando con la promesa científica de una eterna juventud. “Yo no soy de medias, Esther”, me dirías. Permíteme un último favor: créame una cibervida antes de decirme adiós. Reivindicativa y hermosa.

Hasta siempre, mi ángel, mi creadora, mi musa.

Esther

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