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Artritis reumatoide: qué la causa y cuál es su tratamiento

  • Se puede llevar una vida tranquila y normal si mantienes controlada la enfermedad siguiendo varias pautas indicadas por tu reumatólogo

La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria que actúa principalmente en las articulaciones de forma simétrica, es decir, en los dos lados del cuerpo a la vez, y que también puede dañar órganos internos. El dolor o la hinchazón de las articulaciones afectadas son solo algunos de los síntomas de esta patología y, aunque en general su causa es desconocida, existen algunos factores por los que es más fácil que se desarrolle.

Esta enfermedad afecta a miles de personas en España, en especial a las mujeres de mediana edad de entre los 45 y los 55 años. Aunque no hay una cura total, en la actualidad prácticamente cualquier paciente puede llevar una rutina normal si mantiene una vida sana y utiliza de forma responsable los fármacos recetados.

Las causas de la artritis reumatoide

No existe una causa exacta que provoque artritis reumatoide, pero la Sociedad Española de Reumatología (SER) sí achaca a ciertos factores a la aparición de esta enfermedad. A pesar de no ser una patología hereditaria, existen variantes en algunos genes que provocan que se sea más propenso a verse afectado.

No obstante, existe una serie de síntomas que pueden revelar cuándo se produce. De por sí, la artritis genera dolores, hinchazón o aumento de la temperatura en las articulaciones dañadas. Sin embargo, la artritis reumatoide afecta mayormente a las articulaciones de las manos y los pies, como las muñecas, los tobillos o los nudillos, pero también a otras como los hombros, las cadera o las rodillas.

Las primeras horas del día pueden ser difíciles si sufres esta dolencia, pues puedes tener dificultades para moverte a causa de la rigidez corporal matutina. Uno de sus efectos más visibles es la deformidad de algunas articulaciones, debido a que la inflamación ha afectado a huesos, ligamentos y tendones. Por culpa de esta deformidad, la movilidad articular puede empeorar progresivamente dificultado al afectado realizar tareas normales de la vida cotidiana.

La artritis reumatoide también puede provocar síntomas que nada tengan que ver con las articulaciones como cansancio, hormigueo en las manos y los pies o dolor de pecho. Además, podrían aparecer en la piel nódulos reumatoides en los dedos, los codos o el talón.

El diagnóstico de esta enfermedad debe realizarlo un reumatólogo. El especialista puede detectar la artritis reumatoide tras realizar un examen físico al paciente, así como con datos de una analítica. Para mayor precisión, se puede comprobar el diagnóstico con una ecografía o una resonancia magnética. Una vez evaluada la patología, es conveniente realizar una radiografía en las zonas afectadas para detectar si puede ser una enfermedad de larga evolución.

Cómo tratar la enfermedad

A pesar de que no existe una cura para la artritis reumatoide, existen tanto medidas que ayudan a que la enfermedad no evolucione y mejorar el movimiento de las articulaciones afectadas, como tratamiento farmacológico para el dolor y la inflamación, que debe ser recetado por un especialista.

Desde la Sociedad Española de Reumatología recomiendan que el paciente lleve una vida tranquila, evitando trabajos forzosos y grandes esfuerzos en la vida cotidiana, sobre todo si se utilizan zonas afectadas por la enfermedad. Lo que sí es conveniente es realizar ejercicio suave constantemente, como caminar o nadar.

La higiene corporal es importante, por lo que se debe mantener una posición recta, intentado no tener malas posturas ni doblar la espalda o el cuello. La posición durante el sueño también es importante. Para las personas que padecen artritis reumatoide se recomienda dormir en un colchón duro con una almohada baja. Dado que la enfermedad afecta a algunas zonas de los pies, lo idóneo sería utilizar un calzado cómodo, con la punta ancha y el empeine alto y así evitar rozaduras en los dedos. La rigidez matutina puede ser un problema durante el día, por lo que para evitarla o reducir su efecto se aconseja una ducha de agua caliente a primera hora del día.

Cuidar la alimentación también es relevante, se recomienda mantener una dieta equilibrada y, si se sufre sobrepeso, intentar adelgazar, pues un exceso de peso puede ser perjudicial no solo para las articulaciones de las rodillas y los pies, sino que incluso para las caderas.

En cuanto a tratamientos farmacológicos, la Sociedad Española de Reumatología plantea dos opciones dependiendo de las necesidades de cada paciente. La primera son fármacos que alivien el dolor que puede producir la enfermedad y bajen la inflamación de las zonas afectadas. Son de uso puntual, para molestias cotidianas. La segunda opción son los medicamentos para frenar la evolución de la enfermedad a largo plazo. Los dos modelos de tratamiento deben ser prescritos siempre por un especialista que siga su evolución y efectos.

Aunque estos tratamientos suelen surgir efecto, en ocasiones el reumatólogo puede aconsejar realizar una intervención quirúrgica si el paciente presenta grandes deformidades o daños en las articulaciones.