Logo de Cuidarte

Cuidarte

Aloe vera, la planta de los mil beneficios: aprende a cultivarla y cuidarla

  • El aloe vera es una planta muy fácil de cultivar con múltiples beneficios para nuestra salud

  • Rica en minerales y vitaminas, el aloe vera puede ayudarnos a curar las quemaduras y a desintoxicar nuestro organismo

El aloe vera es una de las plantas con más beneficios para los humanos. ¿Quién no la ha usado después de sufrir una quemadura, para hidratar la piel o para curar afecciones dermatológicas? Originaria de África y el sur de Arabia, esta planta medicinal tiene tantos usos que incluso podemos incluirla en nuestra dieta para mejorar nuestro sistema circulatorio, desintoxicar nuestro organismo o ayudarnos a perder peso. Pero las cosas no acaban ahí. Y es que además de ser una planta con enormes beneficios, el aloe vera es muy fácil de cultivar, y más en España. Tan solo necesitas un poco de agua y seguir estos sencillos cuidados.

Cómo cuidar una planta de aloe vera

El aloe vera es una planta del género suculento que destaca por su alto contenido en vitaminas, zinc, minerales o hierro y por ser muy fácil de cultivar tanto dentro como fuera de casa. Si queremos plantarla en el jardín, lo recomendable es que lo hagamos en una zona de media sombra, ya que el exceso de sol puede amarronar las hojas. El proceso de cultivo en este caso es tan sencillo que tan solo tendremos que hacer un agujero lo suficientemente profundo como para que entre el aloe. Una vez lo hayamos metido, cubriremos el espacio restante con tierra y regaremos la planta. Sin mas.

En el caso de que queramos tenerlo dentro de casa, lo primero que debemos hacer es adquirir una maceta grande de barro o terracota. Estos materiales son los más recomendables porque dejarán pasar la humedad. Cuando la tengamos, cubriremos el fondo con gravilla, que nos servirá de sistema de drenaje, y añadiremos tierra turba y de jardín por partes iguales y el esqueje de aloe vera que queramos cultivar. Después de asegurarnos de que nuestro esqueje esté bien colocado, cubriremos el espacio restante con tierra, regaremos y listo: ya tenemos plantado nuestro aloe.

En ambos casos, el proceso de cultivo es muy sencillo, pero para que nuestro aloe vera crezca sano deberemos tener en cuenta una serie de cuidados.

El riego

Una de las partes más importantes, y tal vez la más complicada, a la hora de cuidar de una planta es controlar cuándo debemos regarla. Tanto el exceso como el déficit de agua son perjudiciales para nuestra planta, así que tenemos que asegurarnos de que tengan la cantidad suficiente. En el caso del aloe vera, deberemos regarlo solo cuando la tierra o sustrato esté totalmente seco, ya que necesita poca agua.

Pero ¿qué hacemos cuando nos pasamos o quedamos cortos? Muy sencillo. En el caso de que nuestro aloe esté pasando sed, tan solo tendremos que coger la maceta y ponerla en un cubo de agua durante unos diez minutos. Sabremos que nuestro aloe está sediento porque las hojas se arrugan y se cierran y porque les salen manchas amarillas que al poco tiempo se vuelven marrones.

En el caso de un exceso de riego, el proceso se complica un poco. Primero debemos retirar la planta de la maceta y pulverizar las raíces para acabar con los posibles hongos que pueda haber. Una vez lo hayamos hecho, envolveremos las raíces con papel de cocina o con una servilleta y lo dejaremos así durante horas. Pasado el tiempo, volvemos a plantar el aloe vera en una maceta en la semisombra y, muy importante, no la regaremos en una semana. En estos casos de exceso de agua, lo importante es actuar con rapidez, ya que pueden aparecer hongos. Además, las hojas centrales de nuestro aloe empezaran a pudrirse y las otras se ablandaran, así que, ya sabes: si ves que tu aloe está excesivamente blando, date prisa y cámbialo de maceta.

El sol

El aloe vera es una planta que necesita mucho sol y que no resiste muy bien el frío. La temperatura ideal para su cuidado está entre los 18 y los 27 grados centígrados, pero, eso sí, tenemos que asegurarnos de que no se queme. Lo ideal es que reciba la luz del sol de forma directa entre tres y cuatro días por semana, pero si la exponemos demasiado tiempo corremos el riesgo de que las hojas se quemen. Afortunadamente, el aloe es una planta muy resistente, así que en estos casos tan solo tendremos que llevar la maceta a una sombra de semisombra, donde la planta no reciba la luz del sol. Las manchas de sol no desaparecerán, pero si las hojas están completamente quemadas, podremos quitarlas sin mucha complicación.

Además, al ser una planta con muy poca resistencia al frío, debemos protegerla cuando llegue el invierno. Para ello, basta con que metamos la maceta dentro de casa y la coloquemos en una zona donde reciba la luz del sol.

La poda

El aloe vera es una planta que crece muy rápido, así que, si está bien cuidada, pronto verás que le brotan hijuelos a su alrededor. Para que nuestro aloe crezca de forma correcta, es recomendable quitarlos, aunque es mejor hacerlo cuando tengan cuatro dedos de altura: así podemos plantarlos en otras macetas y tener más aloe vera en casa.