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Dime cómo te levantas y te diré cómo descansas: ¿cuánto tiempo necesitas dormir según tu edad?

  • Cuando la privación de sueño se convierte en crónica se ve afectada la memoria, la atención, el lenguaje e incluso la solución de problemas

  • Además de dormir las horas que necesitas, el sueño tiene que ser de calidad para que sea reparador

  • Determinados sueños como andar sin ropa por la calle ayuda a gestionar la ansiedad ante situaciones problemáticas

Nos acostamos tarde, cuando en casa todo queda en calma nos enganchamos a programas de la tele o revisamos las redes sociales. Queremos aprovechar y disfrutar ese tiempo exclusivo para nosotros. También sucede que haya que adelantar tareas, planchar, preparar las mochilas de los niños, revisar una presentación... El inconveniente es que nos metemos en la cama pasada la una de la madrugada y el despertador es implacable. En Uppers queremos saber cuántas horas se deben dormir según la edad para comprobar si lo estamos haciendo bien.

Algunos tenemos la sensación de que dormimos poco, nunca es suficiente. Otros se encuentran frescos como lechugas con unas cuantas horas. También destacan los que cumplen con el sueño del tirón o los que dividen el descanso entre la noche y la siesta. En realidad, ¿quién lo hace bien? ¿Cómo tendría que ser el sueño para que fuera reparador y saludable?

Parece evidente que la mejor forma de saber si dormimos lo suficiente es analizar cómo nos sentimos a la mañana siguiente. Por tanto, el cansancio, la irritabilidad y la somnolencia indicarán que las horas de sueño han sido pocas.

Los expertos en la materia apuntan que cada edad necesita un tiempo mínimo de sueño al igual que aconsejan no excederlo:

  • Recién nacidos, entre 0 y 3 meses: de 14 a 17 horas diarias.
  • Bebés, entre 4 y 11 meses: de 12 a 15 horas diarias.
  • Niños, entre 1 y 2 años: de 11 a 14 horas diarias.
  • Niños en edad preescolar, entre 3 y 5 años: de 10 a 13 horas diarias.
  • Niños en edad escolar, entre 6 y 13 años: de 9 a 11 horas diarias.
  • Adolescentes, entre 14 y 17 años: de 8,5 a 10 horas diarias.
  • Jóvenes, entre 18 y 25 años: de 7 a 9 horas diarias.
  • Adultos, entre 26 y 64 años: de 7 a 9 horas diarias.
  • Mayores de 65 años: de 7 a 8 horas diarias.

Estos tiempos son orientativos, aproximados y varían de una persona a otra. Además, hay otros factores que afectan mucho al tiempo de sueño. Un ejemplo es el embarazo, sobre todo en el primer trimestre debido a los cambios hormonales. Igualmente, al cumplir años el sueño se hace más liviano y ocupa menos horas. También aumenta le necesidad de dormir más tiempo si con anterioridad hemos estado privados de un descanso suficiente.

Por otro lado, junto a la cantidad es importante la calidad del sueño; no será reparador si se interrumpe con frecuencia porque estamos cuidando a alguien enfermo o amamantando a un recién nacido. Tal como apuntan distintas investigaciones, el rendimiento y el desempeño de tareas mentales complejas es superior en aquellas personas que duermen alrededor de siete horas en comparación con los duermen muy poco muchas noches seguidas.

Cuando todo empeora y la privación de sueño se convierte en crónica se ve afectado el sistema cognitivo, es decir, influye en la memoria, la atención, el lenguaje, la percepción, la solución de problemas y la planificación. Incrementa por tanto el riesgo laboral. De mismo modo influye en el estado de ánimo debido al cansancio. Aunque, lo más preocupante es que también se incrementa el riesgo cardiovascular al igual que contribuye a la diabetes y a la obesidad.

El objetivo principal del sueño es el descanso. Un tercio de cada día lo pasamos durmiendo porque es esencial para la vida y la base de numerosas funciones fisiológicas y psicológicas. Concretamente, durante el sueño, sin que seamos conscientes de nada, esto es lo que sucede en nuestro cuerpo:

  1. Reparación de los tejidos mediante la secreción de hormonas anabólicas (GH, prolactina, testosterona y progesterona) y la supresión de hormonas catabólicas (cortisol).
  2. Crecimiento.
  3. Recuperación de la energía.
  4. Mantenimiento de la red neuronal y las sinapsis (comunicación) nerviosas.
  5. Consolidación de la memoria y del aprendizaje.
  6. Regulación endocrina, inmunitaria y metabólica.

A nivel mental, algunos investigadores del sueño sugieren que ayuda a procesar y consolidar nuevos recuerdos y, al contrario, ante una larga temporada de privación de sueño se suceden fallos en la memoria. También apuntan que esas horas de descanso sirven para gestionar la ansiedad porque nos encontramos ante situaciones y experiencias que en el día a día nos supondrían un serio problema, como soñar que vamos sin ropa por la calle.

Con todo ello, queda claro que necesitamos dormir, hacerlo bien y en cantidad suficiente para seguir funcionando en el día a día.