Cuando pensamos en la vejez, uno de los requisitos que mentalmente nos ponemos, además de llegar en buena forma física, es no reducir nuestro nivel de vida. Para ello lo conveniente es empezar cuanto antes a ahorrar para la jubilación. Cualquier asesor financiero nos dirá que comenzar a los 30 es más recomendable que hacerlo a los 35 y que, a su vez, iniciar a llenar la hucha a los 35 es mejor que a los 40. Pero si has llegado a los 50 con el cerdito vacío, no desesperes: todavía estás a tiempo de lograr tu deseo de jubilación.
En la mayoría de los casos, entre los 55 y 65 años, el patrimonio familiar suele estar formado casi en su totalidad, aunque por supuesto siempre es posible seguir mejorándolo. Los ingresos se estabilizan debido a la independencia económica de los hijos y el volumen de gastos genéricos disminuye. Las estadísticas dicen que durante esta etapa los bienes y productos que se consumen responden más a un capricho que a una necesidad. Es importante aprovechar este momento de menos gastos para incrementar nuestra hucha de ahorro con vistas a la etapa de madurez y jubilación.
En una situación ideal siguiendo los patrones financieros marcados, deberíamos tener suficiente dinero ahorrado tanto para hacer frente a imprevistos como para poder vivir con seguridad y libertad financiera, aunque es cierto que no siempre se consigue. Digamos que, cuando decidimos jubilarnos, es porque queremos disfrutar de nuestro tiempo libre de una forma tranquila y holgada. Y para ello debemos recoger los frutos que hemos sembrado a lo largo de todos los años anteriores.
Nunca es tarde para empezar a ahorrar y si llevamos a cabo un buen plan financiero a los 50, nada estará perdido. Toma nota de estas cinco maneras eficaces para ahorrar antes de jubilarte.
La suerte —si se puede llamar así— es que no te retirarás a los 65 años y 10 meses con los que en 2020 acceden los españoles a su correspondiente pensión, sino que lo harás a los 67 años. Por lo tanto, en lugar de tener 15 años más de vida laboral para ahorrar, tendrás dos más.
No es lo mismo el salario con el que empezamos nuestra vida laboral que cuando estamos en la recta final. Si todo ha ido como debería, habremos escalado posiciones y nuestra remuneración será mayor. En el caso de los autónomos, el tiempo habrá hecho engordar y fidelizar la cartera de clientes, por lo que, por norma general, recibiremos más ingresos que durante los primeros años de andadura.
Esta situación debemos aprovecharla para ahorrar un porcentaje más alto de nuestros ingresos totales. Los expertos aconsejan incrementar el volumen de ahorro en torno a un 20% cuando se está a las puertas de la jubilación, más aún si cuando llegamos a ese momento vital lo hacemos con el bolsillo vacío.
Quizás es una de las partes más dolorosas del ahorro ya que nada más aplicarla vemos nuestro dinero mermado un 20%. Lo primero es descontar el porcentaje de ahorro nada más recibir la nómina mensual. De esta forma, ya desde el primer día del mes, si cobramos, por ejemplo, 1.000 €, contaremos con 800 € para organizarnos y no con el total.
Lo segundo que hay que hacer para ver la “pérdida” de dinero mes a mes con buenos ojos es, nada más descontar el 20% de la nómina, ingresar el dinero correspondiente a ese porcentaje en una cuenta distinta a nuestra cuenta corriente habitual. Por ejemplo, en una cuenta ahorro con unos buenos intereses. Así veremos que mes a mes la cantidad de esa cuenta crece con el dinero ingresado más los intereses, lo cual nos hará más fácil separar a principio de mes el 20% necesario para gastos futuros.
Es esencial que te pongas una meta de ahorro anual e incluso mensual. Es primordial si tenemos intención de llegar con mucho margen. A pesar de que tengas en nuestra cabeza que vas a ahorrar, si no estableces una cifra concreta (que pueda ser asumible en relación a tu presupuesto) finalmente no lo harás. De este modo, con un objetivo en el horizonte habrá una motivación extra y será más sencillo alcanzarlo. Cuando quieres darte cuenta no tienes los ahorros necesarios para llevar a cabo determinados proyectos vitales que todo el mundo emprende. Además, ordenar las finanzas personales supone una enorme tranquilidad que se acaba agradeciendo.
Hipoteca, tarjeta de crédito… Haz un plan para liquidarlas lo antes posible si no quieres que la pelota se haga cada vez mayor.
Una de las maravillas de nuestro cerebro es que siempre podemos seguir aprendiendo. Poco a poco podrás tomar mejores decisiones con tu dinero y ponerlo a trabajar para que genere rendimientos. ¿Qué tal algún pequeño negocio? Quizá, invertir en un inmueble o encontrar instrumentos financieros apropiados que hagan crecer tus fondos. Recuerda, estos instrumentos tienen que vencer la inflación y otorgarte rendimientos superiores al promedio.