La magia de la segunda página: las dedicatorias más curiosas de los escritores que te gustan

  • Desde vendettas personales a agradecimientos profesionales, pasando por vivencias que quisieron capturar en un lugar especial: el mundo de las dedicatorias es infinito

  • Pueden llegar a ser casi, casi, microrrelatos; como una puerta abierta a la historia personal del autor

  • Las dedicatorias preceden la mayoría de las obras que leemos: las hay anodinas; otras, las más jugosas, van cargadas de detalles

Escribir un libro es una tarea cuanto menos abrumadora. Quien lo logró, lo sabe. Quien lo intentó, también. En el mejor de los casos, ese en el que las musas te llevan de la mano por la historia y además tienes tus necesidades básicas tan cubiertas que puedes dedicarte únicamente a la creación, tardarás unos días o semanas en completarlo. En el peor de los casos, falto de inspiración y pudiendo invertir en esta labor las horas libres que te deja el trabajo, el tema podría alargarse años.

Coronando todo esto, además del título y de la sinopsis de la contraportada, una página discreta, garabateada solo por unos caracteres. Como si el escritor, exhausto, se hubiera quedado sin palabras a la hora de dedicarle su trabajo a alguien. Como si pensara, porque expresarlo no sería políticamente correcto, que por qué consagrarle su esfuerzo a alguien más que a sí mismo.

Insignificantes o pendencieras

Las dedicatorias preceden la mayoría de las obras que leemos. Las hay, la mayoría de las veces, anodinas: un par de palabras sin más explicación que dejan al lector con ganas de saber más. ¿Por qué a su hermana? ¿Quién es Juan? ¿Qué ha hecho Inés para ser merecedora de este honor?

Otras, en cambio, van cargadas de detalles. Jugosos. Casi como un microrrelato que nos habla del autor, de su relación con el entorno, de vendettas personales, de agradecimientos profesionales, de personas que les llegaron al corazón y cuya historia, de alguna manera, quisieron capturar en un lugar especial. Reunimos algunas de las dedicatorias más curiosas de los escritores que te gustan.

'El Principito' – Antoine de Saint-Exupéry

Léon Werth, el protagonista de la que es probablemente una de las dedicatorias de libro más bonitas hasta la fecha, era el mejor amigo de Antoine de Saint-Exupéry. Desde que se conocieron, a pesar de los más de 20 años de edad que les separaban, conectaron. Cuando no pudieron estar en contacto físicamente, como durante la Segunda Guerra Mundial, que llevó a Saint-Exupéry a Nueva York y también a combatir en el frente, y a Werth, de ascendencia judía, a ocultarse, mantuvieron contacto epistolar.

De hecho, las referencias a Werth en las novelas de Saint-Exupéry no terminan ahí. Al principio de Carta a un rehén puede leerse lo siguiente: “Carta a un rehén nace de un prólogo a una obra de Léon Werth, a quien Saint-Exupéry dedicó El principito. Más tarde, las referencias a este amigo judío desaparecen, para evitar las suspicacias antisemitas, y Léon Werth pasa a convertirse en ‘el rehén’, el ser humano universal y anónimo capaz de reconocer al otro a través de un gesto instantáneo, común con el enemigo, y de trocarlo en viajero de la misma aventura de vivir”.

A LÉON WERTH

Pido perdón a los niños por haber dedicado este libro a una persona mayor. Tengo una seria excusa: esta persona mayor es el mejor amigo que tengo en el mundo. Tengo otra excusa: esta persona mayor puede comprender todo; hasta los libros para niños. Tengo una tercera excusa: esta persona mayor vive en Francia, donde tiene hambre y frío. Tiene verdadera necesidad de consuelo. Si todas estas excusas no fueran suficientes, quiero dedicar este libro al niño que esta persona mayor fue en otro tiempo. Todas las personas mayores han sido niños antes. (Pero pocas lo recuerdan). Corrijo, pues, mi dedicatoria:

A LÉON WERTH

CUANDO ERA NIÑO

'La hoguera de las vanidades' – Tom Wolfe

Un reconocimiento y agradecimiento públicos a la valentía. Concretamente, a la de Jann Wenner, cofundador y director de Rolling Stone, quien a mediados de los 80 permitió a Tom Wolfe ir publicando su célebre novela por entregas en la revista. En una entrevista a The Guardian el propio Wenner cuenta cómo Wolfe y él se conocieron a finales de los 60, cómo él quería que trabajara en Rolling Stone y lo fácil que lo hizo todo cuando aceptó, a excepción de cumplir con las fechas de entrega, cosa que Wenner sufrió precisamente con La hoguera de las vanidades.

Rindo agradecido tributo a la osadía de Jann Wenner, que publicó una primera versión de este libro en forma de serial, capítulo por capítulo, a medida que iba siendo escrito, y sin red de seguridad, en la revista Rolling Stone.

La familia de Pascual Duarte – Camilo José Cela

La primera novela de Camilo José Cela vio la luz en 1942 gracias a una editorial de Burgos que no rechazó el manuscrito. La censura, los ataques y las prohibiciones de reimpresión llegarían después de la primera edición. La publicación de las siguientes ya no se llevó a cabo en España, sino en Latinoamérica. De ahí, esta dedicatoria que Cela incluyó en una edición, esta vez de nuevo española, de 1960.

Dedico esta edición a mis enemigos,

que tanto me han ayudado en mi carrera.

'Platero y yo' – Juan Ramón Jiménez

Aguedilla es la mujer que Juan Ramón Jiménez escoge para dedicarle su obra más famosa, utilizándola para encarnar lo socialmente rechazado y mostrarle su apoyo. Este acto es un ejemplo más del carácter del escritor quien era dado a sentirse próximo a los más desfavorecidos.

A la memoria de AGUEDILLA,

la pobre loca de la calle del Sol,

que me mandaba moras y claveles

'El general en su laberinto' – Gabriel García Márquez

Álvaro Mutis, novelista y poeta colombiano, escribió mucho y muy bonito y, entre otras creaciones gloriosas, nos regaló a Maqroll el Gaviero, el mítico personaje protagonista de gran parte de su obra que, por su carácter errante y lo que ello trae consigo, hace que se quede contigo en tu cabeza. Mutis compartió amistad con Gabriel García Márquez, de esas amistades que se cuentan por décadas y que llevan a que te escriban cosas tan bellas como un discurso para tu 70 aniversario que guarda frases como esta: “La obra completa de Álvaro Mutis, su vida misma, son las de un vidente que sabe a ciencia cierta que nunca volveremos a encontrar el paraíso perdido. Es decir: Maqroll no es sólo él, como con tanta facilidad se dice. Maqroll somos todos”.

Mutis, que murió siete meses antes que Gabo, fue el primero en escuchar los capítulos terminados de 'Cien años de soledad' y fue también quien le dio la idea de escribir El general en su laberinto. Bendita idea.

 Para Álvaro Mutis, que me regaló la idea de escribir este libro

'Las confesiones de un pequeño filósofo' – José Martínez Ruiz (Azorín)

El político Antonio Maura, varias veces presidente del Consejo de Ministros (jefe del gobierno español) durante el reinado de Alfonso XIII, apoyó a Azorín para que fuera diputado en cinco legislaturas, las de 1907, 1914, 1916, 1918 y 1919. De ahí que el escritor, agradecido por haberle ayudado a cumplir un sueño de juventud, le dedicara su libro Las confesiones de un pequeño filósofo en su segunda edición, la de 1909.

 A Don Antonio Maura,

a quien debe el autor de este libro el

haberse sentado en el Congreso: deseo de la mocedad.

'Mi vida en la carretera' - Gloria Steinem

Lamentablemente, esta dedicatoria ha vuelto a estar de actualidad y las redes sociales hicieron su magia al convertirla en viral a raíz de la decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de anular la sentencia de Roe v. Wade que garantizaba el derecho al aborto en este país. Steinman, que siempre ha sido una activista de los derechos de la mujer, dedicó su libro Mi vida en la carretera (2016) al doctor que 60 años antes, en 1957, le practicó un aborto en la clandestinidad.

Este libro está dedicado al doctor John Sharpe, médico londinense que en 1957, una década antes de que en Inglaterra fuese legal practicar abortos salvo en el supuesto de que la vida de la mujer corriera peligro, asumió el considerable riesgo de ayudar a una estadounidense de veintidós años que iba camino de la India.

Sin saber nada aparte de que la chica había roto un compromiso en su tierra para salir en busca de un destino incierto, le dijo: “Tienes que prometerme dos cosas. Primero, que no le darás mi nombre a nadie. Segundo, que harás con tu vida lo que te apetezca”.

Mi querido doctor Sharpe, confío en que a usted, consciente como era de la injusticia de las leyes, no le molestará que diga esto tanto tiempo después de su muerte:

Lo he hecho lo mejor que he podido.

Este libro es para usted.

'El león la bruja y el armario' - C. S. Lewis

La protagonista de esta dedicatoria es Lucy Barfield, hija adoptiva de un buen amigo de Clive Staples Lewis. Al escritor le bastan pocas líneas para explicar la relación que les une, son padrino y ahijada, y que fue ella quien le inspiró para escribir la primera de las siete novelas que componen la saga 'Las crónicas de Narnia'. Lucy también le presta su nombre a la heroína del libro, Lucy Pevensie.

Mi querida Lucy,

Escribí esta historia para ti, pero cuando la empecé no había caído en la cuenta de que las muchachas crecen más rápidamente que los libros. Por tanto, ya eres mayor para los cuentos de hadas y, para cuando el relato esté impreso y encuadernado, serás aún mayor. Sin embargo, algún día serás lo bastante mayor para volver a leer cuentos de hadas, y entonces podrás sacarlo de la estantería superior, quitarle el polvo y decirme qué opinas de él. Probablemente, yo estaré tan sordo que no te oiré, y seré tan viejo que no comprenderé nada de lo que digas. A pesar de todo seguiré siendo tu querido padrino.

'Danza macabra' - Stephen King

Lo de Stephen King con las dedicatorias sorprende. La mayoría las ocupa su familia y esa gente de su entorno que siempre le empujan a seguir escribiendo. Desprenden una sensibilidad y un amor que no va para nada acorde con las historias que esperan al pasar la página. Desde un bonito “Para Zelda. Eh, cariño, bienvenida a la fiesta” dedicado a su nieta hasta otra en la que habla de su hijo Owen y de cómo este ha terminado sabiendo más de béisbol que él. En Danza Macabra, King escribe un ensayo sobre la ficción de terror. Habla de su proceso creativo y de los autores que le han ido influyendo a lo largo de los años. Quizá, por eso, la dedicatoria que escoge, como una forma de agradecer a aquellos referentes que todavía seguían con vida cuando se publicó el libro en 1981.

Es fácil, demasiado fácil quizá, venerar a los muertos. Este libro es para seis estupendos escritores de lo macabro que siguen con vida.

ROBERT BLOCH

JORGE LUIS BORGES

RAY BRADBURY

FRANK BELKNAP LONG

DONALD WANDREI

MANLY WADE WELLMAN

'Al Este del Edén' – John Steinbeck

Pat es, en realidad, Pascal Covici, editor de John Steinbeck. Comenzaron a trabajar juntos a mediados de los años 30 y juntos también publicaron la mítica 'Las uvas de la ira' en 1939. La obra que aquí nos ocupa, 'Al Este del Edén', no llegaría hasta 1952 y en su dedicatoria Steinbeck expresa a Covici su afecto y gratitud. Cuentan que cada mañana, desde el 29 de enero de 1951 cuando empezó a trabajar en esta obra, Steinbeck calentaba escribiendo una carta a Covici en la página izquierda de un libro de notas, cuyas páginas derechas se iban llenando con 'Al Este del Edén'. El resultado puede leerse en 'Diario de una novela: las cartas de Al Este del Edén'.

Querido Pat:

Viniste a verme cuando estaba tallando una figurilla de madera, y me dijiste: “¿Por qué no me haces algo?”. Te pregunté qué querías y respondiste: “Una caja”.

- Para qué?

- Para guardar cosas.

- ¡Qué cosas?

- Todo lo que tengas - dijiste.

Bien, aquí tienes la caja que querías. Dentro he guardado casi todo lo que tengo, y todavía no está llena. En ella hay dolor y pasión, buenos y malos sentimientos y buenos y malos pensamientos, el placer del proyecto, algo de desesperación y el gozo indescriptible de la creación. Y, por encima de todo, la gratitud y el afecto que siento por ti. Y aun así la caja no está colmada.

John