El nombre de David Beckham ha trascendido, con mucho, la esfera futbolística. Desde que saltase a la fama como uno de los jugadores más codiciados de la liga inglesa, el británico pasó de ser una figura estrictamente deportiva para convertirse en uno de los más grandes iconos de la moda masculina. Desde aquellas mechas rubias con las que comenzó a hacerse conocido en la década de los 90 hasta la impoluta etiqueta británica que define en la actualidad su fondo de armario, el londinense ha sido un auténtico creador de tendencias, siendo imitado hasta la saciedad a lo largo de todo el globo. Pero hay algo de lo que se arrepiente.
La dupla que formó con Victoria Beckham (Addams por entonces, hasta que se casaron) elevó al cubo el interés en su estilo y su forma de vestirse y arreglarse, aplaudidos como iconos pop y como referentes de moda. En el caso de David, se sumaba una característica peculiar: la de ser uno de los pocos hombres que públicamente hacía visible su preocupación por la ropa y los complementos, por cuidarse el cabello, la piel, o por dedicarse a tiempo completo a esculpir su cuerpo en el gimnasio. No en vano fue considerado el “metrosexual definitivo” en los tiempos en los que se estilaba el término.
Pero no todo han sido aciertos en estas casi tres décadas de decisiones estilísticas. Como el presidente y copropietario del Inter Miami ha desgranado la decisión estilística de la que más se arrepiente a lo largo de su carrera. Se trata de las trenzas que lució en 2003, durante un partido celebrado en Sudáfrica, en el que, además, tuvo la oportunidad de conocer a Nelson Mandela con ellas puestas.
Beckham entiende que el hecho de optar por este peinado sería considerado actualmente como apropiación cultural, término que hace referencia al acto, por parte de una cultura dominante, de tomar o usar elementos pertenecientes a otro grupo cultural considerado más débil, despojándolo de su significado y, generalmente, obteniendo lucro económico de ello. Sería el caso de las trenzas, asociadas generalmente con la cultura africana. "La gente me ha preguntado si me arrepiento de algunos de mis peinados. El único del que me arrepiento son las trenzas", declaró recientemente a The Sun.
La intrahistoria de esta decisión estilística ha sido, además, revelada ahora por el propio protagonista. El clan se encontraba en Francia, durante unas vacaciones de verano. Y parece que el futbolista llevaba encima, como él mismo ha relatado, algunas copas de vino rosado. “Pregunté a la amiga de Victoria si podría hacer algo con mi pelo y me dijo: ‘¿Quieres trenzas?’ Dije que sí, aunque no sabía lo que eran. El proceso de hacérmelas fue doloroso, pero me gustaron”, reconoce.
Las trenzas de David generaron ya entonces polémica, llegando a ser Mandela preguntado por la prensa al respecto incluso. Hace unos años, el segundo de sus hijos, Romeo, decidió emular a su padre trenzándose su cabello, y abriendo una consulta en redes para que sus seguidores eligiesen a quién le quedaban mejor, encuesta que ganó por goleada frente a su padre.