Si de algo se caracterizan estos cuartos de final de Ronald Garros es del choque generacional. Después de lo que pasó en el Open de Madrid, en el que Alcaraz se coronó a sus 19 años, parece que una nueva tanda de tenistas apunta a igualar, en algún momento, a los grandes como Nadal y Djokovic que se batirán en un cara a cara esta noche. Largas horas de entrenamiento, concentración, una dieta rigurosa… estar en un torneo de esta categoría requiere de disciplina y un mal movimiento puede acabar con la temporada de cualquiera de ellos. Una de las lesiones más incapacitantes y minusvaloradas en el mundo del tenis es la epicondilitis o codo de tenista, que afecta tanto a los profesionales como a los deportistas casuales. Te contamos en qué consiste.
Se trata de un dolor en el codo que lo causa un daño en los tendones de los músculos del antebrazo que lo suelen provocar gestos dañinos, repetidos e intensivos. Cuando empiezan a notarse sus síntomas, son intensos y ocurren o bien justo al comenzar a practicar el deporte o tras varios años realizándolo mal.
Empieza en el codo y se termina extendiendo hacia la cara externa del codo y del antebrazo que se agudiza cuando se repite el gesto que causó la dolencia, al desdoblarse el brazo, al agarrar objetos con los brazos extendidos y al girar los mismo para hacer movimientos como abrir una puerta.
Jugar al tenis es causante de entre el 5 y 10% de las epicondilitis y suele ser provocada por sostener vigorosamente la raqueta, apretando demasiado el puño y por hacer rotaciones frecuentes en el antebrazo con flexiones repetidas de la muñeca.
En la mayoría de los casos, el dolor originado por epicondilitis desaparece con el paso del tiempo, aunque sí que existen determinados tratamientos que pueden acortar los síntomas. Existen unas bandas que rodean el antebrazo y que tienen un cojín o elevación para presionar la musculatura extensora. Al aplicarlas en el sitio correcto, parte de la tensión muscular se disipa en el lugar de la aplicación, lo que descarga el tendón enfermo. Lo ideal es que sea un fisioterapeuta el que las aplique después del tratamiento que ya de por sí conseguiremos reducir el dolor y el impacto de la lesión.
Sin embargo, en casos en los que la lesión esté avanzada y el deportista corra el riesgo de sufrir tendinosis, la cirugía puede ser una opción. Existen dos modalidades diferentes tratamiento quirúrgico, mediante cirugía abierta y mediante cirugía artroscópica. Esta cirugía no precisa de ingreso hospitalario, se suele realizar con anestesia local en el brazo y tiene una duración comprendida entre 20 y 25 minutos, y es eficaz en el 95% de los casos.