Los últimos años no han sido fáciles para el presentador Jorge Fernández. A punto de cumplir 50 años, ha concedido una entrevista a 'Men's Heath' en la que repasa sus pilares para mantenerse fuerte, pero también se confiesa sobre los problemas de salud que ha sufrido. Hace cinco años Fernández tuvo una subida de mercurio provocada por el atún a lo que se le sumó la picadura de una garrapata que desembocó en la enfermedad de Lyme y una pérdida de 13 kilos.
Poco a poco Jorge Fernández reconoce que ha podido recuperarse, pero que su transformación física le ha costado mucho. "Cada día me encontraba peor y no daban con el diagnóstico. No podía levantar ni un vaso, me dolía todo. Mi cuerpo rechazaba hasta el agua y no podía verme en el espejo, sentía un rechazo hacia mí mismo brutal", reconoce a la revista.
A pesar de la dureza de esa etapa de su vida, no paró de trabajar y ahora reconoce que "tenía que haberme retirado porque estaba fatal, pero soy muy cabezón". Fernández dice que lloró en muchas ocasiones antes de salir a grabar porque previo a pisar el plató, se veía en el espejo y tenía que llamar a la sastra por sus pérdidas de peso. "Salía como podía, entraba a plató forzando la sonrisa", dice. No obstante, tras esta etapa, el presentador ha vuelto al ser el de antes y ha logrado recuperar su forma física, convirtiéndose el hombre más mayor en la portada de Men's Health España.
Jorge Fernández asegura que muchas personas le preguntan qué se toma, pero dice que "aquí no hay más secreto que prestarle atención a los cuatro grandes: alimentación, actividad física, descanso y gestión del estrés. Eso y conocerse a fondo, para saber cómo tienes que entrenar, cómo tienes que comer, cómo tienes que descansar… Sospecho que la mayoría de la gente sabe lo que tiene que hacer, aunque es más cómodo seguir pensando que existe una fórmula mágica", asegura a la revista.
Lo que tiene claro es que no hay que caer en los extremos, porque no son buenos, ya que "hay una línea muy delgadita entre querer cuidarse lo máximo posible y estar obsesionado y caer en una espiral de culpabilidad o reproches a uno mismo". Ahora bien, se permite algún que otro capricho como alguna copa de vino, un trozo de tarta algún día o, si no le apetece, no ir al gimnasio porque "no pasa absolutamente nada. Tiene que ver con madurar, ser un poco menos crítico conmigo mismo y no caer en un perfeccionismo exagerado".
De los cuatro pilares de los que habla, el ejercicio es el más importante y dice que entrena "al menos tres o cuatro veces por semana". Sobre la alimentación, intenta comer siempre alimentos con un solo ingrediente. En cuanto al estrés trata de mantener sus niveles de cortisol "con deporte, meditación y ejercicios de respiración", mientras que para el descanso intenta cenar pronto y siempre a la misma hora para dormir mejor, olvidándose también "de móviles y pantallas hasta el día siguiente".