Más de uno se acordará de Demi Moore en su papel de esforzada militar en 'La teniente O'Neill'. Si es tu caso, te sonará bastante el rucking, la nueva tendencia en fitness cardio que promete ganar resistencia, fuerza y una figura más estilizada.
El rucking es hacer marcha con una carga adicional, normalmente en una mochila. La nueva disciplina nació en Estados Unidos como un entrenamiento para los militares de las fuerzas especiales, y guarda similitudes con el Murph. El principio es simple: se trata de recorrer grandes distancias con una mochila o una bolsa a la espalda que añada peso a nuestros kilos para tener que ejercitar la fuerza.
Lo bueno del rucking es que sirve para hombres y mujeres, y no tiene límite de edad. Eso sí, hay que adaptar el lastre a nuestra forma física.
Añadir de forma correcta el lastre es bueno tanto para la salud como para nuestra comodidad a la hora de practicar este deporte. En principio, el lastre puede corresponder al 10% de nuestro peso. Por tanto, una mujer que pese 60 kilos puede añadir seis kilos en su mochila. Con cada entreno, podemos ir subiendo el peso del lastre hasta los 15 kilos, el peso máximo.
¿Qué podemos meter en la mochila? "Pesas, un saco de arena o ladrillos", explica el coach Damien Raspail. "Todo vale, excepto los elementos que puedan dañar o hacer heridas durante la marcha", añade. También hay que evitar los objetos que puedan filtrar líquidos (prohibidos los termos o las botellas de agua). Lo más aconsejable, según este experto, es utilizar simplemente un saco de arena, algo que permitirá que nuestra espalda se adapte a la mochila de forma natural. En cualquier caso, en el floreciente mercado de los accesorios deportivos, ya existen productos específicos para practicar rucking.
El rucking no exige costosos desembolsos. Lo único que necesitamos es una mochila cómoda y confortable para poder llevar peso sin que la espalda sufra. A eso, hay que añadirle unas buenas sneakers de marcha y la ropa con la que mejor nos sintamos.
En cuanto a los itinerarios, mejor cuanto más en contacto con la naturaleza. El cemento y la piedra no es lo mejor para las articulaciones, aunque no siempre podamos elegir el entorno. Sí es importante ir de manera gradual. Al principio será suficiente una sesión de entre 20 y 30 minutos. En unos cuantos entrenos, podremos llegar a los 60 minutos semanales, el tiempo en el que el rucking comienza a desplegar todos sus beneficios.
El primer beneficio tangible del rucking es que nos obliga a salir de casa y a estar en contacto con la luz del sol. Aunque parezca poca cosa, necesitamos la luz solar para sintetizar la vitamina D.
También es beneficioso desde el punto de vista social. Podemos hacer el rucking acompañados de amigos, colegas o familiares. Incluso con nuestro perro. Estar en contacto con la naturaleza es benéfico en sí mismo: nos ayuda a bajar la tensión arterial y es un escudo perfecto contra los estresores habituales (trabajo y cargas familiares, entre otros).
Los beneficios físicos del rucking también son abundantes. Marchar durante una hora equivale a perder unas 600 calorías, algo parecido al running. Se trata de un excelente trabajo de cardio que permite mejorar la frecuencia cardiaca y la resistencia, además de reforzar la musculatura. Es imprescindible en todos los casos mantener la espalda bien erguida para que el efecto de afinar la silueta sea completo.