Descansar correctamente, llevar una dieta sana y equilibrada y practicar deporte con regularidad: estas son las claves para poder disfrutar de un estilo de vida saludable. Sin embargo, muchas veces, ya sea por vergüenza o por falta de tiempo o motivación, acabamos descuidando nuestra actividad física.
Ahora que el verano ha terminado y que toca volver a la rutina, son muchos los que han decidido anotarse al gimnasio para empezar a hacer deporte. Algunos lo hacen por salud; otros, por motivos más estéticos, para desprenderse de esos kilos de más cogidos durante las vacaciones y lucir un cuerpo mucho más atlético.
Sea cual sea el motivo detrás, la práctica regular de ejercicio resulta siempre muy beneficiosa, ya que puede ayudarnos no solo a mantener nuestro físico bajo raya, sino también a fortalecer nuestros huesos y articulaciones, regular los niveles de azúcar e insulina en nuestro cuerpo, mejorar nuestro sueño y salud mental y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer, como el de pulmón o colón, dos de los más comunes y mortales.
Estos beneficios podemos obtenerlos tanto si entrenamos por las mañanas como si entrenamos por las noches. No obstante, hay una serie de factores que pueden hacer que nuestro entrenamiento sea más o menos efectivo, como nuestro ciclo de sueño, nuestro reloj biológico, nuestra alimentación o nuestro sexo.
Recientemente, un grupo de científicos estadounidenses ha elaborado una investigación para tratar de esclarecer cuál es el mejor momento del día para entrenar para cada género. El estudio, que ha sido publicado en el medio especializado Frontiers in Physiology, ha sido elaborado en base al análisis de 30 hombres y 26 mujeres con una edad comprendida entre los 25 y 55 años de edad y un estilo de vida activo y saludable, a los que durante un periodo de tres meses se les obligó a llevar a cabo una rutina de ejercicios variada que incluía sprints, estiramientos y ejercicios de resistencia.
Los participantes de este estudio fueron divididos en tres grupos con distintos horarios: uno a las 8:30, uno a las 18:00 y uno a las 20:00. Además, cada uno de ellos recibió un plan de nutrición hecho a medida en el que se incluía una ingesta de entre 1,1 a 2,2 gramos de proteína por kilo de peso.
Para sacar sus conclusiones, los investigadores se centraron en cinco parámetros: la tensión sanguínea, la grasa corporal, la flexibilidad, la fuerza y la capacidad aeróbica. En base a estos datos, descubrieron que todos los participantes, independientemente de la hora que se les hubiera asignado, mejoraron su salud y que las variaciones horarias afectaban de distinta manera a los hombres y las mujeres.
En el caso de las mujeres, el estudio señaló que los entrenamientos por la mañana era más efectivos para la pérdida de grasa abdominal. No obstante, para mejorar la fuerza muscular del abdomen y los brazos, el apetito y el estado de ánimo resulta más beneficioso entrenar por las noches.
En el caso de los hombres, el estudio apenas detectó diferencias en las franjas horarias, ya que tanto por las noches como por las mañanas podían mejorar su fuerza. Aun así, según los resultados, practicar deporte por la tarde resultaba más beneficioso a nivel cardíaco y metabólico.
En este sentido, desde el estudio señalan que los mecanismos hormonales que tienen ambos sexos podrían estar detrás de esta diferencia, aunque las causas todavía no están del todo claras.