Andoni Zubizarreta (Vitoria, 1961) sabe mucho de fútbol. Es el jugador con más partidos disputados en la liga española, 622. Formó parte del Dream Team de Johan Cruyff que conquistó cuatro Ligas consecutivas y la primera Copa de Europa del Barça. Y ha participado en cuatro Mundiales. Después se tuvo que reinventar, como director deportivo, como comentarista y conferenciante o escribiendo en El País. A sus 61 años continúa impulsando proyectos, y prepara una nueva aventura en México. Nos ha hecho un hueco en su agenda para hablarnos de lo que significa jugar un Mundial, y de cómo ha sabido volver a empezar cuando todo estaba cuesta arriba.
-Usted ha jugado cuatro Mundiales. ¿De cuál guarda mejor recuerdo?
-Me quedo con todos. Son experiencias únicas. El de México 1986 porque era el primero; el de Italia de 1990 porque es un país que vive el fútbol con mucha pasión; el del 1994 en Estados Unidos porque era el primero que se celebraba allí; y el de Francia 1998 porque era el último y se acercaba la retirada.
-España no tiene suerte en los Mundiales. No solemos pasar de cuartos. ¿Nos hacemos demasiadas ilusiones?
-Yo creo que hemos hecho buenas actuaciones en los Mundiales. Hay que tener en cuenta que a un Mundial van más de 30 selecciones y pongamos que 18 tienen opciones de ganar. Contando a España, solo hay ocho selecciones que hayan sido Campeonas del Mundo. Es una competición muy difícil.
-Al Mundial de Italia 1990 llevábamos un buen equipo y caímos en octavos.
-Sí. Teníamos un equipo muy conjuntado y maduro. Habíamos sido subcampeones del mundo sub 21, y competitivamente estábamos muy hechos. El núcleo era la Quinta del Buitre, los Butragueño, Pardeza, Michel, Martín Vázquez y los del Barça, con Julio Salinas y Bakero, era una generación muy buena y en buen momento. Y de entrenador teníamos a Luis Suárez, que era un ídolo en Italia, cuando salíamos de paseo le pedían a él los autógrafos.
Tendríamos que haber ganado el partido de octavos, hicimos más ocasiones, pero no hubo fortuna de cara al gol. Yugoslavia tenía un fútbol pasional, de mucho talento individual, y en torneos con pocos partidos como este, eso es una ventaja, porque cualquier acción individual puede desbaratar las estrategias de equipo.
En este como en los otros mundiales, cuando te eliminan lo que se te queda en una sensación de profunda tristeza.
-¿El de Qatar es el último Mundial para Messi, Cristiano Ronaldo, Modric... Para ganar hacen falta líderes en el equipo?
-Hace falta un buen equipo. Pero es cierto que cuando juegas en el máximo nivel y estás en una final o en un partido importante, tú sabes antes de salir al campo, en el túnel de vestuarios, quién tiene más responsabilidad. En nuestro acaso era Michel o Butragueño. Messi, Cristiano o Modric llevan muchos años asumiendo esa responsabilidad en sus equipos, y un día te miras al espejo y dices, ¡jo!... no debe ser nada fácil.
-Tras el fútbol la vida sigue.
-Lo que ocurre es que mientras estás jugando, no te enteras de lo rápido que pasa el tiempo. La transición del fútbol a la vida normal no es fácil. Mientras estás compitiendo al más alto nivel vas subido en un tren de alta velocidad, y cuando lo dejas y es un frenazo brusco. La vida normalmente no va a esa velocidad. Ahí hay algo que tienes que asimilar, aunque tengas una posición económica privilegiada, desde los 40 a los 90 tienes mucho tiempo que ocupar. Has vivido desde la infancia con tu pasión, tu ilusión, y de pronto debes buscar otra cosa que te llene. Adentrarte en otros mundos, pensar otras opciones, posibilidades. Y no es fácil. Además, cuando estás subido en el tren no sueles pensar en esas cosas y el cambio suele ser brusco. Los cambios bruscos te obligan a tomar decisiones rápidas y a veces te equivocas.
-¿Se aprende más de las derrotas?
Pues no lo sé. Lo que has vivido te hace como eres. En 1994 perdimos la final de la Champions con el Milán por 4 a 0. Entonces me pareció terrible, pero perderla y encontrarte sin equipo cuarenta y ocho horas más tarde fue una sensación de abandono absoluto. Por dentro estaba destruido. No tenía ni agente ni nada de nada. Me encontré yendo a la presentación del Mundial de Estados Unidos sin equipo. No sabía qué hacer, nunca había tenido agente, había estado cinco años en el Athletic y ocho en el Barça, pensé que iba a acabar mi carrera en el Athletic y no lo hice, después pensé que iba a acabar mi carrera en el Barça y tampoco lo hice… Tuve la suerte de que el Valencia me llamó y pude resolver mi situación durante el Mundial.
-¿Y después?
Nunca quise ser entrenador. Lo mío es más de organizar y planificar. Fui director deportivo del Athetic, luego del Barça y luego del Olympique de Marsella. He sido comentarista en varios medios, doy conferencias, y ahora comento el Mundial de Qatar en Movistar y escribo en El País. El último proyecto en el que estoy metido y que me hace mucha ilusión es la elaboración del plan estratégico del club mexicano Rayados de Monterey hasta 2030.
-Por último. En su opinión ¿quién ha sido el mejor portero de la historia?
Iribar. Yo soy del Athletic de Bilbao y de Jose Angel Iríbar. Para mí ha sido el mejor portero del mundo y he tenido la suerte de que me entrenara durante un tiempo. Yo quería vestir de negro, como él, pero me dijo que no, que él había vestido el negro pero yo debía buscar mi color. Y así lo hice.