El negocio de las camisetas de fútbol ‘vintage’: “Algunos invierten en ellas como si fueran obras de arte”
En los últimos años, coleccionistas y tiendas especializadas han florecido alrededor de equipaciones de los ochenta y noventa
Jesús Moreno (47), que atesora más de doscientas, describe el fenómeno como “un boom”. Empresas chinas le “bombardean” por Instagram con ofertas de todo tipo
“Se venden solas; a la gente le gusta mucho el fútbol de por sí”, dice Alejandro Muñoz, propietario de Ropa Futboleros, tienda web y espacio pop-up que ya ha pasado por Bilbao, Zaragoza, Salamanca, Barcelona, Valencia…
Colgadas en burros, como en un showroom, más de doscientas camisetas de fútbol de temporadas pasadas se agolpan en casa de Jesús Moreno (47). “Muchas me las han regalado”, dice. “Cuando llega mi cumpleaños, sé que voy a recibir alguna. El 70% son compradas en mercadillos y tiendas de segunda mano. No gasto mucho. Rebuscando, consigues auténticas gangas, por diez euros o menos. Pero el valor que tienen es mucho mayor. Tirando por lo bajo ahora podría sacar cuatro o cinco mil euros si las vendiera”.
Aunque no está en el ánimo de Jesús desprenderse por ahora de su apreciado botín textil, este fotógrafo melillense que vive desde hace veinte años en Madrid —y que actualmente trabaja en un comedor de un colegio de educación especial, dando de comer y acompañando a niños—, forma parte de un colectivo cada vez más numeroso: el de aficionados al balompié que disfrutan atesorando equipaciones vintage de diferentes equipos (su caso) o del mismo. Un tipo de coleccionismo que siempre ha existido, pero que en tiempos recientes ha cobrado creciente notoriedad gracias, en parte, a las redes sociales. A finales de diciembre, Jesús decidió crear una cuenta en Instagram solo para posar con sus camisetas; en cuatro meses ya ha conseguido más de mil seguidores.
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“Antes las tenías en casa, las enseñabas a amigos cuando venían, y no pasaba de ahí”, nos cuenta. Ahora se muestran en redes, con descripciones detalladas —temporada, fabricante, dorsal, breve descripción de la actuación de ese equipo aquel año—, propagando la tendencia y facilitando la relación entre vendedores y compradores, lo que ha generado lo que define como “un boom”. De resultas de lo cual, añade, “los vendedores se han dado cuenta de que debían subir los precios”. Empresas chinas le escriben mensajes privados ofreciéndole la camiseta que quiera, en las cantidades que desee. “Te bombardean con eso”, explica.
Aun así, Jesús se resiste. “Todas tienen una historia especial”, aduce. Inauguró su colección en 1993 con una camiseta del Real Madrid que le costó 10.000 pesetas, unos 60 euros (localizamos una igual, aunque algo deteriorada, en Wallapop, al precio de 199 euros) y acopia joyas como una elástica de portero de la marca Adidas, genérica (sin escudo), de los años ochenta, la cual, “si la pusiera en venta, mínimo 400 euros podía sacar”. También profesa singular afecto por la primera que usó la Unión Deportiva Melilla, equipo de su tierra. “No soy el coleccionista que compra una camiseta, la mete en un plástico y la guarda. Las uso para pasear, para jugar al fútbol con los amigos… ¿Que se estropea? No me importa demasiado, pues mi objetivo no es revenderlas”, aclara.
Tiendas oficiales y portales especializados
¿Dónde pueden conseguirse estas zamarras retro? La respuesta: casi en todas partes. A la vista del progresivo interés de los aficionados, los propios clubes empezaron hace unos años a inundar el mercado de camisetas de antaño, impulsando la tendencia. Actualmente la tienda online del Atlético de Madrid vende prendas de las temporadas 1939-40 (69,95 euros), 1970-71 (59,95 euros) y 1985-86 (59,95 euros). La del FC Barcelona despacha la camiseta de la segunda equipación de la temporada 1974-75, amarilla con franja diagonal blaugrana, por 79,99 euros. Réplicas de las camisetas que usaron leyendas de ambos clubes también pueden adquirse en estos establecimientos: el Barça dedica una colección al mítico Johan Cruyff mientras que el Atlético pone a disposición de sus hinchas la reproducción de la que usó Paulo Futre en su debut con los rojiblancos por 69,95 euros.
Las marcas que pintaron algo en la historia del fútbol no han querido quedarse atrás y han visto en el relanzamiento de antiguas prendas una oportunidad de negocio. Meyba fue una firma constituida en Barcelona en la década de 1940 por dos amigos, José Mestre y Joaquín Ballber (el “Me” y “Ba” de sus apellidos le dio nombre). Tan populares como sus bañadores para hombre fueron sus indumentarias para el FC Barcelona de Diego Armando Maradona, Bernd Schuster, Michael Laudrup o Pep Guardiola, y para el Atlético de Madrid, el Real Betis, el Real Valladolid, el Cádiz CF, el Racing de Santander, el Club Atlético Osasuna, el Real Murcia… En 2013, Premium Inc., la empresa holandesa propietaria de los derechos de la marca de ropa de Johan Cruyff, compró Meyba; hoy, con sede en Rotterdam, y bajo el auspicio de Jordi Cruyff, hijo del añorado astro neerlandés, se centra básicamente en la fabricación de prendas vintage y reproducciones de algunas de sus camisetas míticas (por 55 euros).
Tiendas especializadas surgen por doquier. En Reino Unido, donde el fútbol es religión, webs como Classic Football Shirts despachan cerca de 300.000 camisetas al año, según publicó The Face en 2019. Incluso portales que venden todo tipo de textiles, como Asos, han incluido en sus catálogos su correspondiente ración de camisetas futboleras vintage. En España, una extensa red de establecimientos enfocados a la venta de estos productos, tanto por Internet como a pie de calle, sacia el voraz apetito de los coleccionistas.
Uno de esos establecimientos es Ropa Futboleros. Lo fundó Alejandro Muñoz en 2018, “como proyecto personal, para vender solamente unas cuantas camisetas que tenía, pues siempre he sido muy forofo de este tipo de producto. Viajara donde viajara, sentía la necesidad de comprar una”, explica. “Me di cuenta de que en España apenas había sitios donde conseguirlas y creé la página web”. Durante un tiempo mantuvo abierta una tienda física en Madrid; ahora combina las ventas online con espacios pop-up que ya han pasado por Bilbao, Vigo, Zaragoza, Albacete, Salamanca, Madrid, Barcelona, Valencia, Murcia… “En muchas ciudades por lo general va a ser difícil encontrar estas camisetas. Es un producto que se vende solo, pues a la gente le gusta mucho el fútbol de por sí”, dice.
“Es un mundo superamplio”, describe. “La gama más alta son aquellas que fueron utilizadas por jugadores”. En este caso, su cotización depende de muchos factores: su certificación, si se usó en un partido histórico, su estado de conservación, etc. El récord lo ostenta la camiseta que vistió Maradona en el Mundial de 1986, la memorable tarde de “la mano de Dios”: pagaron por ella ocho millones de euros en mayo de 2022.
Segundas en el escalafón estarían aquellas que son idénticas a las que utilizaron los futbolistas, pero que fueron lanzadas para el público (una de los años ochenta puede costar 500 euros); les siguen las confeccionadas para los aficionados, como las de los jugadores pero sin algunas características técnicas; las réplicas oficiales, que suele comercializar el propio club; el merchandising del equipo…; hasta la burda copia de web asiática, que falsifica la original. Alejandro se ha centrado en las réplicas oficiales, idénticas a las que en su día se enfundaron los futbolistas, pero fabricadas ahora, lo que garantiza un precio asequible (unos 35 euros de media).
Motivos de un sentimiento
Detrás de este bullicioso mercado hay un hondo sentimiento de nostalgia: los coleccionistas buscan camisetas de clubes y temporadas que para ellos tienen un significado especial. Con solo mirarlas, se ven transportados a buenos momentos del pasado o pueden recordar un determinado partido o a un jugador. Eso sitúa al público de cierta edad a la cabeza de los compradores. Aunque los jóvenes se están incorporando rápidamente a la tendencia. “Compran prendas de los noventa, cuando no habían nacido. Ven vídeos en YouTube de Ronaldinho, alucinan, y quieren hacerse con su camiseta”, dice Alejandro.
También entra en juego un factor estético. En los años ochenta y noventa se produjeron algunas de las camisetas más estilosas o llamativas de todos los tiempos. Sin duda las actuales están fabricadas con tecnología punta que asegura excelente transpiración y ligereza, pero el coleccionista tiende a pensar que la tela de las antiguas era de mayor calidad. La frase: “Ya no se hacen las cosas como antes”, que a todos nos gusta repetir a medida que cumplimos años, puede aplicarse a este ámbito con todo rigor. “En comparación con los diseños que se están haciendo últimamente, las camisetas de antes no solo eran de más calidad, sino más bonitas”, corrobora Alejandro. Otros coleccionistas “lo enfocan como una inversión. Saben que se van a revalorizar en el futuro, como las obras de arte”, añade el emprendedor.
A Jesús le mueve tanto “el reto de encontrar una por un precio barato” como cierta curiosidad asociada al pedigrí de la prenda. “Encuentras una camiseta de un equipo de segunda división de Alemania, empiezas a investigar y descubres datos muy curiosos; por ejemplo, que ese club tiene más de cien años, que empezó en la I Guerra Mundial, que al principio fue un equipo formado por enfermeras… Es información adicional sobre el objeto que estás coleccionando, y que también me llena”, explica. Su chica preferiría que tuviera un pasatiempo menos abultado, “pero lo respeta. Al final es ella quien me hace las fotos para Instagram… Le digo: ‘Ahí tenemos un plan de pensiones”, bromea.