Miguel Lozano o la lucha del subcampeón del mundo en apnea contra el estrés: "Aceptar el fracaso es fundamental"

  • Forma parte del olimpo de apneístas que han logrado descender más allá de los 120 metros

  • Es, además, uno de los mayores embajadores de esta práctica y la promueve como terapia y fuente de satisfacción y salud

  • Nos revela sus secretos para bajar a gran profundidad sin desfallecer. El principal, la pasión

Miguel Lozano podría dejarnos sin aliento al contarnos una biografía que empieza en Montgat, el pueblo de la comarca de El Maresme (Barcelona) que le vio nacer, en 1979. Tan cerca del mar que fue inevitable su entusiasmo precoz por el agua. Lo que ni él mismo sospechó es que haría de la apnea su forma de vida, como deportista y como divulgador e instructor de un método terapéutico para mejorar la salud, reducir el estrés, gestionar las emociones, mejorar la concentración y descubrir, como él hizo, que los límites están siempre más lejos de lo que aparentan.

Todo su conocimiento en un libro

En una sola bocanada de aire es capaz de resumirnos su interminable palmarés como apneísta de élite -quince récords nacionales en todas las disciplinas de profundidad y subcampeón mundial, entre otros logros-, aunque dice que su mayor éxito es haber aprendido a disfrutar de la apnea de por vida. Hemos querido que nos cuente su apasionante biografía, la misma que acaba de plasmar en su libro 'A – 122 m. El poder terapéutico de la apnea', un auténtico manual que desata las ganas de aprender a controlar la respiración y superar los límites en la profundidad del mar.

Está casado y es padre de dos hijas. David Bisbal dice de él que es un superhéroe, pero quizás se queda corto. Para hacernos una idea, si hay doce astronautas que han pisado la superficie de la luna, solo diez personas han logrado sumergirse más allá de los 120 metros y él ocupa el quinto puesto, a solo 10 metros de distancia del récord absoluto. Contenemos la respiración cuando nos cuenta cómo bajar a las profundidades del mar se convierte para él en un viaje introspectivo. Siente que el mar le mece como una madre a su recién nacido y, a partir de los 30 metros, se deja caer. "Entro en la fase de caída libre. El cuerpo desaparece solo hay consciencia". Dice que es como volar bajo el agua.

La vida a 122 metros de profundidad

Nos vuelve a dejar sin aliento cuando describe aquel momento en 2012 cuando se convirtió en el tercer hombre en descender más profundo en apnea, superando los 120 metros de profundidad. 122 metros de profundidad en 4 minutos 40 segundos en apnea: "Ha sido un viaje increíble al interior de la mente, a la esencia del ser humano, a sus orígenes. La evolución en detalles, la lucha por la supervivencia vivida en presente. Casi irreal".

En su libro recuerda que hace solo siete décadas, cuando al médico francés Cabarrou le preguntaron qué le ocurriría a un hombre que descendiera a más de 50 metros de profundidad, respondió: "Se rompería". Hoy, que ya se han superado los 200 metros, Lozano nos dice que la clave está en algo tan simple como la gestión emocional. Reconoce que cuenta con unas condiciones idóneas que le han permitido adaptarse técnica, física y fisiológicamente, pero el entrenamiento mental ha sido vital para mantenerse en la élite. "La gestión de las emociones y la aceptación del fracaso es fundamental para alcanzar con una sola bocanada de aire profundidades que desafían lo convencional".

La gestión emocional y la aceptación del fracaso es fundamental para alcanzar con una sola bocanada de aire profundidades que desafían lo convencional

Mentalidad similar a la del escalador

Por eso, al hablar de sí mismo dice que no le gusta hacerlo siguiendo un recorrido cronológico de sus campeonatos o récords, sino reflexionando sobre cómo ha ido situándose en el mundo, simbólica y literalmente. Siempre le apasionó el mar, la fauna marina y la posibilidad de sumergirse a gran profundidad, pero fue en Egipto el lugar donde entendió el verdadero sentido de la apnea. "En Dahab, una cueva vertical sumergida que crea desde la superficie la impresión de un agujero negro en las profundidades, descubrí la apnea como forma de vida. Fui allí en 2008, con una mentalidad similar a la de ciertos escaladores en sitios míticos. No como un número, sino en el sentido más pleno y amplio y con una visión del éxito amplia, aprendiendo con los mejores, siguiendo mi instinto y disfrutando del proceso".

La pasión es el combustible sin el cual nadie puede alcanzar su verdadero potencial

Desde entonces, se ha acostumbrado a que le pregunten reiteradamente cómo es posible que un ser humano pueda descender tan profundo con una sola bocanada de aire y regresar a la superficie con vida. Su respuesta es que, además de conocimiento, entrenamiento, técnica, seguridad, control emocional y determinación, hay un gran factor que juega a su favor: la pasión. "Es el asidero que permite avanzar, el cabo por el que bajamos nuestra línea de vida. Es el combustible sin el cual nadie puede alcanzar su verdadero potencial".

A finales de 2010 cofundó la escuela Apnea Canarias, en Tenerife. Y mientras seguía tocando más y más metros de profundidad, empezó a difundir que, además de Egipto, Bahamas o Indonesia, había un lugar perfecto en Europa para esta práctica: Tenerife. Después le siguió Lanzarote y algunas ciudades más. Además de entrenar y seguir compitiendo como deportista de élite, imparte cursos, conferencias y charlas motivadoras.

La apnea no es un deporte de riesgo

Lozano quiere dejar claro que la apnea no tiene nada que ver con la adrenalina ni con los deportes de riesgo, como el salto base o el puénting. "Precisamente -aclara- una de las estrategias para su práctica es la relajación. Cuando se hace de forma adecuada, es un deporte introspectivo, de relajación, terapéutico e innato en el ser humano".

No tengo esa idea egocéntrica de conseguir un récord a costa de cualquier cosa. Si uso la competición, es para probarme

Lo entiende como una filosofía, "una manera de entender la vida y no un deporte de competición. No tengo esa idea egocéntrica de conseguir un récord a costa de cualquier cosa. Si uso la competición, es para probarme y entrenar en las mejores condiciones, como una forma de vivir y una oportunidad de viajar a sitios increíbles. Esta forma de entenderla implica el disfrute de otros ámbitos. Suelo ser bueno en el manejo de la disciplina extrema y, también, la diversión extrema. Y soy capaz de hacer excepciones dentro de ambas".

La terapia más completa para nuestra salud

Tal es su convencimiento que se ha convertido en el mejor embajador que puede tener este deporte. Lo promociona como como una forma increíble de conocer gente, disfrutar del mar y poner a prueba nuestros límites, pero también como terapia. Controlando voluntariamente la respiración, podemos encontrar grandes beneficios, tanto para la salud y el ámbito terapéutico como en el deporte de alto rendimiento. "Se observa, por ejemplo, en enfermedades respiratorias y en deportistas que tardan más en recuperarse que el control de la respiración induce un cambio en las zonas cerebrales y consigue relajarlas. También para el manejo del estrés de cualquier individuo".

Como deporte mental con un componente introspectivo importante, igual que la meditación, destaca que nos ayuda a tomar consciencia de nuestro cuerpo y nuestra mente. "Son beneficios que observo cuando trabajo con actores, cantantes o directivos con gran carga emocional que necesitan calmar su ansiedad y controlar sus miedos o inseguridades. La apnea permite, además, la eliminación de toxinas, el aumento de la capacidad pulmonar, una mayor vitalidad del corazón, mejoría del sistema endocrino, mejor asimilación de los alimentos".

El método del guerrero: la motivación

En el epílogo de su libro, Lorenzo advierte que podría haber llamado a ese capítulo final 'El eterno perdedor' por haber escogido la narración de una competición que no le dio el récord mundial, pero sí le sirve como síntesis de lo que es él, lo que significa la apnea y su aplicación en la vida individual o laboral. "Ese oro que se me escapó no tiene nada que ver con el verdadero éxito. El oro me lo dan las profundidades, disfrutar del proceso y de la apnea como visión de vida. No pasa nada si no se consigue el récord, el viaje es lo interesante".