Antonio de la Rosa, aventurero de récords en solitario: "Hace 10 años casi muero en Siberia por ir de flipado"
Desde hace casi 15 años hace retos en solitario y en vehículos no motorizados tanto en el mar como en tierra firme
Su próximo objetivo es atravesar el Índico, desde Australia hasta África, en el verano de 2025
El aventurero vallisoletano ha cruzado el Pacífico en paddle surf y el Atlántico y el Antártico a remo
Antonio de la Rosa se define como "un chaval apasionado por la aventura, por encontrar nuevos desafíos y por la vida". Está convencido de que si hubiera nacido en otra época habría sido un explorador en busca de zonas del mundo por descubrir así que ahora, “como no hay mapas en blanco”, se dedica a recorrer el mundo por tierra y mar llevando a cabo retos que muy pocos o nadie han hecho antes. "La gente me dice que si fuera americano sería famoso", explica.
Sirvan estos retos, todos conseguidos, como ejemplos: ha cruzado de Laponia a Finlandia (1000 kilómetros) con esquís de fondo, ha navegado 730 kilómetros en paddle surf el Círculo Polar Ártico, ha cruzado el Atlántico a remo, ha cruzado Alaska (1700 kilómetros) a pie y con esquís, ha cruzado el Pacífico (4700 kilómetros) en paddle surf y el Antártico a remo desde Cabo de Hornos hasta Georgias del Sur. Su próximo reto ya tiene destino y fecha. Cruzará el Índico desde Australia hasta África el verano de 2025. Lleva muchos meses ya trabajando en ello.
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De la Rosa nació en un pequeño pueblo de Valladolid hace 55 años y desde pequeño se dio cuenta de que lo suyo era la aventura. Eso le convirtió en el bombero más joven de Madrid con sólo 19 años y, poco después, en el capitán del equipo Red Bull de aventura durante 12 años.
En aquella época apostaba por la aventura en equipo y los raids, todo lo contrario de lo que hace ahora, que no es otra cosa que recorrer el mundo en solitario y en vehículos no motorizados. Desde los esquís hasta el paddle surf pasando por la fat bike y el remo.
¿Cuándo notas que te entra el gusanillo por esto de la aventura?
Desde pequeño. Lo llevo en los genes. Siempre me ha gustado, pero ya lo que es la aventura en sí, a partir del año 95, que descubro los raids. Ahí ya me doy cuenta de que lo que me gusta realmente es ir a lugares inhóspitos a descubrir, a progresar, y hacerlo lo más rápido posible y disfrutando de la naturaleza.
Empezaste con los raids pero en paralelo casi el agua. ¿Con qué te quedas, con las aventuras en tierra firme o con las aventuras en agua?
Tengo el ‘corazón partío’. La gente me conoce mucho más por mis aventuras oceánicas porque la montaña está muy saturada de aventuras. Sin embargo, en el mar hay muy poquita gente que esté haciendo este tipo de proyectos. Pero si me tengo que quedar con unas, a mí me sigue gustando la montaña y el frío por delante de navegación oceánica.
A lo que no pones pegas es a cualquier tipo de medio de transporte: remo, paddle surf, esquís, fat bike...
Tengo esa inquietud y me gusta el aprendizaje. De pequeño siempre estaba a mil deportes. Hacía piragüismo, pero también nadaba, jugaba rugby, luego empecé a hacer cuadrathlon con bicicleta... Eso me ha servido para darme de que soy una persona muy polivalente a nivel deportivo. No he sido nunca bueno en nada específico, pero cuando he conjugado varias disciplinas y, sobre todo, en larga duración, ahí sí que soy bueno. Fui capitán del equipo Red Bull de aventura durante 12 años y fui profesional. Éramos de los tres mejores equipos de aventura del mundo.
Lo que te pudiera faltar en alguna disciplina te lo aportaba la cabeza.
Exacto. Esa es mi fortaleza. Yo creo a nivel psicológico y a nivel mental soy bastante fuerte y siempre veo el vaso medio, siempre miro hacia delante. A día de hoy, después de 14 expediciones en solitario, cuando la gente me pregunta si me surgen dudas durante las travesías siempre digo que no. Nunca he dudado. Siempre soy positivo, hasta en el peor momento.
Desde hace ya unos cuantos años, siempre en solitario. ¿Por qué?
Sí, he pasado de estar durante 12 años con un equipo de raid viajando en grupo y compartiendo todo a, en 2009, emprender un camino distinto en solitario y ahí sigo. A nivel de expedición entraña más riesgo ir solo, pero a mí me da mucha más seguridad porque no tengo a nadie que esté pendiente de mí y yo no tengo que estar pendiente de nadie. Prefiero asumir mis propios riesgos, llevarlos lo más controlados posibles y saber que no voy a ser una carga para nadie.
A nivel de expedición entraña más riesgo ir solo, pero a mí me da mucha más seguridad porque no tengo a nadie que esté pendiente de mí y yo no tengo que estar pendiente de nadie
Es una decisión muy meditada, imagino. Prescindes de cualquier ayuda.
Sí. Hasta los 40 años siempre estuve en equipo y ahora he decidido llevar mi camino en solitario porque prefiero tomar yo mis propias decisiones, para bien o para mal. Cuando vas con alguien tienes que consensuar esas decisiones y he preferido, en esta etapa de mi vida, de aventura y de expedición de riesgo, asumir yo mis propias decisiones y no tener que discutir con nadie. La soledad para mí es un aliado más.
¿La lleva bien?
Sí, no es ningún enemigo. Yo puedo permanecer solo dos meses y medio y no pasa nada. La soledad de hoy día no es la de Shackleton o la de o exploradores de otras épocas. Yo tengo un teléfono satelital y todos los días hablo con la familia, con la novia, con los amigos. Es una soledad diferente y relativa.
¿Cómo se preparan expediciones como las tuyas?
Casi todas mis expediciones tienen una preparación de tres, cuatro y hasta cinco años, porque, más allá del entrenamiento, la logística es lo más complicado. Yo siempre digo una vez que yo estoy en el barco, en el punto de salida, lo difícil lo he pasado. Por ejemplo, ahora el reto es conseguir el dinero suficiente para que mi embarcación esté en Australia, en Perth, el 1 de junio de 2025.
Tengo un par de empresas de aventura, que me van bien y, si no consigo el patrocinio, pues al final gastaré de mi dinero, que para eso lo tenemos. No soy de ahorrar y gasto normalmente el poco dinero que pueda tener en estas cosas, que son las que me apasionan.
¿Y cómo las preparas a nivel de entrenamiento tanto mental como físico?
Aunque suene raro, a nivel psicológico no hago un trabajo especial. Es más el día a día, la mentalización personal. A nivel físico, confío mucho en dos factores: mi capacidad física y mis conocimientos técnicos.
Para poder soportar el esfuerzo me preparo muy bien a nivel físico. No estoy cada día ocho horas remando pero hago mucho entrenamiento cruzado. Me gusta mucho la bicicleta, remo, hago paddle surf, esquí de montaña… Para afrontar bien una aventura de estas debes estar muy fuerte físicamente y muy sano.
También implicará estudiar mucho.
Sí, por supuesto. Para la parte técnica yo me documento muy bien, preparo muy bien el material. Para la expedición del Índico en 2025 llevo ya seis meses viendo partes meteorológicos, comparando, viendo el clima, las corrientes… Nadie hace un 8000 si el clima no se lo permite, pero tampoco nadie cruza un océano si no se lo permite el clima. Hay que atinar muy bien con la buena época del mar, con la época de menos tormentas… Minimizar riesgos.
¿Partes meteorológicos un año y medio antes?
Sí. Así es. Yo quiero salir de Australia y sé que en junio las corrientes me van a llevar casi con seguridad hasta Somalia, aunque a mí me gustaría ir hasta Mozambique, así que voy a tener que ir variando de una corriente a otra usando los vientos a mi favor. Ese tipo de cosas hay que estudiarlas y son las que más trabajo me dan. Si no lo estudiara y decidiera salir en enero, las corrientes son en contra y nunca llegaría a África.
Una vez en el barco ya no hay vuelta atrás.
No. Si por un casual me retraso o las corrientes en agosto me cambian, puede que tenga que pedir rescate porque puedo terminar en la Antártida.
¿Cómo influye el paso de los años en este tipo de vida?
Para mí los años son una ventaja. Tengo la suerte de no lesionarme y mantengo un buen físico, me mantengo fuerte. No tengo la velocidad de hace 20 años pero sí mucha más experiencia. Tengo mucho más conocimiento de mi cuerpo a nivel físico y, por ejemplo, a nivel de alimentación.
¿No notas déficit a nivel físico en unas expediciones tan exigentes?
Afortunadamente, nada excesivo. El día que note una degradación que no me permita ciertos esfuerzos, cambiaré mis aventuras y me dedicaré a otras. Pero ahora mismo todavía soy capaz de cualquier cosa. Además, con casi 55 soy mucho más seguro que con 35, arriesgo menos.
El día que note una degradación que no me permita ciertos esfuerzos, cambiaré mis aventuras y me dedicaré a otras. Pero ahora mismo todavía soy capaz de cualquier cosa
¿Has temido alguna vez por tu vida?
Hace 10 años. Me colé en una grieta en Siberia por ir de flipado y casi muero. Estuve dos minutos y no morí de puro milagro. He cometido dos o tres errores en aventuras que casi me cuestan la vida. Pero ahora yo creo que cada día es más difícil que yo me muera en una aventura. Asumo que es parte del riesgo, pero creo que cada día, gracias a los conocimientos que he ido adquiriendo en todos estos años, tengo más más posibilidades de sobrevivir en un momento complicado.
Te veo muy seguro.
He pasado momentos jodidos y complicados, pero estoy vivo. En ese instante nunca pienso que estoy a punto de morir, la verdad, pero sí que es verdad que luego, cuando lo analizas, ves que has estado cerca.
¿Cuál ha sido la aventura más arriesgada?
La expedición más arriesgada y comprometida que he hecho en mi vida ha sido, con diferencia, esta última en el Antártico. Llevé un barco de apoyo, que no sirvió para ningún apoyo. En dos o tres ocasiones podía perfectamente haber muerto. Fue en el océano más jodido del mundo, con las peores condiciones, con mala suerte, con vientos, con vuelcos de 360 grados en la embarcación, con rotura de equipos electrónicos, inundación del barco… Cualquier cosa de esas normalmente te suele dejar fuera de batalla o muerto, pero yo, por suerte, llegué a Georgias vivo.
¿Qué tal llevan tus seres queridos todo esto?
No lo llevan bien, pero ellos saben que yo soy feliz, que es parte de mi vida y de mi filosofía. Así he nacido y así moriré. Antonio de la Rosa es así y si no te gusta Antonio de la Rosa así, pues mejor que no estés a mi lado. Yo no sé vivir de otra manera que haciendo este tipo de aventuras. Así es como soy feliz.
Cuando ya estás en el barco y ves lo que tienes por delante, ¿qué es lo más duro?
Aunque la soledad no es un problema para mí, sigue siendo lo más duro de todo. Preferiría expediciones más cortas, pero ahora hay que buscar cosas extremas y son de este tipo. Lo próximo es ir al Índico y va a ser la expedición más larga de mi vida. Estuve en el Pacífico 76 días en solitario y creo que el Índico se va a ir, por lo menos, a 90 ó 100 días. Se va a hacer duro.
¿Cómo se mata el tiempo cuando no estás simplemente remando?
Aunque pueda sorprender, no tienes un minuto de aburrimiento. Cuando no estás remando te estás haciendo la comida, estás revisando los partes, estás pescando si el mar está tranquilo, estás revisando el barco, estás escribiendo un post para para las redes o para los medios… Se te pasa el día volando. Llevo alguna película en el ordenador y a veces veo algo, pero normalmente intento descansar.
Descansar sí, pero lo de dormir es complicado.
Pasas tumbado ocho horas, pero sólo duermes cuatro. Hay un déficit de sueño importante en estas aventuras.
¿Cómo logras rendir tantos días durmiendo tan poco?
Pues la verdad es que yo soy dormilón pero en una aventura tengo la capacidad mental de saber que es lo que hay, que no me queda otra que estar despierto muchas horas. En la travesía que hice en la Antártida durante 26 días no dormí nunca seguido más de 30 minutos y ningún día más de dos horas en total. Y te puedo asegurar que es como dormir en una lavadora.
En la travesía que hice en la Antártida durante 26 días no dormí nunca seguido más de 30 minutos y ningún día más de dos horas en total
¿Y no notabas el cansancio?
Al revés. Curiosamente, mi energía durante las 22 o las 20 horas que estaba despierto aumentaba. Los seres humanos somos mucho más fuertes de lo que nos llegamos a creer. Tenemos una fortaleza interior que, si estamos convencidos y la tenemos que utilizar por supervivencia, sale a flote.
Los seres humanos somos mucho más fuertes de lo que nos llegamos a creer. Tenemos una fortaleza interior que, si estamos convencidos y la tenemos que utilizar por supervivencia, sale a flote
¿En algún momento crees que te puede pasar factura esa falta de sueño?
No, te adaptas y no lo piensas. En esa misma expedición, llegando a Georgias tuve que sacar el 200% de mí para no chocar contra una isla que salió de repente. Era casi vida o muerte y conseguí salvar la situación.
Lo que no le quita el sueño ya son los animales. ¿Cómo aprendió a no temer, por ejemplo, a los tiburones?
Con el paso de los años te vas dando cuenta de que no somos comida de tiburones. Yo en 2014, que tenía que limpiar el barco cada tres o cuatro días, me tiraba al agua en medio del Atlántico mirando para todos lados por si había un tiburón gigante esperando para comerme, pero la realidad es que no hay por qué tenerles miedo y ahora salto con total tranquilidad. Los ataques de tiburones son súper extraños y por eso quizá, cuando hay uno, tiene tanta repercusión. Hay una estadística que dice que hay más muertes por culpa de vacas domésticas al año que por ataques de tiburones.
Los osos, sin embargo, sí le han obligado a cambiar los planes de sus expediciones.
Sí, en Alaska. La realidad es que tenía que ir en invierno para que todo estuviera helado, pero otro punto importante era pillar a los osos hibernando y tener una preocupación menos porque esos sí pueden ir a por ti.
¿Cómo es el silencio en mitad del Atlántico, de Laponia o de un lago congelado de Alaska?
Estoy tan acostumbrado a ese silencio que ya no lo aprecio de una manera extraordinaria y oigo hasta la más mínima ola o una rama que se mueve, pero la verdad es que esa sensación mola mucho.
¿Y qué se piensa cuando, en mitad de ese silencio, aparece un carguero que te puede llevar por delante?
Eso acojona. Yo llevo un dispositivo en el barco que emite una señal de mi posición y un plotter que me avisa de si hay una embarcación o algo de gran volumen a menos de dos millas. Aún así, en el Pacífico me pasó un par de veces que dos cargueros me pasaron muy cerca. Imagina un barco de 250 metros y 80 metros de alto a 100 metros de ti por la noche. Como mínimo, te pones nervioso.
¿Y qué se hace en ese momento?
Cogí la radio y avisé de que era una embarcación a remo. Él tiene todos mis datos en el ordenador y yo los suyos, pero por si acaso. Ellos son los que tienen que cambiar un poco su rumbo porque yo no tengo margen de maniobra. Alguna vez incluso me han llamado por radio como de broma porque les sorprende encontrar una embarcación a remo ahí.
¿Qué tal lleva el frío y la humedad en esas aventuras?
Prefiero mucho más el frío que el calor. Lo tolero mejor, el calor me deja hecho polvo y me cuesta mucho más adaptarme. Es verdad que el frío me ha costado algunas congelaciones en unos dedos de los pies hace unos años en Laponia, pero bastante resistencia.
No sólo has hecho aventuras en lugares perdidos sino también aquí en España. Rodeaste la Península en paddle surf, por ejemplo. ¿Sientes que cuesta ser profeta en tu tierra?
Aquí se me conoce poco, he salido en alguna tele y me han hecho algunos reportajes, pero nada que ver con lo que he vivido fuera. Cuando hice lo del Pacífico en paddle surf salí en los informativos de la CNN y la BBC , fui Trending Topic 48 horas en Estados Unidos y me llamaban de todos los matinales. La gente me dice que si fuera americano sería famoso.