Hablar de Bob Marley hace que se te venga a la mente rápidamente la música reggae. Normal, fue su gran pasión durante sus 36 años de vida hasta que el jamaicano falleció en 1981. Aunque nunca lo escondió, quizá una de las facetas más desconocidas de cara al gran público es que siempre fue una persona apasionada del fútbol, un deporte que definía como "libertad". Marley creció en un barrio pobre donde la música y el fútbol le ayudaban a seguir adelante, convirtiéndose en hincha del Boys Town FC, un club jamaicano humilde, pero también del Santos, de Brasil, donde jugó su ídolo del balón, Pelé.
Según cuentan, siempre que viajaba se llevaba un balón y sus botas de fútbol y tanto él como su banda se adaptaban a las estancias para dar unos toques, un juego que llamaban 'moneyball' porque era puro freestyle, o al menos así lo definía el cantante. ¿Por qué lo llamaban así? Simplemente porque al hacerlo dentro de un hotel y no ser profesionales, el balón podía ir a parar a lugares que no fueran las piernas. Por eso decidieron llamarlo 'moneyball', si alguien rompía algo, lo tenía que pagar.
"El fútbol es una de las citas de Bob Marley más destacadas de un breve documental del artista publicado en YouTube. El fútbol, al igual que la música, le acompañó durante toda su vida y, cuando jugaba, lo solía hacer como medio centro, convirtiéndose no solo en el rey del reggae, también en el de los regates sobre el césped. Pese a que nunca llegó a tener una relación demasiado estrecha con su padre, oficial de la marina, inglés y de piel blanca, parece que fue de él de donde heredó su afición y pasión por el balón.
Era normal que el cantante jugase partidos allí donde iba junto a The Wailers contra cualquiera que estuviese dispuesto a pasar un buen rato dando patadas al balón. Fue en uno de esos partidos cuando se dio el principio del fin. A finales de los 70, mientras jugaba al fútbol, recibió un pisotón en el pie derecho propio de cualquier partido cuando lo das todo para que tu equipo gane y el dolor lo hizo retirarse del campo.
Aunque no le dio demasiada importancia durante los días siguientes, tras permanecer el dolor y ver que la herida no mejoraba, decidió finalmente acudir al médico, donde el diagnóstico no fue el esperado. Allí le detectaron un melanoma acral lentiginoso en el dedo gordo del pie donde había recibido el pisotón. Los profesionales le aconsejaron amputar el dedo, pero su cultura rastafari se lo impedía, por lo que lo rechazó. Según el Levítico, en uno de sus capítulos se lee que "no se raparán la cabeza, ni se recortarán la punta de la barba ni en el cuerpo se harán incisiones".
En los años siguientes, Bob Marley no fue precisamente la persona más cuidadosa con su enfermedad. Ya tenía el aviso, pero lo ignoró, y las consecuencias llegaron. Años después, cuando salió a correr por Central Park en Nueva York, donde tenía unos conciertos programados, se desmayó y tuvo que ser trasladado al hospital, donde le detectaron que el cáncer se había expandido a otros órganos, como el cerebro o los pulmones.
Finalmente, el cantante fallecía el 11 de mayo de 1981 a los 36 años. Décadas después de su muerte, aún existe el debate de si el fútbol le mató o le dio la oportunidad de vivir. El deporte nunca le provocó la enfermedad, que ya tenía antes de aquel pisotón, pero sí le puso en aviso de que algo no iba bien y así lo confirmó el posterior diagnóstico, aunque debido a su cultura rastafari, hacer como si nada pasara obviamente no fue la mejor idea, por lo que acabó falleciendo a los pocos años.
No obstante, junto a su legado musical también ha quedado su legado futbolístico en algunos clubes. Hace unos meses el Ajax presentó una de sus camisetas inspiradas en el cantante jamaicano, de color negro y con la bandera verde, amarilla y roja en honor a los rastafaris.