Jero García, luces y sombras de un boxeador: "La vida pega más duro"
Le conocimos como Hermano Mayor en Mediaset, pero su vida es mucho más larga e inspiradora. Ganó once combates en el ring y ahora entrena a las futuras estrellas del boxeo
Su infancia fue difícil, pero le salvó el deporte. “Unos buscan la paz en la meditación y a mí me la dio el boxeo”, asegura
Anima a iniciarnos en esta práctica para desarrollar una mentalidad ganadora y no dar jamás nada por perdido, se tenga la edad que se tenga
Jero García acaba de cumplir 51 años y recuerda con detalle aquella primera vez que se dispuso a subir los tres escalones que le conducían al ring. "Al cielo o al infierno". Se preguntó si era posible tener miedo sin ser cobarde. No hubo respuesta y durante aquellos tres peldaños aún no estaba seguro de si era boxeador. Cuando los bajó, después del último asalto y una vez que la campana señaló el final de los golpes, estaba absolutamente convencido de que lo era.
Iba a las veladas de boxeo de la mano de su abuelo
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Ninguna estrella nace por azar. Se van juntando fragmentos de materia que flotan en el espacio. La de Jero se formó por atracción gravitatoria de miles de pedazos de una historia que arranca en el barrio madrileño de Carabanchel, en 1970. Con cinco años su abuelo le llevaba de la mano a las veladas de El Pardo. "Ya entonces intuí la nobleza y el sacrificio de aquellos deportistas que para mí se convirtieron en todo un símbolo", nos explica en una larga conversación telefónica desde Mallorca. De fondo, se escucha el barullo de sus dos hijos gemelos, los más pequeños de cuatro, y enseguida retoma el hilo biográfico deteniéndose en una adolescencia irreflexiva, temeraria e incierta. Más compleja aún por un TDH -trastorno por déficit de atención e hiperactividad- aún sin diagnosticar.
Una adolescencia al filo del abismo
En los años ochenta, Carabanchel era uno de los mercados de la droga más activos. Su crónica diaria se llenaba con los robos, la delincuencia callejera, gentes con síndrome de abstinencia que asaltaban las farmacias en busca de estupefacientes, un paro galopante y hogares absolutamente desfragmentados. Jero vivió todo aquello al filo siempre del abismo. "En el concurso de diez papeletas de que todo acabara mal, yo llevaba quince, pero dependía solo y exclusivamente de mí que me tocara el gordo", dice.
"La disciplina del deporte me ayudó a drenar tanta energía"
Por su personalidad, si algo tenía claro era que había que sobreponerse al entorno. "El destino no viene trazado, no está en tu origen. Eres tú quien lo marca", señala. Él lo marcó con el deporte y consiguió además que le llevara a otro extremo que parecería remoto: el éxito y la superación. "La disciplina, el reto, la competición y la propia práctica deportiva me ayudaba a drenar tanta energía y a controlar mi conducta impulsiva. Sin duda, el deporte me salvó la vida". Primero fue el fútbol, pero enseguida pasó a los entrenamientos de full contact, un deporte que respeta la integridad de la persona que lo practica, decisivo para Jero por el gran esfuerzo físico y mental que requiere. Tanto en Kick Boxing como en Full Contact, se alzó campeón de España.
"Descubrí en el boxeo el modo de marcarme metas más allá de la satisfacción inmediata"
Poco a poco fue dominando las técnicas y habilidades físicas suficientes para plantarse por fin los guantes de boxeo. Dejaba atrás un historial de faltas en sus expedientes, tanto académico como militar, desobediencia y desacato a las autoridades. Paradójicamente, encontró la paz en los golpes. "Unos la buscan en la meditación y a mí me la dio el boxeo. Con él aprendí definitivamente a tomar el control de mi vida y de mis emociones. Encontré el equilibrio y descubrí el modo de marcarme metas vitales que iban mucho más allá de la satisfacción inmediata".
Once victorias y una única derrota, la definitiva
Su primer combate fue el 24 de septiembre de 1999, frente al húngaro Frantisek Borov. Venció, igual que venció en los diez siguientes. Su primera y última derrota sucedió el 14 de noviembre de 2003, frente al italiano Lorenzo Di Giacomo, en la localidad italiana de Montesilvano. "Si hay un momento de titubeo en el ring, tienes que abandonar. En deportes peligrosos, como son estos de contacto, no te puedes permitir dudar porque te estás jugando la vida y un mínimo error te da la vuelta. En esa duda estuvo mi decisión de dejarlo. De nada sirve que alguien te grite que eres el mejor o el más fuerte. El ring, como la vida, no engaña".
Aquella ajustada derrota puso fin a su brillante carrera profesional como boxeador, pero inició otra, si cabe, más apasionante desde la esquina del ring como entrenador. Ya había aprendido que la vida golpea aún más duro, "pero hay que resistir, levantarte aun cuando creas que no puedes más y seguir avanzando sin que importen las circunstancias". Y decidió que su lección podría ser muy valiosa para tantas personas que caen y al levantarse deben decidir si continúan ahí de pie o siguen peleando. Antes tuvo que idear la manera de dulcificar la imagen del boxeo y presentarlo como un deporte apropiado para poner calma tanto en los hogares como en el corazón de las gentes. Le ayudó su paso por el programa ‘Hermano Mayor’, en Cuatro (Mediaset), entre 2015 y 2017. Ahí le conocimos intentando ayudar a jóvenes con comportamientos violentos, agresivos o adictivos.
Aunque de forma menos mediática, también ha contribuido desde su Fundación Faid Jero García de ayuda a la integración a través del deporte y en lucha constante contra la violencia juvenil. "El boxeo te permite descifrar en un comportamiento la angustia, la inseguridad, el dolor, el recelo o cualquier estado de ánimo que le lleva a alguien a ser como es". Aunque ha hecho también sus pinitos como actor en cine y en series de televisión, como ‘Aída’ y ‘La que se avecina’, su vida continúa siendo el boxeo y su trabajo como coach desde sus dos escuelas, una en Tetuán y otra en Puerta del Ángel, ambas en Madrid.
La victoria sobre sí mismo, la más dura
Ha conseguido la victoria que Aristóteles consideró la más dura, la victoria sobre sí mismo, y ha convertido el ring en el mejor libro de autoayuda para sí mismo y para esas futuras estrellas del boxeo a las que prepara. "Yo pude cambiar, ¿Por qué los demás no?, se pregunta. Reconoce insistiendo en una frase que da título a uno de sus dos libros: ‘El boxeo es vida, vive duro’. El segundo título, ‘Manual de un padre desesperado’ aún está en proceso, pero nos avanza que insistirá en esa idea de que la vida es una pelea continua. Desde el primer asalto hasta el último. "Más vale que nos preparemos porque el golpe llega y no somos el golpe que recibimos, sino lo que hacemos después de ese golpe".
"Más vale que nos preparemos porque el golpe llega"
Le satisface ver que el boxeo es tendencia, también en mayores de 50 años. "No hay edad para empezar a boxear porque el entrenador te preparará de acuerdo con ella y tus condiciones morfológicas, fisiológicas y motrices. En cualquier caso, el boxeo te va a permitir desarrollar dominio del cuerpo, coordinación, movilidad, equilibrio, resistencia, táctica y rapidez. Psicológicamente, es un deporte que te aporta seguridad, equilibrio emocional y un control absoluto de la conducta, independientemente de los años que tengas". No es solo combate, es también fuerza mental, pensamiento táctico y control del dolor y de las emociones. En definitiva, es desarrollar una mentalidad ganadora y no dar jamás nada por perdido.