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El Mundial de Fórmula 1 de 2022 llega cargado de novedades. Tras el polémico final del Campeonato de 2021, en el que Max Verstappen consiguió destronar a Lewis Hamilton y hacerse con el título en la última vuelta del Campeonato de Abu Dhabi y con un controvertido safety car de por medio, la FIA (Federación Internacional de Automovilismo) ha decidido introducir importantes cambios en el reglamento para igualar las capacidades de los equipos y hacer que las carreras sean más igualadas y emocionantes.
Estas medidas incluyen la incorporación de una sala de carrera virtual semejante al VAR que se utiliza en el fútbol y la eliminación de las comunicaciones directas entre los equipos y los directores de carrera. Además, desde la Federación también han decidido sustituir a Michael Masi, director de carrera de la Fórmula 1 desde 2019 y uno de los protagonistas del polémico final del campeonato del año pasado, que pasará a ocupar otro puesto dentro de la FIA.
Aparte de estos cambios, que han recibido reacciones mixtas por parte de los aficionados, en el Campeonato de 2022 también jugará, previsiblemente, un fenómeno que se ha detectado durante las pruebas realizadas en los circuitos de Barcelona y Bahrein y que podría afectar enormemente al rendimiento de los monoplazas en las carreras: el 'porpoising'.
A pesar de la importancia que ha cobrado recientemente este concepto, el 'porpoising' es un fenómeno que ya había aparecido anteriormente en la Fórmula 1. En concreto, durante la década de 1980, una época en la que los monoplazas también contaban, como ahora, con el efecto suelo, un sistema que provoca que los coches estén más pegados al suelo y que permite que los pilotos puedan acelerar más.
El 'porpoising', que en su traducción al español vendría a significar algo como “marsopeo” (palabra que deriva de la marsopa, un tipo de cetáceo), es un problema aerodinámico que experimentan los vehículos de Fórmula 1 cuando se mueven a grandes velocidades.
Este fenómeno deriva directamente del efecto suelo. Básicamente, surge cuando la carga aerodinámica de los coches es tan alta que terminan cada vez más cerca del asfalto. Cuando el monoplaza toca el suelo o se corta la presión por alguna variación en el asfalto, la carga aerodinámica se pierde y entonces aparece el 'porpoising', haciendo que el vehículo empiece a botar bruscamente.
Como resultado de estos botes, las cabezas de los pilotos comienzan a rebotar arriba y abajo con violencia, una incómoda sensación que obliga a los deportistas a levantar el pie del acelerador y reducir la velocidad para suavizar esta incómoda sensación.
El problema del 'porpoising', que además de reducir el agarre de los coches también provoca que los pilotos pierdan visión de la carretera y se sientan mareados, está afectando a todos los monoplazas, incluidos los técnicamente infalibles Mercedes y los Red Bull.
Para solucionarlo, se puede elevar la altura de los vehículos con respecto al suelo, pero las escuderías, que no habían detectado este fenómeno en los simulacros, no parecen dispuestas a llevarlo a cabo, y mucho menos a comienzos del Mundial, ya que reduciría la velocidad que puede alcanzar el vehículo.
Por el momento, los equipos están intentando solucionar este enorme inconveniente retocando otros aspectos del monoplaza. Habrá que ver quién consigue reducir sus efectos, pero está claro que el 'porpoising' se va a convertir en una palabra muy utilizada durante el nuevo Campeonato.