Desde que esta sustancia se empezó a utilizar han pasado ya más de 60 años. Primero fue aprobada para un uso médico, como anestesia en los quirófanos, pero desde finales de los 80 y coincidiendo con el auge del techno y las rave, se introdujo en las fiestas para ‘disfrutar’ de sus efectos alucinógenos. Entre los adolescentes se empezó a banalizar su consumo y endiosar esa sensación de ‘salir de tu propio cuerpo’ durante las dos horas que dura su efecto. Fue desde ese preciso instante cuando su uso se empezó a demonizar (y no era para menos), sin embargo, desde hace unos años, los científicos están estudiando su consumo en dosis muy bajas para tratar a pacientes depresivos y sus resultados son muy positivos.
En Estados Unidos, de hecho, ya hay clínicas especializadas en terapias con ketamina y, previo pago, aseguran que los pacientes notan un cambio radical. “Me parecía incluso irreal. De golpe, esa losa que cargaba era mucho más ligera, casi imperceptible”, asegura a El Diario, Genís, un profesor español residente en Nueva Jersey. El caso de Genís no es aislado y es que esta droga ha revolucionado el mundo de la psiquiatría. Hay más de 80 estudios que demuestran sus efectos positivos en casos de depresión severa y es la primera innovación médica relevante contra esta enfermedad en prácticamente 50 años.
La ketamina actúa en la habénula lateral del cerebro, una parte diminuta pero que juega un papel fundamental en emociones negativas como el estrés el miedo o la decepción y es capaz de bloquear las áreas del cerebro que liberan dopamina y serotonina, responsables del placer. “Frente a los seis u ocho semanas que pueden tardar los fármacos clásicos en mejorar el estado de ánimo, la ketamina puede hacer efecto en solo una hora”, explica Hailan Hu, profesora y directora ejecutiva del Centro de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang (China), a El País.
Uno de los inconvenientes que presenta es que, además de los posibles problemas de vejiga, tiene no olvidemos que al ser una droga tiene propiedades adictivas, de ahí que solo se puedan emplear dosis muy bajas y siempre bajo la supervisión de un profesional, sin tener acceso a ella en farmacias.
Además de eso, no funciona en todos los pacientes, aproximadamente un tercio de los enfermos que se han incluido en los estudios experimentales no consigue mejorar. No obstante, la FDA americana, conocida por su papel en la aprobación de las vacunas covid en EEUU, ha dado luz verde a la esketamina, un antidepresivo derivado de la ketamina que se vende en forma de spray nasal. Por su parte, la Agencia Europea del Medicamento también ha aprobado su uso en casos de depresión severa.
Sin embargo, en España este medicamento no está todavía incluido en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud. Si una persona con depresión severa quiere recibir esta terapia, los hospitales públicos deben iniciar un largo proceso burocrático, pedir la medicación al extranjero, solicitar permiso a la administración del hospital para que sufrague el gasto… algo totalmente desesperante para los pacientes con esta patología y que les lleva a desistir antes de comenzar el tratamiento.